Lunes 19 de Febrero de 2024

Tiene 7 años y quería aprender sobre el espacio, el Big Bang y los agujeros negros: la mamá lo anotó en un taller en El Planetario

Como Joaquín, decenas de chicos y adolescentes de la Ciudad y alrededores participan de las actividades de verano que se ofrecen en el peculiar edificio de Palermo. Las actividades estivales incluyen espectáculos astronómicos en el Domo, visitas guiadas gratuitas, talleres, cursos, un museo espacial y observaciones con telescopios. Hay funciones para personas con discapacidades.

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Joaquín es intenso. Lleva un ritmo que cuesta seguir. Y tiene unas ocurrencias que generan permanentemente carcajadas. Mamá Laura es especialista en seguirle el tren. Disfruta con la personalidad de su hijo y sabe contenerlo cuando es necesario. Por eso no dudó cuando él le dijo que quería "aprender sobre el espacio, el Big Bang y los agujeros negros": buscó en Internet y lo anotó en un taller de verano para niños en El Planetario.

Joaquín es uno de los centenares de chicos que este verano se acercan a participar de alguna de las actividades que ofrece la entidad educativa en los bosques de Palermo. Como es para menores, la inscripción y cursada requiere de la participación y seguimiento de los padres, exactamente igual a si los chicos fueran a una escuela: el Planetario depende del Ministerio de Educación.

"Hola, yo soy Franco. ¿De qué partículas está hecho el Universo?"

-¡Profe! Yo quiero saber algo: ¿adónde te lleva un agujero negro?
-El martes que viene hablamos de ellos y lo charlamos, ¿dale?
-Dale. Porque yo quiero saber si te lleva a otro mundo o al infierno.

Planetario - Joaquín 02

“Profe” es Estefanía Coluccio Leskow, doctora en Física y gerenta operativa de El Planetario, quien además se reserva para sí el dictado de algunas de las actividades programadas.

Los diálogos y las preguntas que se escuchan en la casi hora y media que dura el taller muchas veces hacen reír a ella y a los padres. Una de las naves del Domo es territorio exclusivo para los chicos participantes. Los padres se ubican en las naves aledañas y disfrutan las ocurrencias de los enanos.

El guión que sigue Estefanía recorre ítems como la formación del Universo, los agujeros negros, los átomos, el Big Bang, los elementos, la luz, las galaxias y los satélites. Y es acompañado con la proyección en el Domo de imágenes y videos didácticos que dispara Alberto desde una consola. La imaginación de los chicos vuela muy alto.

Planetario - Joaquín 03

"Durante el verano El Planetario Galileo Galilei está abierto todos los días excepto los lunes. Tenemos cuatro funciones diarias en el Domo, shows inmersivos en esa cúpula con forma de semiesfera que tiene el edificio, para gente de todas las edades, chicos, grandes", cuenta la máxima autoridad del organismo y a la vez docente.

"Como la gente viene mucho a El Planetario -continúa -y las funciones se agotan rápidamente, tenemos preparadas una batería de actividades para la gente que no pudo reservar online, o simplemente para que el que pasa por el Parque 3 de Febrero y quiere visitar El Planetario, tenga algo para hacer”, razona. Nadie se va con las manos vacías.

“Entonces ponemos a su disposición dos visitas guiadas todos los días, que consisten en aprender la historia de la institución y también conocer la piezas museológicas que tenemos, por ejemplo, las rocas lunares, que fueron traídas por la Misión Apolo XV y la NASA repartió a un grupo de países privilegiados, entre ellos, la Argentina", enumera Coluccio Leskow. En el edificio, las rocas lunares son las estrellas más preciadas, valga la redundancia.

Planetario - Joaquín 04

Salvo las funciones en el Domo, para las que hay que comprar entradas online, todas las demás actividades son gratuitas.

La química de Estefanía con los chicos es especial. Ella sabe cuándo dejar que sus imaginaciones vuelen y también pedirles que guarden silencio y presten atención cuando va a hablar de un tema nuevo. Como un jinete va soltando y tirando las riendas del caballo

Coluccio apunta que "en el museo tenemos una biblioteca virtual que se puede recorrer libremente y así aprender un montón de cosas sobre el Universo. Hay juegos para los más chicos. Y les vamos contando todo lo que hay para ver. Está buenísimo y los invito a venirse".

Planetario - Joaquín 05

Una vez que termina la última sesión, rodeada de sus alumnos, Estefanía posa para la foto que un ejército de padres orgullosos captura con sus celulares. Luego, los chicos hacen fila y uno por uno saludan a "la profe". Alguno le lleva un dibujo. Ella muestra uno que le acaban de dar y explica sus partes: "Al principio pensé que era un astronauta en La Tierra con una nave espacial. Pero él me explicó que no. Y viéndolo está clarísimo. Esta es La Luna (señalando un círculo). Hay un astronauta en La Luna. Un cohete que está como amarrado a La Luna con una soga, me explicó. Esto que está acá es el Big Bang. Arriba escribió un millón, como queriendo decir que hace mucho tiempo ocurrió el Big Bang. Esto de acá, dice señalando un círculo a la derecha del dibujo, no es un astro sino un átomo, porque aprendimos de qué está compuesto el Universo. Acá dibujó unas estrellas. Acá dibujó una galaxia. Y por último (señalando arriba a la derecha) acá está La Tierra, chiquitita porque es desde el punto de vista del astronauta que está en La Luna". En su oficina Estefanía tiene por lo menos una docena de esos dibujos.

El clima que hay después de la última clase es de algarabía. Pero también hay cierto dejo de nostalgia porque la magia del encuentro en el taller ya no se va a repetir las próximas semanas. Los chicos preguntan cuándo pueden volver. Ella les dice: "siempre".

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Durante la época de clases cambia toda la programación porque el principal objetivo de El Planetario es contribuir con la educación de los chicos y chicas de las escuelas, públicas y privadas, de la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. "Entonces hay cinco funciones diarias con una capacidad para 250 alumnos. Al final del año, alrededor de 60 mil chicas y chicos pasan por El Planetario. Y además hay dos funciones en la semana para público en general. Y luego, el fin de semana tenemos siete funciones para el público que venga", explica.

El Planetario tiene actividades para todo tipo de discapacitados. "Hay funciones accesibles, para personas con espectro autista, en las que se les cuenta a los asistentes lo que va a suceder, se disminuyen las luces, los sonidos son más atenuados, los efectos un poco menos espectaculares, no hay sorpresas y se les permite que puedan movilizarse por la sala", describe. "Por otro lado -continúa- hay funciones para personas sordas, que son iguales a las funciones regulares pero hay personas que traducen en lenguaje de señas lo que se está exhibiendo y lo que se dice".

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También hay actividades para gente ciega. Y  para aquellos que tienen discapacidades motrices, El Planetario no tiene ascensores pero sí tiene rampas que les permiten llegar al segundo piso y disfrutar de una función en el Domo. O si quiere movilizarse por el museo “siempre los asistimos".

"Y si nos escriben porque alguna persona o grupo de personas tiene alguna discapacidad y quieren venir al Planetario, siempre tenemos algo para prepararles y ofrecerles: armamos algo especial para ellos”. Todos son bienvenidos.

Mientras habla y luce su remera con el logo de El Planetario, uno de los chicos pasa acompañado de sus papás y la saluda: "Chau profe". "El jueves -se ríe Estefanía- una nena me preguntó dos veces dónde podía comprar un pañal de astronauta. A la tercera vez, la nena que estaba sentada al lado le dijo: la semana que viene te traigo uno de mi abuela".

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Coluccio suele volcar en las redes sociales algunas de las experiencias divertidas y desopilantes que le tocan vivir al mando del taller. Con los chicos. Y también con los adolescentes que tienen sus talleres y terminan muy compinches con ella.

"Acabo de enterarme que una nena de 9 años se anotó en el curso que daré la semana que viene en el @planetarioBA porque, palabras textuales: "Quise aprender sobre las estrellas y apareció en Google", contó en su cuenta de X (ex Twitter) Estefanía y cosechó centenares de likes y reposteos. En el formulario de inscripción se les pide a los chicos que expliquen qué les interesa del taller y qué expectativas tienen.

Brianna, aquella nena de 9 años, había asistido a todas las clases del taller, los martes y jueves a las 11 de la mañana, durante tres semanas. Menos a la última: esa mañana amaneció con fiebre y tuvo que quedarse en casa. Las asistentes de Coluccio Lescow se comunicaron rápidamente con los padres y se preocuparon de hacerle llegar el diploma que acredita su participación en el taller, con su nombre y apellido. Todos los chicos recibieron el suyo. Joaquín, Franco y Brianna. Ninguno fue la excepción.

Planetario - Joaquín 08

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