Sendero "Árboles de mi Ciudad"

Bienvenidos al Sendero de los árboles de mi Ciudad

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"Infunde verdadera tristeza, señor Intendente, ver cómo están tratados una gran parte de esos árboles y la mayor parte de ese sentimiento se produce al pensar, que los estragos cometidos en perjuicio de esas plantaciones, lo son por el puro gusto de hacer mal; casos previstos y penados en todo país civilizado a la par de los atentados a las personas, sino con más rigor aún, por lo que siendo cosa confiada a la fe pública, el delincuente asume tanta más responsabilidad."

Eugenio Courtois, 1887, Director de Paseos

"La destrucción que hace el público de estos árboles y de las plantas de las plazas es enorme, teniéndose que sostener una lucha diaria con los cocheros, los vagabundos que se apoderan de los bancos y la falta de escrúpulos de personas pertenecientes a las clases más elevadas. Muchas recomendaciones he dirigido al pueblo ya por los diarios, ya por los carteles colocados en la vía pública o enviando una circular a cada uno de los que posee un árbol frente a su propiedad, incitándoles a su riego y cuidado y haciéndoles presentes las ventajas que para ellos y sus familias representaba esa planta. Poco o nada se ha conseguido pero a pesar de esa indiferencia y debido tal vez a ser más grandes los colocados este año, sólo tendrán que ser reemplazados unos 300 de los 4580 plantados."

Juan Antonio Buschiazzo, 1890-1892, Director de Obras Públicas

NA: En fecha 30 de mayo de 1892 se sancionó la primera ordenanza que establecía responsabilidades y penas para los que destruyesen los árboles.

"En el tiempo a que se refiere esta memoria, la cantidad de árboles colocados en las calles y avenidas alcanza a 4746. Debo hacer constar el mejoramiento considerable obtenido en estos últimos años en lo que se refiere a la conservación de los árboles. Las ordenanzas dictadas al respecto han producido benéficos resultados y puede decirse que ahora no se producen en un mes las destrucciones que antes aparecían diariamente."

Carlos Thays, 1895, Director de Paseos

El Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires comenzó a plantarse en 1892, sobre terrenos ya parcialmente ajardinados que pertenecían a un organismo nacional, el Departamento de Agricultura.

Entre sus actividades principales, estaba la de cultivar árboles de buena calidad que luego serían plantados en toda la ciudad: en las avenidas, calles y bulevares y en las plazas y parques públicos.

Los textos que figuran al principio pertenecen a las Memorias de la Intendencia Municipal de aquella época y son parte de los informes anuales que realizaban funcionarios que, con el devenir de la historia, se convirtieron en grandes hacedores del urbanismo de nuestra ciudad.

Queda claro que el manejo y el cuidado del arbolado urbano son problemas de larga data; problemas que subsisten en nuestra época, cuando tenemos una ciudad arbolada y verde, que suele despertar la admiración en muchas de las personas que la visitan.

El valor del arbolado urbano no ha cambiado en cuanto a los principios que rigieron las primeras plantaciones: se plantaban árboles por estética y por salud, siguiendo los principios del higienismo, una teoría desarrollada en Europa que justificaba la presencia de los vegetales en el entorno urbano.

Estos principios son hoy más necesarios aún: la salud de los habitantes urbanos, la calidad del aire que respiran, el manejo de las corrientes de agua y las inundaciones, la moderación de las temperaturas extremas y, claro está, también la belleza, convierten al arbolado de la ciudad en uno de los elementos imprescindibles de nuestro patrimonio público.

Sin embargo, lo que no se conoce no puede cuidarse.

Te invitamos a recorrer este Sendero de los Árboles de mi Ciudad y a conocer algunas especies convenientes y otras que no lo son, para el arbolado de alineación. Podés verlos en su tamaño adulto y así tener una idea de su aspecto y también de las ventajas y desventajas que tiene su plantación.

De este modo podrás comprender por qué el árbol –el de la puerta de cada casa, el que sombrea una avenida, el que florece o cambia el color de sus hojas- es un “conciudadano” que nos beneficia y nos ayuda.

Dale a los árboles el amor que merecen. Recordá que no se pueden pisar los canteros. Observá a las plantas desde la distancia del camino. Están identificadas con un punto naranja.

1. Peltophorum dubium (ibirá pita): Distribuido en Brasil, Paraguay, Uruguay; en nuestro país se lo encuentra naturalmente en el área correspondiente a la Selva en galería. Es un árbol majestuoso, que puede alcanzar 30 m de altura. Mantiene el follaje durante la mayor parte del año, con hojas compuestas, de un verde profundo y brillante.

La floración espectacular es en verano, a partir del mes de enero, con grandes panículas de flores amarillas. Luego los frutos (secos, marrones) permanecen durante un tiempo en la planta. Fácil de cultivar, se ha incorporado al arbolado urbano de varias ciudades de la región pampeana: Rosario, Córdoba, Santa Fe.

Fue incorporado al arbolado en las calles de Buenos Aires alrededor de 1930, en la calle Lavalle, entre Callao y Montevideo, con ejemplares que aún pueden apreciarse. También existen ejemplares importantes sobre la calle Forest; en las plazoletas sobre la Av. 9 de Julio hacia el sur (altura Moreno), forman parte de un diseño especial con árboles nativos (idea de Nicolás García Uriburu hace más de 40 años), donde alterna con lapachos, jacarandás y palos borrachos, junta a las tipas que ya existían.

2. Acer negundo (arce común): Es una especie nativa de América del Norte. De rápido crecimiento, alcanza entre 10 y 15 m de altura, de copa globosa y follaje caduco. Hojas compuestas color verde claro, que viran a amarillas en otoño antes de caer; brinda sombra trasparente. Las flores no son vistosas, pero al fructificar, son característicos los racimos colgantes de sámaras.

Ya mencionado en arbolado urbano (veredas entre medianas a anchas) y en parques en el año 1887, con 522 ejemplares plantados, fue muy difundido en el siglo XX por su rápido crecimiento y su adaptabilidad al clima de la región pampeana. Sin embrago, con el tiempo se comprobó que no es tolerante a las podas habituales del arbolado urbano, y que debido a las características de su madera, las heridas de poda se convierten en puerta de entrada para agentes de pudrición (varias especies de hongos) y taladros.

Los inconvenientes mencionados, sumados a una rápida obsolescencia de los ejemplares, hacen que este arce ya no sea recomendado como especie de arbolado urbano. Sin embargo, otras especies de Acer se han incorporado al arbolado de la ciudad: buergerianum, saccharinum y platanoides entre otros.

3. Phytolacca dioica (ombú): Llamado bellasombra en España, imboú (en guaraní). Nativo de Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay. En contra de la creencia general, el ombú no es nativo del pastizal pampeano. Es oriundo de los montes del nordeste argentino, que llegan al sur hasta los talares de barranca del norte bonaerense. Allí aparece con su forma natural, un estilizado árbol con tronco alargado, diferente a los cultivados en plazas, donde no tienen ninguna competencia por la luz y pueden crecer a sus anchas.

Se la considera una herbácea gigante ya que su madera no se lignifica y al corte su crecimiento se aprecia como láminas, como hojas de hojaldre; alcanza entre 7 y 12 m de altura, dioico (sexos separados en individuos diferentes), con la copa densa, redondeada e irregular, con ramas gruesas; tronco cilíndrico, muy ensanchado en la base, llegando a formar con el paso de los años un pedestal del que pueden salir otros troncos; corteza áspera, fisurada, castaño-amarillenta. Follaje semicaducifolio, hojas alternas, simples, oblongas, de color verde lustroso, con el nervio central marcado. De valor medicinal, forma parte de mitos y leyendas; está vinculado al acervo folklórico de las pampas.

Por las características de su crecimiento, no debe instalarse en aceras, cerca de edificaciones. Su empleo debe limitarse a jardines y parques de gran dimensión con espacio suficiente, a los que aporta sombra densa.

Durante el siglo XIX, formó parte del arbolado de la ciudad, especialmente de la llamada “alameda”, a lo largo del Paseo de Julio. Muchos grabados de la época permiten identificar su presencia en las aceras coloniales. También el parque Tres de Febrero tuvo bosquecillos notables de ombúes.

4. Tipuana tipu (tipa blanca): Especie nativa de las yungas, en la provincia de Tucumán, Salta, Jujuy. También presente en Bolivia, Brasil, Uruguay. Con una altura en estado adulto de más de 20 m, es un árbol de follaje semi- persistente, (la caída de las hojas se produce en primavera, antes de la floración), ya que en Buenos Aires encuentra condiciones ambientales diferentes a su hábitat natural en invierno. De copa extendida, ramas zigzagueantes características, con hojas compuestas.

Es un árbol de gran belleza por su floración a fin de primavera, con flores amariposadas, en racimos cortos, que permanecen fugazmente en la planta, tapizando luego el suelo de amarillo. Fruto seco, con un ala leñosa. En Buenos Aires generalmente alberga en diciembre la chicharrita de la espuma (Cephisus siccifolius), lo que provoca la característica "lluvia de las tipas", un agua azucarada que cae desde su copa, totalmente inocua.

Muy utilizada en espacios verdes y arbolado urbano desde comienzos del siglo XX. En la ciudad puede apreciarse en las calles Pedro Goyena, Melián, Elcano, Guzmán, Av. del Libertador, Eva Perón, La Pampa, constituyendo túneles verdes en verano; en Costanera sur, Av. 9 de Julio.

En el jardín, su presencia se destaca sobre la entrada principal en la av. Santa Fe, con un conjunto de ejemplares centenarios de gran belleza.

Es una especie que ha sido valiosa en el arbolado de la ciudad, introducida por Carlos Thays a partir de sus exploraciones sobre nuestra flora nativa. Ya en 1892, Carlos Thays expresaba que “luego de observar este árbol por 3 años, se trata de uno de los que reúne el mayor número de cualidades de primer orden, por su vigor excepcional, su aspecto ornamental al más alto nivel, y por la utilidad especial que posee cada una de las partes que lo componen…considero como un deber aconsejar y facilitar su cultivo ……”

5. Acer buergerianum (Arce tridente o trilobado): Originario de China y Japón, es un árbol de copa amplia y abierta, a veces con varios troncos. Corteza de color castaño grisácea, rugosa; las hojas tienen 3 lóbulos característicos generalmente de borde entero. Las inflorescencias son pequeñas, poco vistosas, que se transforman en frutos papiráceos de color castaño claro que caen con gracia al suelo.

En otoño el follaje toma coloraciones rojizas y anaranjadas y en verano se cubre de disámaras muy decorativas, lo que le da valor ornamental interesante en el paisaje urbano. En la ciudad se ha incorporado al arbolado de alineación en aceras medianas.

6. Handroanthus impetiginosus (=Tabenuia impetiginosa) (lapacho rosado): Nativo de la selva tucumano-oranense en el norte del país, habita las provincias de Catamarca, Jujuy, Salta y Tucumán; también en Brasil, Bolivia y Paraguay.

De gran valor forestal, es un árbol que alcanza 20 m de altura, de follaje caduco. Hojas opuestas, compuestas y digitadas, por lo general con 5 folíolos. Flores rosadas reunidas en inflorescencias terminales llamativas. Los frutos son cápsulas péndulas, oscuras, dehiscentes, con numerosas semillas achatadas. Posee propiedades medicinales reconocidas.

Tiene la particularidad de florecer a comienzos de primavera en la región pampeana, cuando el árbol aún se encuentra sin follaje, lo que hace más espectacular la floración. Existen otras especies utilizadas de este género, anteriormente llamado Tabebuia, también adaptadas al paisaje urbano: H. chrysotrichus (de flor amarilla); H. heptaphyllus (lapacho negro, de flor rosada) y suelen presentarse ejemplares de flor blanca, se cree originados en una mutación de la especie anterior, que deben reproducirse de gajo para conservar este color de flor.

Originalmente llamado Tabebuia avellanedae, esta especie fue dedicada por el botánico Pablo Lorentz al Dr. Nicolás Avellaneda, destacado estadista y propulsor de las ciencias en la Argentina. Incorporado al paisaje urbano de Buenos Aires alrededor de la década del ’40 del siglo pasado, es uno de los más bellos árboles ornamentales, cultivado en los espacios verdes de muchas ciudades de Argentina. Ha sido repuesto en el arbolado de la ciudad a partir del año 2004.

7. Jacaranda mimosifolia (jacarandá- tarco) : Nativo de la base de las yungas o selvas de montaña, en el noroeste de argentina (Tucumán, Salta, Jujuy). Es uno de nuestros árboles indígenas más bellos, que ha sido introducido en las áreas tropicales del hemisferio norte por la belleza de su floración.

Los ejemplares adultos alcanzan entre 15 y 18 m. Tronco generalmente inclinado, tiene follaje de aspecto plumoso, semi persistente (la caída de las hojas se produce en primavera, antes de la floración, pues en Buenos Aires encuentra condiciones ambientales diferentes a su centro de origen durante el invierno). Tiene dos momentos de floración espectacular: con el árbol sin hojas en noviembre y otra de menor magnitud en febrero/ marzo en latitud pampeana. Los frutos, planos, secos y esféricos, permanecen largo tiempo sobre la planta.

Introducido por Charles Thays en el ámbito urbano, se lo ha utilizado desde fines del siglo XIX en el arbolado de calles y plazas en buenos Aires, donde puede vérselo hoy formando parte de alineaciones en la calle San Juan, Callao, en Plaza de Mayo, Plaza Italia, Plaza Seeber; en el Rosedal. Sobre la Av. Belgrano existe un ejemplar particular, que año a año florece sobre una rama con flores blancas.

En diciembre de 2014, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por Ley 5229, designó árbol distintivo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a la especie Jacarandá mimosifolia, el jacarandá o tarco. En los fundamentos del proyecto de ley que tuvo dictamen de Comisión (y fue sancionado sobre tablas con 59 votos positivos) se explicó que al igual que otras grandes capitales del mundo Buenos Aires posee un abundante y frondoso arbolado que constituye un valioso patrimonio. Y si bien la ciudad no tiene especies arbóreas autóctonas existen varias que son parte de la geografía urbana y de nuestra historia y entre ellas se destacan el jacarandá, el lapacho y la tipa, como las especies mejor desarrolladas. La ciudad cuenta actualmente con más de 11.000 ejemplares de jacarandá en el arbolado de alineación, y alrededor de unos 1.500 más en plazas y parques, siendo la especie nativa de mayor presencia.

8. Lagerstroemia indica (crespón): Especie originaria de China y norte de Australia, se ha difundido en el paisaje urbano por sus valiosos aportes estéticos.

De tronco y ramas color canela, recordando a nuestro arrayán, su follaje es caduco, de hojas color verde brillante, que viran al amarillo o rojo vinoso en otoño antes de caer. A comienzos del verano, hermosos ramilletes de floración blanca, rosada, lila o purpúrea cubren su copa. Por estas razones se lo considera de valor ornamental durante todo el año.

De crecimiento medio, se lo destina en arbolado urbano a aceras medias y angostas y a plazas y parques. En la ciudad, no le es favorable el clima, ya que suele aparecer una enfermedad llamada oídio (se visualiza como una eflorescencia blanca) sobre las hojas y brotes jóvenes en primavera, aunque el fenómeno se extiende si persisten las condiciones de temperatura y humedad propias de la estación.

9. Ceiba speciosa (= Chorisia speciosa) (palo borracho de flor rosada- samohu): Originario del NE de Argentina, sur de Brasil y Paraguay. En el país se distribuyen en las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa, Misiones y Santa Fe. Ha sido incorporado en el paisaje urbano a comienzos del siglo XX. Alcanza hasta 25 m de altura, tronco abultado de corteza verde, lisa en algunos ejemplares, con aguijones cónicos en otros. Hojas palmadas, caducas, de un tono broncíneo al brotar. Flores grandes, en una gama variada de rosados, muy vistosas desde verano a mediados de otoño. Frutos también llamativos en la primavera cuando abren y dejan escapar los pelos sedosos (paina) que recubren las semillas. Todo ello lo hace decorativo en cualquier etapa de su desarrollo. Muy fácil de reproducir por semilla.

Muy apropiado para plazas y parques, no se recomienda como árbol de alineación por su tronco con aguijones y por tener raíces que destruyen las veredas con gran agresividad. En la ciudad puede apreciárselo sobre la Av. 9 de Julio, a la altura de Independencia, en un grupo sobre las barrancas de plaza San Martín. También en la ciudad existen ejemplares de C. chodatii, palo borracho de flor blanca, yuchán, destacado en leyendas wichis por su significado: en tiempos míticos los peces y el agua de los ríos estaban contenidos en el interior de un gran "yuchán".

10. Tilia viridis (Bayer) Simonk. nothosubsp. Moltkei (Dippel) Xifreda (tilo): Es una especie de naturaleza híbrida, obtenido en Alemania en un vivero cercano a Berlín entre 1875 y 1880. Árbol de copa generosa, amplia, que produce una sombra densa. Hojas acorazonadas verde claro que toman un color amarillo intenso en otoño antes de caer. A finales de primavera, sus racimos florales blanco amarillento muy perfumados, señalan su presencia en la ciudad. Debe ser utilizado en aceras amplias por su desarrollo en edad adulta, en parques y grandes espacios. Produce numerosos retoños de raíces en la base del tronco, que permiten su multiplicación.

Si bien la naturaleza medicinal del tilo hace que en época de fructificación muchas personas recojan material de los árboles en nuestra ciudad, las propiedades medicinales se reconocen para otras especies de tilo: Tilia x europea (tilo de Holanda), T. platyphyllos y T. cordata, con flores medicinales, que figuran en la mayoría de las farmacopeas europeas por sus propiedades.

11. Liquidambar styraciflua (liquidámbar): Especie de origen americano, que crece en áreas húmedas sujetas a inundación. Es un árbol de porte medio, entre 12 y 15 m de altura, con una típica copa piramidal. Corteza gris clara en ejemplares jóvenes, hojas caducas con cinco lóbulos, que toman un espectacular tono púrpura o amarillo (según el caso) antes de caer en otoño. Si los otoños son frescos con noches frías, el color morado se intensifica.

Las flores son unisexuadas, las femeninas pasan desapercibidas, pero sus frutos esféricos, colgantes, con aspecto de erizo, son muy vistosos. Sus raíces son medianamente agresivas, por lo que se destina a aceras amplias. En grandes parques se conservan con el tronco vestido, no así en alineación.

El tronco provee una oleoresina llamada estoraque, empleada en perfumería y medicina. La madera y las hojas son aromáticas.

En recientes campañas de plantación fue introducido en la ciudad como árbol de alineación, tanto esta especie como el L. formosana, de porte más columnar.

12. Populus deltoides* (álamo): Es un árbol de origen norteamericano, del valle del Río Mississippi. Su hábitat natural son zonas con suelos aluvionales, clima templado. Introducido en el país hace más de un siglo, encontró su mejor adaptación en las zonas del Delta.

De porte medio, su corteza tiene hendiduras marcadas. Hojas caducas, en forma deltoidea, con pecíolos largos que le permiten moverse ante la menor brisa, produciendo un sonido particular. Toman color amarillo antes de caer. Hay naturalmente ejemplares masculinos y femeninos, aunque los mayormente cultivados en nuestro país son masculinos. Se multiplica fácilmente por estacas. Es una especie de muy rápido crecimiento.

Los álamos presentan un tipo de sistema radical superficial, agresivo y extendido; con yemas adventicias (raíces gemíferas) que producen daños en las veredas y redes de servicios subterráneos, ya que son exploradoras de humedad. Llegan a alcanzar grandes distancias (hasta 15 o 20 metros desde el tronco en cañerías de cloacas, instalaciones sanitarias, etc.) siendo difícil de solucionar técnicamente los problemas ocasionados utilizando el corte de raíces (lo que aumentaría el rebrote de renuevos por yemas estimuladas con el corte), por lo que su uso en aceras no está permitido. Además las ramas son poco resistentes a la acción del viento, quebrándose con facilidad, por lo no se recomienda cerca de viviendas.

13. Platanus x acerifolia (plátano): Es una especie de origen híbrido, producto del cruce entre 2 especies diferentes de Platanus. Especie caduca, de gran porte; produce sombra densa en verano. Puede alcanzar entre 18 y 25 m de altura. La corteza del tronco y ramas principales es de color gris verdoso, desprendiéndose en placas, lo que le otorga un valor ornamental más. Las hojas, con cinco lóbulos de borde sinuoso, son color verde franco y toman un color marrón intenso antes de su caída en otoño. Raíces de anclaje de gran tamaño, agresivas para con las construcciones (con frecuencia levantan las veredas).

Es una especie que debe ubicarse en aceras amplias o en grandes espacios verdes por las características de su desarrollo.

Fue introducida en el país en el siglo XIX; para noviembre de 1875 se la cita en las plantaciones del Parque Tres de Febrero, formado parte de alineaciones y “bosquecillos”.

Su valor como árbol urbano es muy interesante: las hojas poseen el envés densamente pubescente, que fija las partículas de polvo atmosférico, por lo que su acción descontaminante es significativa. En contra de este valor, se la acusa de ser una especie alergógena, debido a la pelusa que se desprende de sus frutos, que produce irritación mecánica de las mucosas respiratorias que empeora situaciones de rinitis previa. Sin embargo, muchas investigaciones consideran que otras especies son mucho más alergógenas (céspedes, fresnos, álamos), lo mismo que diferentes elementos de origen animal (ácaros).

14. Ficus macrophylla (gomero): El género Ficus incluye unas seiscientas especies, incluida la higuera común, y se extiende por todas las regiones cálidas del mundo. En general son árboles perennifolios y de robusto desarrollo. En estado silvestre alcanzan 30 m o más. De tallo erecto provisto de hojas persistentes, coriáceas, alternas, pecioladas, enteras y de forma y tamaño diferente según la especie. En sus ramificaciones surgen raíces que pueden arraigar y formar nuevos ejemplares. Flores unisexuales (monoicas), raramente dioicas, apétalas.
En décadas anteriores se comercializaba el Ficus elástica como arbusto para maceta, y cuando el ejemplar ya no toleraba el espacio restringido, muchas personas lo plantaron en las aceras como árbol de alineación. Con el tiempo la potencia de sus raíces no encontró obstáculos, rompiendo aceras, cañerías, frentes, obligando al mantenimiento permanente de los mismos. Por sus características agresivas y su follaje persistente, no debe incluirse en aceras. Sí es un ejemplar digno de grandes parques.
Una especie de ficus difundido también en Buenos Aires los últimos años es la especie benjamina. Vendido como “planta de interior”, colocado en hall de departamentos y patios porteños, en algún momento comenzó a plantarse por parte del vecino o del portero en las veredas de la ciudad, llegando a representar en el año 2000 el 3 % de la población arbórea, creyendo aquellos que lo plantaban que era la especie ideal para vereda por su rusticidad y comportamiento. Sus desventajas: raíces invasoras y follaje persistente lo descalifican para este fin.

En la ciudad existen varias especies de Ficus, algunos destacados e históricos como los de Recoleta, plaza Lavalle, Plaza Dante, Rosedal de Palermo, etc. De este misma género, el F. luschnathiana, agarrapalo o higuerón, con un hábito “estrangulador”, existen ejemplares notables en el Jardín Botánico y en Plaza Lezama.

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