Jueves 18 de Marzo de 2021

19 de marzo: Día Mundial del Sueño

Para poder alcanzar un sueño reparador debemos prestar atención a nuestros hábitos cotidianos que muchas veces interfieren en nuestro descanso. Poder conciliar un sueño saludable nos permite obtener una mejor calidad de vida.

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El bienestar en salud comprende los aspectos biopsicosociales de las personas, es decir, que para alcanzar una buena calidad de vida, se tienen que tener en cuenta distintos aspectos de la salud física, mental y emocional.

En las sociedades modernas, el estilo de vida afecta nuestra salud, y como consecuencia surgen diversas enfermedades que impactan sobre gran parte de la población, entre ellas, las enfermedades vinculadas al sueño, que incluyen tanto la falta de sueño como la mala calidad del mismo. En el mundo se estima que, a lo largo de un año, entre un 30 y un 40% de la población adulta presenta alguna queja relacionada con el sueño.

Ciertamente, los cambios que se han producido en nuestra vida cotidiana y nos afectan a la hora de conciliar el sueño están vinculados, entre otras cosas, al uso excesivo de la tecnología, no sólo por la cantidad de horas que muchas personas pasan frente a la pantalla o a los dispositivos móviles, sino porque su uso se ha extendido al horario nocturno, y ha modificado el tiempo que debemos destinar al sueño para alcanzar una mejor calidad del mismo.

Otros cambios en nuestra vida diaria que afectan el sueño, tienen que ver tanto con los hábitos relacionados a la alimentación, y los cambios en los horarios de las comidas; como con la utilización de horarios tardíos destinados a realizar actividad física, la intensidad de las luces que se utilizan en los hogares, la utilización de la computadora, el celular y la televisión en el dormitorio, los altos niveles de contaminación acústica en las ciudades en horarios nocturnos, y la extensión de actividades durante la noche.

Como consecuencia, los problemas relacionados al sueño pueden producir alteraciones en la memoria, la atención y la concentración, así como cambios de humor. También puede aumentar la tendencia a desarrollar enfermedades como la hipertensión, y aumento de peso corporal, entre otros.

Algunas recomendaciones para mejorar la calidad del sueño:

  • Establecer horarios regulares de sueño y, si existe dificultades en la conciliación, evitar el sueño diurno
  • No utilizar pantallas (computadoras, celulares, televisión) en la habitación.
  • Las comidas más importantes son el desayuno y el almuerzo. No ingerir comidas pesadas en la cena.
  • Evitar el uso de sustancias estimulantes, con contenido de cafeína por la tarde-noche. El alcohol no mejora la calidad de sueño, por el contrario, es una sustancia fragmentadora del sueño.
  • La actividad física es mejor no realizarla cerca de la hora en se va a dormir.
  • Las luces de la casa luego del atardecer deben ser cálidas y preferentemente localizadas.
  • Evitar contaminación acústica luego del atardecer.

Enfermedades ligadas al Sueño:

Apneas de Sueño: La prevalencia en la población general aceptada tradicionalmente es de 3.1 a 7.5% en varones y 1.2 a 4.5% en mujeres pre-menopáusicas. En mujeres post-menopáusicas la prevalencia se equipara a la de los hombres. En una revisión de estudios epidemiológicos del año 2015, la prevalencia promedio de AOS fue de 22% en hombres y 17% en mujeres, en tanto que para el SAHOS la media estimada fue de 6% en hombres y 4% en mujeres

Insomnio: Se estima que, a lo largo de un año, entre un 30 y un 40% de la población adulta presenta alguna queja relacionada con el sueño. Esta prevalencia puede variar desde un 1,2% hasta un 48%, dependiendo de la forma de captación de los participantes y de si se limita a pacientes diagnosticados como insomnes, o incluyen los que tienen síntomas relacionados con este.

Movimiento periódico de las piernas: La prevalencia del la enfermedad es de un 11%. Habitualmente se presenta en mayores de 50 años, aumentando su prevalencia con la edad.

Sonambulismo: Se estima que la prevalencia en la población en general es entre 1% y 15%. El comienzo o la persistencia del sonambulismo en adultos es común y usualmente no está asociado con ningún problema psiquiátrico o psicológico. La falta de sueño, el uso de agentes sedativos (incluyendo el alcohol), otros medicamentos, y enfermedades febriles particularmente en niños, pueden precipitar el caminar dormido. La prevalencia total para el sonambulismo y los terrores nocturnos, es del 14.5% al 39.8% (del 8.9%, con un rango de edad de 15 a 24 años)

Parálisis de Sueño: La prevalencia en la población en general va desde 0,3 a 29%, de parálisis del sueño aislada. Asociada a la narcolepsia (con la que forma la tetrada narcoléptica), en aproximadamente 30 al 50% de casos