Martes 29 de Enero de 2013

Historias de mi Comuna: Hotel de los Inmigrantes

Se comenzó a construir en el año 1906 para recibir, prestar servicios, alojar y distribuir a los miles de inmigrantes procedentes de todo el mundo. Una comisión abordaba los barcos recién llegados y chequeaba documentación y estado de salud de los pasajeros para permitirles el ingreso a nuestro país. Una vez desembarcados, se iban caminando hasta allí, donde eran alojados.

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En el número 1355 de la calle Antártida Argentina

La mayoría de nuestros abuelos llegaron a este país en oleadas. Los empujó su tierra, la guerra y el coraje necesario para “Hacer la América”. Llegaban de a miles al puerto de Buenos Aires en barcos que eran un poco menos lujosos que lo que prometían los afiches que los invitaban a la Argentina. Pero no eran malos barcos, tampoco incómodos. De todos los países y de toda laya. Buenos Aires era una Babel donde nadie podía entenderse hablando, habrán aparecido esos gestos universales de la mano extendida, de la sonrisa franca y del pan compartido.

Se forjó en este entrevero un fenómeno lingüístico único: el lunfardo. No es un argot ni una jerga, tampoco un dialecto o un exótico “papiamento sudamericano”. No. El lunfardo es el código con que se comunicaban los malandrines de nuestro país. La palabra lunfardo significa ladrón. Tan fuerte fue este fenómeno, que muchas de las palabras de nuestro castellano fueron sustituidas por voces del lunfardo.

A fines del siglo XIX comenzó la corriente inmigratoria impulsada por políticas de nuestro gobierno que necesitaba poblar nuestro extenso territorio. La Comisión de Inmigración en el año 1872 abrió la Oficina de Trabajo que se ocupaba de enseñar oficios a los recién llegados o conseguirles empleo. Con el tiempo se fueron sumando diversos pabellones que solucionaban las necesidades de los inmigrantes. En primer lugar el desembarcadero, luego la oficina de trabajo, la dirección, el hospital, y por último el hotel.

El hotel permitía alojar hasta 3 mil personas.

El Hotel de Inmigrantes se comenzó a construir en el año 1906 para recibir, prestar servicios, alojar y distribuir a los miles de inmigrantes procedentes de todo el mundo. Una comisión abordaba los barcos recién llegados y chequeaba documentación y estado de salud de los pasajeros para permitirles el ingreso a nuestro país. De esta forma, los inmigrantes, una vez desembarcados, se iban caminando hasta allí, donde eran alojados.

El Hotel era una construcción con un sistema de losas de hormigón armado sobre columnas de ritmo uniforme. Tenía cuatro pisos, en la planta baja se encontraba el comedor y en los pisos superiores estaban los dormitorios. Habían cuatro por piso, con una capacidad para doscientas cincuenta personas cada uno, lo que significa que en el hotel ¡podían dormir tres mil personas!

Los despertaban las celadoras, muy temprano. El desayuno consistía en café con leche, mate cocido y pan horneado en la panadería del hotel. Durante la mañana, las mujeres se dedicaban a los quehaceres domésticos, como el lavado de la ropa en los lavaderos, o el cuidado de los niños, mientras los hombres gestionaban su colocación en la oficina de trabajo.

Se habían dispuesto turnos de almuerzo de hasta mil personas cada uno. Al toque de una campana, los inmigrantes se agrupaban en la entrada del comedor, donde un cocinero les repartía las vituallas. Luego ellos se instalaban a lo largo de las mesas a esperar su almuerzo. Este consistía, generalmente, en un plato de sopa abundante, y guiso con carne, puchero, pastas, arroz o estofado.

A las tres de la tarde a los niños se les daba la merienda. A partir de las seis comenzaban los turnos para la cena, y desde las siete quedaban abiertos los dormitorios. Cuando ellos llegaban al hotel, se les entregaba un número que les servía para entrar y salir libremente, y aprovechar el tiempo para conocer de a poco la ciudad. El alojamiento, gratuito, era por cinco días, por "Reglamento", pero generalmente se extendía por caso de enfermedad o por no haber conseguido un empleo.

El hotel dejó de funcionar en 1953 y en 1995 fue convertido en monumento histórico nacional. En la actualidad pertenece a la Dirección Nacional de Migraciones y el antiguo Hotel de Inmigrantes fue convertido en el Museo Nacional de la Inmigración o «Museo Hotel de Inmigrantes».

Ese hotel es el que le dio la bienvenida a tu familia cuando llegó a estas Pampas… es parte de tu pasado y el de la mayoría de los porteños. Cunita donde se forjó, quizás, nuestro carácter corajudo, laburante y testarudo. ¡Vení a conocerlo!