Cultura

Patrimonio Cultural Hospitalario
Novedades del Atlas de Fiestas, Celebraciones, Conmemoriaciones y Rituales

Desafíos para una nueva metodología de relevamiento II:

El relevamiento del patrimonio inmaterial de la Ciudad de Buenos Aires se inició mediante prospecciones de diferente tipo. La aparición en un periódico nacional o en la televisión, los comentarios llegados desde conocidos o bien a través de investigaciones realizadas por académicos, fueron de los tantos caminos tomados para el conocimiento y reconocimiento de las expresiones vigentes.
Asimismo, se recurrió a los Centros de Gestión y Participación de la ciudad, las Juntas Históricas, también a los grupos de colectividades, a los líderes religiosos y finalmente a la “bola de nieve”, que es como se denomina desde la perspectiva antropológica la difusión de información que comienza a desarrollarse una vez en que quienes hacen el relevamiento comienzan a ser reconocidos y por tanto objeto de transmisión de datos acerca de nuevas expresiones.

Aún así consideramos improbable el relevamiento de la totalidad de fiestas, celebraciones y rituales a relevar, obviamente por un lado, porque el mismo viene siendo realizado en una gran ciudad, capital del país, como Buenos Aires, por el otro, no sólo por la magnitud geográfica y demográfica de esta urbe, sino y sobre todo, porque ninguna cultura y/o sociedad puede ser captada en su totalidad: nuestro ojo siempre selecciona, sesga y muchas veces lo hace con la complicidad de quienes nos ofrecen información y en función de ciertos énfasis ligados a lo que se busca, a los objetivos en este caso del Atlas, entre otras cuestiones.

Efectivamente, la selección es necesariamente inherente a la realización de inventarios, relevamientos, registros y aún más cuando se arriba a la decisión de patrimonializar. El acto de selección implica niveles de visibilización y de invisibilización.

Fue necesario desarrollar instrumentos teóricos, metodológicos y de gestión. El hecho de realizar este relevamiento en el ámbito urbano significó iniciar la organización de un encuadre metodológico peculiar a la ciudad. El trabajo en una metrópolis plantea toda una serie de desafíos, pues la escasa experiencia en relevamientos de patrimonio inmaterial, ha sido realizada entre “minorías”, grupos pequeños y ruralizados, poblaciones alejadas de los centros metropolitanos y los lugares de poder.

En este sentido, retomamos –aunque sea parcialmente- aspectos y componentes de la metodología etnográfica. La observación y registro de campo fue la estrategia por excelencia, aún a sabiendas de que la misma es sumamente pertinente para un relevamiento de esta naturaleza, pero al mismo tiempo puede inducir ciertos problemas.

Esta modalidad de trabajo implica tener un equipo muy bien entrenado, que pueda estar presente en el momento, el espacio y mientras el acontecimiento está ocurriendo. Esta es la parte no exótica del trabajo de campo antropológico, pues exige grandes esfuerzos y el contar con un grupo que de alguna manera se preparó e informó previamente al acceso al campo. Registrar “todo” lo que ocurre allí requiere un entrenamiento muy especial en el trabajo de campo –aún a sabiendas de que no todo podrá registrarse, sino nuevamente, aquello que nuestro ojo selecciona, sesga, distorsiona, etc.-.

Registrar no es preservar ni patrimonializar. Registrar es identificar, relevar, investigar, documentar. Registrar significa visibilizar. ¿Y que visibilizamos? Aquellas expresiones culturales y los sujetos y grupos sociales que las organizan y desarrollan en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires. Reiteramos, no todo es visibilizado, sin embargo, la visibilización implica la ampliación del espectro, es decir el remapeamiento y el re-encuadramiento de manifestaciones culturales y de sujetos involucrados.

El re-encuadramiento abre el mapa expresivo de la cultura urbana, incluyendo nuevos grupos sociales marcados por nuevas diversidades o por diferencias hasta entonces imprevisibles y/o impredecibles para el estado –muchas de ellas producto de auto-visibilizaciones-, o la propia ciudadanía; pero al mismo tiempo, tiende a cerrar, al menos parcial y/o coyunturalmente, dejando afuera a quienes deciden autoinvisibilizarse, o a quienes excluimos por efecto de nuestra propia selección.

Quien releva –en este caso el equipo del Atlas- accede fundamentalmente a lo que los sujetos deciden exhibir, o bien a lo que puede observarse –no todo lo que el grupo realiza es comprensible para quien releva y en ese sentido, lo que observa es una mezcla entre lo que se decide mostrar, lo que desde afuera se entiende que se muestra-, a su vez, hay elementos o componentes de las expresiones que ocurren en las intimidades del ámbito más privado del grupo social que necesariamente no son visibles para quien releva.

Como alguna vez señaló Gustavo Lins Ribeiro (1986) –un antropólogo brasileño- el equipo del Atlas realizó el relevamiento en el marco de procesos de “descotidianización”: en la necesaria tensión que se produce entre el entrar y salir de la comunidad (en este caso del momento en que se lleva a cabo la expresión, su dinámica y su desarrollo). Relevar, en este sentido, implica incorporarse mediante un proceso de atravesamiento de la expresión y la dinámica desarrollada por los sujetos –cual si fueran “capas de cebolla”- que se constituyen entre la “epidermis” de la manifestación y el núcleo más íntimo de la misma –.

Obviamente es probable que lo más externo sea lo más visible y aquello que se produce en el “corazón” de la celebración sea del orden de lo más privado y por ende menos mostrable, acotado al círculo íntimo de quienes organizan y ejecutan la manifestación –pero nada es tan rígido, ni previsible, como nada es tan ilimitado o flexible-.

¿Sabe usted porqué la marcha del orgullo gay se celebra en el mes de noviembre?

La marcha del Orgullo Gay, que se celebra todos los años desde 1992 y que tiene lugar el primer sábado del mes de noviembre, evoca la creación de Nuestro Mundo, el primer grupo homosexual-sexopolítico fundado en noviembre de 1967. Sin embargo la primera marcha y las cuatro siguientes fueron realizadas en una fecha distinta a la que se convoca hoy.

Las primeras manifestaciones tenían lugar los 28 de junio, en conmemoración de los denominados sucesos de Stonewall. El 28 de junio de 1992, unidos por la consigna “Libertad, Igualdad, diversidad” los homosexuales argentinos decidieron sumarse a la celebración mundial que recuerda la rebelión del 28 de junio de 1969 en  Greenwich (Nueva York) cuando la policía intentó reprimir a los homosexuales en el clásico bar Stonewall. En esta primera iniciativa, los manifestantes marcharon desde la Plaza del Congreso hasta la Plaza de Mayo, y aunque el número de manifestantes fue pequeño (250 personas) con el paso del tiempo el mismo fue creciendo y las adhesiones de distintos organismos y sectores de la sociedad fueron sumando apoyo y fuerza a la manifestación.

En el año 1997 con motivo del 30 aniversario de la fundación de “Nuestro Mundo”, la marcha comenzó a celebrarse el primer sábado de noviembre. Posteriormente, año tras año, las marchas se van haciendo cada vez más numerosas, cobrando carácter y trascendencia nacional y global. Su magnitud llega a tal punto que asisten visitantes extranjeros que se suman a los reclamos y proclamas por los derechos a la  igualdad, a la diversidad, y a la identidad.

Y como siempre…
Los invitamos a consultar las fichas etnográficas de las fiestas, celebraciones, conmemoraciones y rituales que se desarrollan en la Ciudad de Buenos Aires durante el mes de noviembre.

La Fiesta de Día de Muertos que por estos días comienza a prepararse, exhibirse y manifestarse en sociedades y culturas para las cuales la celebración a la muerte cumple un rol de relevancia –es lo que acontece en México, Guatemala, Bolivia, pero también en nuestras comunidades del Noroeste del país-, encuentra escasa repercusión a nivel local, especialmente de la ciudad de Buenos Aires.

A ello ha contribuido la última dictadura militar que derogó una serie de feriados nacionales, entre ellos el del 1 y 2 de noviembre, día de Todos los Santos y día de los Fieles Difuntos en el calendario católico. No obstante ello, la comunidad boliviana residente en Buenos Aires realiza el culto y ritual vinculado a la muerte en el que se fusionan elementos católicos y prehispánicos. Se trata de una manifestación cultural que espontáneamente realizan las familias bolivianas honrando a sus seres queridos fallecidos y enterrados en el Cementerio de Flores, acompañados con frecuencia por algunos sacerdotes de la Iglesia Católica del barrio en que viven.

El ritual se inicia el día 31 de octubre en el ámbito del hogar de cada familia, con el armado de pequeños altares para recibir a los “angelitos” que “bajan” en ese momento y vuelven a “subir” durante el mediodía del 1 de noviembre. Entonces se preparan los altarcitos, para honrar a los muertos adultos, en mesas cubiertas con mantos negros, donde se ofrenda comida y bebida y junto a los cuales se permanece durante toda la noche recordando al difunto, hablando sobre sus gustos, actividades, costumbres, etc..

El día 2 se lleva al cementerio lo que resta de esos alimentos. En esta fecha, es habitual ver junto a algunas tumbas del cementerio grupos de gente reunida comiendo, bebiendo y realizando, en algunos casos, aquellas actividades que le gustaban al difunto (desde jugar hasta escuchar música). A diferencia de lo que está sucediendo en otras culturas, el Hallowen, fiesta y celebración globalizada que acontece previamente al día de muertos, tiene aún escasa presencia en nuestra ciudad.

Aunque las calabacitas comienzan a exhibirse en las vidrieras de algunas tiendas de la ciudad, y algunos niños de algunos barrios y escuelas retoman la fiesta para ir casa por casa con su disfraz solicitando los consabidos caramelos y otros regalos brindados por los vecinos y padres participantes.

Unos días después, el 10 de noviembre, se festeja el Día de la Tradición, en homenaje al nacimiento de José Hernández, autor del poema gauchesco Martín Fierro. En la ciudad de Buenos Aires, la celebración central tiene lugar el domingo siguiente al 10 de noviembre en la Feria de Artesanías y Tradiciones Populares Argentinas del barrio de Mataderos, donde, además de recorrer la feria de artesanías gauchescas, disfrutar de la música y bailar folclore se puede presenciar el juego de pato, considerado deporte nacional.

Al día siguiente, el 11 de noviembre, tiene lugar la celebración de San Martín de Tours, patrono de la ciudad de Buenos Aires. El 20 de octubre de 1580, el Cabildo decide elegir por sorteo al santo patrono de la ciudad. Tras realizar tres veces consecutivas el sorteo, en las que, repetidamente, salió el papel con el nombre de San Martín de Tours, este santo de origen francés fue proclamado Patrono de la ciudad de La Trinidad –como se llamaba por ese entonces Buenos Aires –.

Hasta la Revolución de Mayo, se trató de una de las fiestas más importantes y coloridas de la ciudad. Se iniciaba el día anterior al 11 de noviembre, e incluía actos, misas y desfiles, corridas de toros, danzas, etc. En la actualidad esta fiesta se sigue celebrando aunque no con la pompa de otrora. La celebración principal tiene lugar en la Catedral Metropolitana en la que se ofrece una misa y un concierto en honor al santo. En la Iglesia San Martín de Tours ubicada en el barrio de Palermo, se ofrece una misa a la que concurren principalmente vecinos del barrio y personas vinculadas al Instituto San Martín de Tours ligado a la parroquia.

Asi mismo, también se celebran los cumpleaños de algunos barrios de la ciudad:
Villa Devoto, 12 de noviembre
Versalles, 16 de noviembre
Belgrano, 23 de noviembre
Sugerimos consultar el día de celebración en cada CGPC ya que suele realizarse el sábado o domingo que sigue a la fecha correspondiente.

Toda esta información podrá encontrarla en el Atlas de Fiestas, celebraciones, conmemoraciones y rituales. 

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