Sitios de Interés Cultural

Bar Viejo Almacén

Bar Viejo Almacén
El Viejo Almacén

Bar Viejo Almacén
Edmundo Rivero
Año de Declaración: 1996
Sitio: Bar Viejo Almacén
Dirección: Esquina de Balcarce e Independencia
Norma: 50399
Texto de la Placa: "A la memoria de Edmundo Rivero y de todos aquellos que en esta esquina han recreado la Poética Tanguera y Lunfarda"

Historia: Como lo dice el texto de la placa el homenaje fundamental de esta declaración es a Edmundo Rivero (1911-1986). Rivero tenía una sólida formación musical. Se formó en canto y guitarra en el Conservatorio Nacional. Fue también compositor. Tuvo una extensa carrera, pero se destacó fundamentalmente en el tango donde impuso su característica voz de bajo, profundamente porteña. Integró varias orquestas (las de Julio De Caro, Horacio Salgán y Aníbal Troilo) y desde la década del '40 comenzó como solista. Participó en filmes argentinos, publicó varios libros y fue autor de piezas de tango, entre éstas las recordadas Sur, Malón de ausencia, A Buenos Aires, Falsía, Quién sino Tu, y El jubilado.
En mayo de 1969 inauguró el local El Viejo Almacén, enamorado del inmueble de Balcarce e Independencia, que le recordó aquel otro del que se decía era "... un viejo almacén del Paseo Colón, donde van los que tienen perdida la fe...". En esa recordada apertura actuaron el mismo y Carlos García y su orquesta, entre otros.
Rápidamente el sitio se convirtió en un centro de irradiación cultural, con presentación de libros y discos, ciclos de teatro leído, Poesía Abierta, visitas guiadas, reuniones de instituciones tangueras.
Su fama lo llevó a ser prontamente lugar de encuentro de personalidades destacadas y de célebres visitas de extranjeros.
Pero llegó el momento en el cual comenzaron los problemas. El local fue afectado por el ensanche de la Avenida Independencia, perdió así un costado pero se salvó en gran parte de la piqueta. En 1986 murió el mismo Rivero y la amenaza de cierre se cumplió más tarde por una quiebra.
En 1996, fecha en la cual se sanciona esta Ordenanza, el local se vuelve a abrir, fruto del esfuerzo de sus hijos, Luis Veiga y la comunidad tanguera.
Hoy su esquina sin ochava, su puerta, sus ventanas enrejadas y sus faroles son parte inconfundible del paisaje porteño, reproducidas en postales y artesanías turísticas. En lugar forma parte indispensable de tours y del turismo cultural.