Espacio Público

El uso del espacio para la movilidad

Si pensamos en recursos y necesidades, inevitablemente tenemos que indagar acerca de los criterios de asignación. ¿Quién o quiénes triunfan, salen beneficiados, y quiénes pierden en la asignación actual de recursos?

Veredas
Cualquier respuesta nos conduce a desnaturalizar el uso del espacio para la movilidad: se trata de una cuestión política que responde a criterios bien definido s de justicia distributiva. Dicho de otro modo, para que alguien obtenga parte de un recurso finito, como el lugar que ocupan las calles, las avenidas y las autopistas, alguien debe resignar una parte de su pretensión.

Por ejemplo, el espacio que ocupan las autopistas podría tenermuchos otros usos. Revisemos, pues, cuál es el fundamento de asignación del uso del espacio.

El ganador es el automóvil. Claramente, nuestras ciudades entronizan el modo de desplazamiento basado en el automóvil. Los gobiernos dan a conocer obras de conservación y mejora del fetiche de nuestro modo de vida: las vías rápidas de circulación de automóviles. Los medios de comunicación muestran los baches en los que caen los vehículos, y las voces se alzan pidiendo la cabeza del funcionario responsable por el mal estado del pavimento. La publicidad enfatiza el rol del auto como portador de libertad, poder, pertenencia al sistema, confort, comodidad… Los gobiernos invierten ingentes recursos en sostener la industria automotriz, y los países del Tercer Mundo rivalizan por captar las inversiones de las grandes fábricas de autos. Trabajo, crecimiento, poder, libertad... ¿Cómo desechar la oferta?

Sin embargo, analicemos estos datos:

Datos

Las personas que utilizan el transporte público son el sector menos favorecido, el que se dirige a trabajar a la ciudad y duerme en la periferia, y es perjudicado por quienes usan el automóvil. El auto quita espacio al transporte público que se vuelve, entonces, más lento, caro e ineficiente.

En este ejemplo, vemos cómo en la movilidad se pueden reproducir y profundizar las desigualdades sociales, económicas y hasta políticas, pensando, además, en la posibilidad de participación en las decisiones de diseño de la ciudad que tienen uno y otro colectivo social.