Viernes 22 de Agosto de 2014

Un recorrido bien tanguero

Las ocho estaciones de la Línea H homenajean a grandes íconos del 2x4.

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Las obras de arte emplazadas en las ocho estaciones de la Línea H homenajean a un ritmo que, desde su nacimiento en los arrabales del Río de la Plata, identifica a los porteños en todo el mundo.

El recorrido, desde la cabecera sur en la estación Hospitales, comienza con murales realizados por Leandro Frizzera y Martín Ron que retratan el temple del maestro del lunfardo Ángel Villoldo y la mirada melancólica de Tita Merello.

En la siguiente estación, Parque Patricios, los usuarios pueden apreciar las obras de Marcelo Mortarotti dedicadas al talentoso bailarín Tito Luisardo, quien protagonizó El día que me quieras (1935) junto a Carlos Gardel y fue un verdadero compinche del Zorzal.

Un paseo por la vasta trayectoria de Julio De Caro tiene lugar en la estación Caseros, donde la ornamentación revive momentos que el pianista compartió con otros revolucionarios del género como Astor Piazzolla y Eduardo Arolas.

En la estación Inclán, del trazo de Alfredo Sábat, surgen en el vestíbulo una maleva y una paisana que recrean grandes papeles de Azucena Mainzani, toda una leyenda de la milonga que, en los comienzos del cine sonoro, deslumbró con su voz y su presencia.

En los andenes de la estación Humberto 1º, el reconocido ilustrador Oscar Grillo retrató a Francisco Canaro en los comienzos de su carrera, mientras que en el vestíbulo reflejó a Pirincho ya consagrado en París.

Desde el túnel de la estación Venezuela asoma un rostro típico de los años ’40 en recuerdo a Vida mía, una composición emblemática de los hermanos Osvaldo y Emilio Fresedo.

En la estación Once, distintos pasajes de la vida del genial Aníbal Troilo se desprenden del pincel de Hermenegildo Sábat, quien dirigió el proyecto de ornamentación de la estación y decoró con su arte vestíbulos, pasillos de combinación y escaleras.

Finalmente, en la estación Corrientes, un gran homenaje a dos grandes del tango: Enrique Santos Discépolo y Carlos Gardel de la mano de dos maestros del filete porteño como Jorge Muscia y Alfredo Martínez.