Miércoles 19 de Enero de 2022

Redescubriendo la Ciudad: Centro Cultural Recoleta

Sobre las bases de una de las construcciones más antiguas de la Ciudad de Buenos Aires, que en su momento fue el convento de los recoletos -orden religiosa que dio origen al nombre del barrio-, funciona desde hace más de tres décadas el Centro Cultural Recoleta.

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La larga historia de este espacio nos cuenta que allí estuvieron, durante el siglo XVIII, los claustros del convento de los Franciscanos recoletos -del cual también formaba parte la iglesia de Nuestra Señora del Pilar-. Luego de la Revolución de Mayo el lugar se convirtió en una academia de dibujo, creada por Manuel Belgrano. En 1822 el predio devino sucesivamente escuela de agricultura, jardín botánico, prisión y cuartel.

En 1834, después de la rebelión de Juan Lavalle, fue el primer Hospital de Clínicas y un asilo para enfermos mentales. Más tarde, Valentín Alsina inauguró allí el Asilo de Mendigos y luego, a partir de 1944, pasó a ser un asilo de ancianos. Es en los 80, cuando el lugar dio un giro que lo convirtió en el núcleo del arte joven de nuestra Ciudad, un espacio cultural tan ecléctico como sus devenires a lo largo de su existencia.

Inaugurado en 1980 bajo el nombre de Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, ya desde el comienzo se convirtió en el lugar para que cada artista pudiera reflejar libremente sus inquietudes y búsquedas. En una época donde había pocos espacios institucionales para expresarse el Centro alojó la vanguardia, las nuevas disciplinas (diseño y moda, por ejemplo) y todas las tendencias emergentes.

El Centro cuenta con salas permanentes dedicadas a la cultura adolescente, al hip-hop, al dibujo, una zona de estudio, un espacio de ocio y recreación, un bar y una tienda de objetos de diseño argentino contemporáneo, además de su Terraza, el Cine, el Laboratorio musical, el Centro de investigación, la Residencia para artistas, la Capilla y las salas de exhibición para artes visuales.

En sus espacios se cruzan actividades: artes visuales, música, danza, teatro, literatura y cine conviven en total libertad con las nuevas escenas culturales.

 

Algunos de los hitos más importantes del arte argentino contemporáneo que tuvieron lugar en el Recoleta fueron Gota de agua hidroespacial y Arco de triunfo de Gyula Kosice; las obras de Rómulo Macció y la escultura El pibe Bazooka de Pablo Suárez.

Se exhibieron las grandes obras de Luis Felipe Noé, de León Ferrari, Matilde Marín, Alfredo Prior, Inés Tapia Vera y Marta Minujín, entre otros. También contó con la presencia de artistas internacionales tan fascinantes como David Bowie, quien en 1997 dio un breve recital acústico en la capilla del Recoleta, interpretando Always Crashing The Same Car, Can't Read y The Superman. Yoko Ono en 1998 trajo su muestra En Trance, en la que cien ataúdes se ubicaban en un enorme galpón y del interior de cada uno de ellos crecía un árbol.

Los vecinos y las vecinas de la Ciudad, a través de Participación Ciudadana, pudieron acercarse al Centro a partir de diversas iniciativas, desde decidir que Clave 13/17 -un programa dedicado a que chicos y chicas de entre 13 y 17 años puedan compartir experiencias creativas y participativas- cuente con un área permanente en el lugar, hasta elegir qué autores formarían parte de los espacios de lectura, sin dejar de lado las visitas guiadas al Centro durante la, ya clásica, Noche de los Museos.

El Recoleta se caracterizó siempre por dialogar con su entorno y representar en su programación artística un clima de época, con referencias al contexto político y social de la Argentina y el mundo.

Durante el 2020 que atravesamos, tan particular y desafiante, generó espacios virtuales, como talleres y exhibiciones, con una agenda cargada de artistas, para seguir acercando la cultura joven y sus manifestaciones a las casas de los vecinos y las vecinas.