Juegan, aprenden y reciclan: alrededor de 600.000 alumnos de escuelas porteñas ya pasaron por capacitaciones para separar basura en unos 95.000 cestos duales instalados en los edificios a donde van todos los días a estudiar. De ese modo, los chicos recuperaron desde 2010 unas 1.700 toneladas de material reciclable, el equivalente al peso de 630 elefantes. Además, contribuyen cada día más al compromiso que asumimos hacia 2019: duplicar nuestra capacidad de reciclado de 400 a 800 toneladas diarias.
Para eso, buscamos que todos los vecinos participen, desde los niños hasta los adultos mayores. También con ese objetivo como horizonte, en enero pasado inauguramos la primera planta “MRF” de residuos secos de la Ciudad de Buenos Aires, instalada en el barrio de Villa Soldati, que permitirá recuperar 10 toneladas de desechos por hora y tratará el 30% de los residuos que producen los porteños.
También continuaremos instalando puntos verdes para que más vecinos tengan un lugar cercano donde entregar sus reciclables. Queremos involucrar a todos y creemos que la conciencia ambiental empieza desde la infancia. Más de 2.500 establecimientos educativos públicos participan del programa Escuelas Verdes, que el Gobierno de la Ciudad implementa desde 2010 a través del Ministerio de Educación.
Escuelas Verdes tiene como misión que los estudiantes aprendan a distinguir entre el material que puede ser reciclado y los residuos que deben ser tratados como basura. El objetivo es que los chicos separen directamente en los cestos duales instalados en sus escuelas. Luego, un camión del Ministerio de Ambiente y Espacio Público pasa a retirar el material y lo entrega a recicladores urbanos para ser procesado y enfardado.
El programa del Ministerio de Educación de la Ciudad propone capacitaciones para alumnos y docentes, material informativo, concursos, eventos, reconocimientos y visitas educativas a diferentes espacios que forman parte de la red de reciclaje. Si sos profesor o directivo, podés inscribir a tu escuela en este enlace.
Creemos que los chicos pueden ser agentes de cambio en sus familias y grandes difusores de los hábitos que persiguen el cuidado del medio ambiente. El efecto multiplicador es infinito: el cambio en la sociedad empieza en cada individuo y los alumnos de las escuelas públicas de la Ciudad son el mejor ejemplo.
