Independencia

Saladeros en la ribera sur

En 1822, el entonces Ministro Bernardino Rivadavia sanciona un decreto mediante el cual envía “al otro lado del Riachuelo” a los saladeros, las fábricas de vela y los depósitos de cuero por los olores que emitían. Esta norma fue producto de la preocupación por la contaminación del aire y no del agua, ya que estos establecimientos arrojaban sus desperdicios al “Río Barracas”.

 

“El olor de los saladeros no es por cierto muy agradable, y en la misma Ciudad de Buenos Aires, cuando el viento sopla de lado de Barracas, lugar donde están reunidos, el tufo se hace insoportable, especialmente si se está preparando harina de huesos”.
Plano del Departamento Topográfico 1867. AGN. Cita: Graciela Silvestri.