Viernes 16 de Noviembre de 2018

Historias de vecinos que vivirán para siempre en Parque Patricios y Parque Rivadavia

Una adolescente asesinada en 2014 en Uruguay; un hombre que cuidó del mismísimo espacio verde donde será homenajeado y un niño que trepó durante 11 años el ombú de Parque Rivadavia, son algunas de las 110 vidas que quedarán grabadas en los bancos de la Ciudad.

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Por segundo año consecutivo, los vecinos tienen la oportunidad de colocar una placa conmemorativa en los bancos de la Ciudad. Es que la iniciativa, que arrancó en El Rosedal y luego en el Parque Avellaneda el año pasado, fue muy bien recibida por los porteños, que continúan anotándose para inmortalizar a sus seres queridos en el lugar que los vio desarrollarse.

Este año los espacios elegidos son el Parque Rivadavia, donde el pasado jueves 1º de noviembre se habilitaron 69 bancos para rendir homenajes; y el Parque de los Patricios, donde habrá 41, a partir del jueves 8 del mismo mes.

En total son 110 las historias que dejarán su huella en estos espacios verdes porteños, a partir de la participación de sus familiares y amigos en un sorteo que convocó a más de 500 porteños.

Entre esas historias está la vida de Lola Luna Chomnalez, la chica de 15 años asesinada el 28 de diciembre de 2014 en Barra de Valizas, Uruguay. Su caso, de público conocimiento, sigue impune y su familia aún espera que se haga justicia. Su hermana Flor Chomnalez la recuerda en representación de su familia y amigos con esta frase: "Tu sonrisa es nuestra guía. Tu luz no nos abandona. Hasta subir al cielo y abrazarte”.

Lola nació en Buenos Aires un 4 de noviembre de 1999 donde vivió durante sus 15 años. Quienes la conocían la describen como una joven de marcada personalidad y rodeada de amistades. Una niña que contagiaba alegría y a la que le interesaban las actividades artísticas -especialmente telas-, leer, bailar, salir con sus amigas incondicionales, ayudar a la gente y a los animales. No le gustaba la geografía ni estudiar de memoria. Era determinante, sabía lo que quería ya desde chica y no paraba hasta conseguirlo. Se debatía entre ser psicóloga para ayudar a la gente o estudiar comportamiento animal. En los últimos tiempos ya no comía carne, tenía una alta empatía por el valor de la vida, en cualquiera de sus formas.

Lola tenía sueños. Quería viajar, llegar a ser vegana, conocer, seguir aprendiendo. Pero el 28 de diciembre de 2014 esos sueños se desvanecieron.

Martín Mutuverría es el protagonista de otra historia especial: trabajó en el mismo lugar donde será homenajeado, el Parque Rivadavia. "Mi papá cuidaba del parque durante sus horas de trabajo y fuera de ellas, ya que vivíamos a sólo dos cuadras del mismo. Su deseo fue que al morir sus cenizas fueran arrojadas en el parque, y su deseo fue cumplido. Por eso solicito se lo recuerde”, dijo su hija, María Isabel, una de las ganadoras, cuando solicitó su homenaje. Su placa dirá: “Jardinero del Parque Rivadavia de 1937 a 1967. Dedicado y comprometido con su trabajo, su recuerdo estará presente en este ‘SU LUGAR‘”.

El caso de Sebastián Grinberg también es conmovedor. A este vecino de Caballito, la muerte le llegó con apenas 11 años, producto de una neurofibromatosis, una enfermedad congénita. Su papá Mario, su mamá Marta y su hermanita Sofi lo homenajearán así: “Trepador del Ombú del Parque, te pensamos en cada mariposa, en cada luna llena. Sofi, Mamá, Papá. loquenotienenombre.com”

"Fueron once años en los que fue feliz trepando al Ombú del Parque Rivadavia, yendo al colegio en la Avenida Rivadavia y Quintino, tomando helado en Franklin y Virasoro y comiendo en La Esquina de Rojas. El porqué algunas vidas son más cortas que otras es un asunto que se nos escapa. La Neurofibromatosis interrumpió de una manera abrupta e inesperada una vida llena de ilusiones, propias y compartidas. Pero preferimos no quedarnos en el relato de la enfermedad y el dolor, y decir que Sebi fue un chico alegre, de risa contagiosa, amigo de sus amigos y constructor de un mundo propio y único", expresó su familia.

Sebi era amante de las estrellas y planetas, de la chocolatada fría, de los libros con personajes y los juegos de mesa. Fue un visitante frecuente del Museo de Ciencias Naturales y de la Asociación de Amigos de la Astronomía, en el Parque Centenario; creía en la naturaleza y en la ciencia, en los microscopios y en el Big Bang. Pero también jugaba al Loto en la agencia de Díaz Vélez e Hidalgo, y volvía soñando despierto con los viajes que iba a hacer cuando ganara. "Fundamentalista de las aceitunas sin carozo, alumno de la seño de inglés de Otamendi y Bogotá, resiliente de mil batallas, él y su magia intacta viven en el alma de todos los que lo amamos", afirmó su familia.

Participaron más de 500 porteños.

“Las plazas son el corazón de nuestros barrios, el espacio en el que todos compartimos con nuestros afectos momentos trascendentales de nuestra vida", afirmó Facundo Carrillo, secretario de Atención y Gestión Ciudadana, al mismo tiempo que expresó: "Es por eso que esta iniciativa ha tenido una gran repercusión y pone de manifiesto la importancia que tiene el cuidado del patrimonio urbano, porque es allí donde generaciones de porteños hemos crecido y dónde pretendemos que nuestros hijos también puedan crecer y disfrutar”.

El homenaje consiste en una placa sencilla colocada en un banco de plaza, grabada con una frase conmemorativa. Como en la edición anterior, la Ciudad proveerá el banco y la placa conmemorativa mientras que el vecino aportará los insumos necesarios para las tareas mantenimiento, refacción y limpieza de su banco apadrinado.

"Dada la cantidad de vecinos que se inscribieron en estas dos primeras ediciones, ya estamos evaluando cuáles van a ser las próximas plazas en las que extenderemos este proyecto de placas conmemorativas", anticipó Federico Di Benedetto, subsecretario de Comunicación de Participación Ciudadana.

Cómo empezó todo

La iniciativa de colocar placas conmemorativas en los bancos de plazas surgió a partir de un pedido muy especial de una vecina. Giselle Mazzeo buscó homenajear la historia de amor que tuvo con su pareja, quien en enero de 2017 falleció de un infarto fulminante mientras corría en una plaza del barrio Agronomía.

Al estilo de los parques londinenses y como ocurre en Notting Hill, la película favorita de Giselle y Martín, el homenaje consiste en una placa sencilla colocada en un banco de plaza, grabada con una frase conmemorativa. Giselle recurrió a las redes sociales de Horacio Rodríguez Larreta para contar su historia, y ahora gracias a su ejemplo, por segundo año consecutivo, otros vecinos tienen la oportunidad de colocar una placa en los bancos de dos grandes parques de la Ciudad.

La iniciativa de Participación Ciudadana en conjunto con la Subsecretaría de Gestión Comunal, dependiente de la Secretaría de Atención y Gestión Ciudadana porteña, serán quienes lleven adelante esta emotiva tarea, con el objetivo de recordar a quienes dejaron una marca en los corazones de los vecinos.

Similar a otros programas en el mundo como “Adopta un Banco”, del Central Park de Nueva York (Adopt-a-bench); los “Asientos de Presentación” de Edimburgo (Presentation Seats); “Árbol y bancos conmemorativos” de Toronto (Commemorative trees and benches); “Dedica un banco en el parque Centennial”, de Sydney (Dedicate a bench in Centennial Parklands) y “Bancos conmemorativos” de Londres (Memorial Bench), esta iniciativa permite que exista una colaboración entre el Gobierno de la Ciudad y aquellos ciudadanos que, cada vez más, manifiestan su intención de participar en el mantenimiento del patrimonio de la Ciudad, fortaleciendo su compromiso con lo público.

La iniciativa de involucrar a los vecinos en la toma de decisiones de la Ciudad forma parte de los compromisos que asumió el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Por ello, entre 2016 y 2017 se sometieron más de 200 proyectos a Participación Ciudadana.