Viernes 01 de Agosto de 2014

Una política de gobierno

El Plan Maestro de Arbolado permite planificar a 10 años las tareas de arborización.

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En Buenos Aires, como en cualquier otra gran ciudad, los árboles cumplen una función vital. No solo hacen a la identidad paisajística del lugar, sino que brindan numerosos beneficios ambientales. Hoy, la ciudad tiene más de 425.000 árboles distribuidos entre sus distintos espacios verdes y sus veredas. Aquellos árboles que crecen en las veredas porteñas son conocidos, en conjunto, como Arbolado Público Lineal y se espera que, a través de la ejecución del Plan Maestro de Arbolado, dentro de un plazo de 10 años se puedan sumar 70.000 nuevos ejemplares y así mejorar la calidad de vida de los porteños.

El Plan Maestro de Arbolado fue presentado en 2013 por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y, si bien su objetivo concreto es aumentar la cantidad de ejemplares árboles en las veredas, también busca solucionar un problema que el arbolado enfrenta desde hace décadas: la falta de planificación.

El desarrollo histórico del arbolado

La conformación del Arbolado Público Lineal fue modificándose a lo largo de los años. En 1863, el ensanchamiento de las vías de tránsito dentro de la ciudad permitió plantar unos 185 paraísos en las veredas de la avenida Belgrano, entre Sarandí y Entre Ríos. Sin embargo, se considera que las tareas de arbolado sistemático empezaron en 1881, ya que en ese año se comenzó a detallar anualmente las intervenciones realizadas en este aspecto.

De todas formas, para 1885 la ciudad solo contaba con unos 1.100 árboles y la plantación estuvo ligada, en su mayor parte, al accionar de los mismos vecinos. A pesar de su buena intención, la falta de asesoramiento a menudo repercutió en forma negativa. Por ejemplo, las raíces de los ficus (una de las especies más plantadas por los vecinos hoy en día) son las responsables del levantamiento de veredas y la rotura de cañerías.

El desarrollo del arbolado continuó y tuvo a la familia Thays como una de sus principales responsables. Con la llegada del célebre arquitecto y paisajista Carlos Thays a la Dirección de Parques y Paseos de la ciudad, el APL experimentó su primer gran impulso. Durante su gestión (entre 1891 y 1913), se plantaron 150.000 nuevos árboles y, casi tres décadas después, mientras Carlos Thays hijo estaba al frente de la Dirección, se registró el índice más alto en la historia del arbolado, que alcanzó los 450.000 ejemplares. Desde entonces, jamás se logró superar ese índice y, a partir de la década del 50, la Ciudad comenzó a forestarse sin objetivos paisajísticos concretos. Para 1993, la cantidad de árboles en las veredas había descendido a 328.000 y solo ascendió a 357.000 árboles en el 2001.

El futuro de los árboles

El Plan Maestro de Arbolado busca revertir la falta de planificación de décadas anteriores a través de la transformación del arbolado público en una verdadera política de Estado. Para ello, se va a trabajar en el aumento y en la mejora del APL, plantando distintas especies de árboles que aseguren una biodiversidad acorde con los estándares recomendables.

Actualmente, la ciudad cuenta con 24.000 planteras, que son espacios donde se interrumpe la vereda para plantar nuevos árboles. Además, existen unos 30.000 sitios potenciales donde pueden abrirse nuevas planteras. Los demás espacios necesarios para plantar los restantes árboles que propone el Pan Maestro de Arbolado están actualmente ocupados por distintas especies de arbustos y palmeras que irán siendo transplantadas desde las veredas hacia distintos espacios verdes. Este reemplazo se realiza porque ni las palmeras ni los arbustos pueden brindar los servicios ambientales que los árboles aportan, principalmente gracias a sus copas. Algunos de estos beneficios son:

  • Producir sombra, que ayuda a refrescar el ambiente.
  • Retener un alto porcentaje del polvo y de partículas de carbón en suspensión, que son generadas por el tránsito vehicular.
  • Mitigar las inundaciones y ayudar a reducir el riesgo de inundaciones repentinas, ya que interceptan las lluvias torrenciales.

Las dos especies más comunes de palmeras de la Ciudad son la palmera yatay, nativa de las zonas adyacentes al río Uruguay, y la palmera pindó, proveniente del delta. Esta última se encuentra en mayor proporción y representa un 0, 5 % del Arbolado Público Lineal, una cantidad que supone cinco veces la población total de lapachos, uno de los árboles nativos que el Plan Maestro propone plantar en las veredas.

Para más información sobre las características el arbolado urbano de Buenos Aires, ingresá acá.