Una razón por la cual no notamos el daño que nos producen los ruidos, es porque la exposición causa muy pocos síntomas. Rara vez sentimos dolor por perder la audición; son pequeñas sensaciones vagas que pueden desaparecer en minutos, horas o días, o bien inmediatamente después de que la exposición al ruido termina.
Así, asumimos que si no hay más síntomas, nuestros oídos vuelven a escuchar perfectamente, lo cual no es cierto.Ya vimos que los daños existen y son de diversa naturaleza, así que… ¿por qué no comenzamos a bajar el volumen? Empecemos nosotros, con acciones cotidianas, como ejemplo para los demás. |