Julian Pinzas es de esas personas apasionadas por todo lo que hace en la vida. En su caso particular por el karate y por la kinesiología. Y una clara muestra se ve cuando el campeón panamericano mueve su cámara y se ve detrás de él un tatami y una camilla de kinesiólogo. Todo eso en su propia casa.
“En estas épocas de pandemia tuve que agiornarme y aprender a usar la tecnología para continuar con mis clases”, le cuenta Julián a Juan Martin Rinaldi en un nuevo “Mano a mano” en el Instagram Live de #DeportesBA.
Pinzas hoy en día está un tanto alejado de la práctica del karate, pero no de la enseñanza. “Estoy en el proyecto Dakar 2022 y estamos entrenando a varios chicos y chicas, como así también a varios pequeños que están comenzando con el karate”, relato este fanático hincha de River.
De todas maneras, y ante la inquisitoria de Juan Martín sobre su futuro sobre un tatami, Julián no dió por cerrada la puerta: “A Tokio no llego, estoy lejos de una clasificación, pero quien te dice que para algunas competencias más adelante. Por ahora estoy muy enfocado en esta nueva etapa como entrenador y por supuesto con mi profesión, la kinesiología”.
Se lo nota apasionado cuando habla. Sin dudas ama lo que hace, y a él nunca le importaron las barreras para llevar adelante sus sueños. Mientras se preparaba para un torneo, estudiaba. “Fue muy duro. Entrenamiento, facultad, entrenamiento, mi casa a dormir. Así durante varios años, pero valió la pena. El tema es que si tanto en la vida, como en el deporte, tenés los objetivos claros, no hay barreras que te impidan lograr la meta”, remarcó el karateca.
Y uno de esos grandes objetivos que tuvo en su vida fueron los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, donde se coronó campeón e hizo llorar as todo el país con su emoción. “Fue increíble aquello de Toronto. El momento más feliz de mi vida en lo deportivo. Fue como estar en Disney. Salió todo perfecto. Estar en lo más alto del podio y ver la bandera argentina arriba de todo fue muy emocionante”, recordó este deportista nacido hace 29 años en el barrio de Barracas.
Precisamente sobre su mayor logro deportivo conseguido en Canadá, Julián remarca una y otra vez "fui de punto a esos Juegos", aunque dentro suyo y en "un cuaderno" él sabía que ser campeón era posible. Y para reafirmar aquellos deseos sale de cámara para buscar un cuaderno, ya un tanto amarillento, donde hace cinco años atrás, meses antes de Toronto 2015, escribió "Quiero ser campeón de los Juegos Panamericanos". Toda una premonición.
Julián es nacido y criado en el sur de la Ciudad y ahí de su casa, dónde aún viven sus padres, está el club Santa Lucía, lugar al que comenzó a ir de pequeño. "A eso de los cuatro años comencé a ir al club y me enganche con el karate y desde ahí no paré más" recuerda. Y amplió: "Una y otra vez resaltó que los clubes de barrio nunca deben perder su esencia, forman y contienen a las personas"
¿Qué te enseñó el Karate?, le preguntó Rinaldi "El karate te forma la filosofía de vida, la constancia, la disciplina, la conciencia corporal. Todo eso me ayudó y me ayuda en el día a día". Julián sigue con su vida yendo todos los días al Hospital Bernardo Houssay de Vicente López a cumplir con sus funciones de kinesiólogo y se hace sus tiempos para dar clases virtuales de karate, y en épocas normales para ir a ver al club de sus amores, River.
"Después de Toronto pude conocer al plantel y a Gallardo, fue un momento único", se alegra.
