Mente y sentidos. Expresiones geométricas en el arte argentino. Obras de la colección.

Un recorte del período 1939-1994 conformado por obras patrimoniales: pinturas, esculturas y un grabado basado en las tendencias no figurativas.
Del 20 de agosto al 11 de septiembre de 2016.

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El corpus de obras plásticas presentadas en esta ocasión, muestran formas puras que organizan el espacio y las figuras a través de líneas, planos, puntos y color; muchas de ellas pertenecen a movimientos artísticos de los años 40 y 60 que son históricamente importantes, como por ejemplo el Movimiento de Arte Concreto, Madí y Perceptista con trabajos de Raúl Lozza y Manuel Espinosa. Después de la década del 60 una de las orientaciones que tuvo mayor apoyo dentro del ambiente cultural fue la neoabstracción geométrica y algunos de sus protagonistas fueron Ary Brizzi y una obra de arte genetarivo de Miguel Angel Vidal. El arte cinético se encuentra representado en esta ocasión por obras de Julio Le Parc y Martha Boto. También participan de la exhibición, artistas presentes en la colección del museo que son contemporáneos como César Fioravanti y Carolina Cerverizzo, entre otros.

Lejos de lo ilusorio y lo ficticio

Desde sus posturas esencialmente abstractas los movimientos de arte Concreto-Invención, Madí y Perceptista, tuvieron como objetivo lograr una reconciliación entre los seres humanos y su entorno produciendo creaciones mediante el estudio de las leyes perceptuales y la organización racional de sus partes como entidades concretas. De esta manera y desde sus distintas posturas antiabstractas, buscaron transformar la vida del hombre moderno extendiendo las manifestaciones plásticas a la arquitectura y el diseño. Estableciendo una relación de forma-color, que nada tuvo que ver con el mundo visible que pobló el entorno conocido, los concretos, construyeron sus cuadros partiendo de las más elementales formas geométricas que luego pasaron a rellenar con colores planos: Inventar fue su objetivo. Al igual que Madi trabajaron con el marco recortado también plantearon el concepto de coplanar, en el que los elementos del cuadro se disponen en un mismo plano, e incluyen el espacio en la obra como parte de la composición.
Madí fue una propuesta de perfil lúdico que destacó la transformación y el movimiento. El grupo presentó una novedad que lo diferenció de los Concretos: involucró al público. De esta manera, se crearon obras que no fueran sólo para la contemplación, sino que fueran capaces de promover la transformación del ámbito mediante una dinámica especial. Además, ésos fueron favorecidos con la aparición de nuevos materiales creados por la ciencia y la técnica, como por ejemplo el plexiglás muy utilizado por Gyula Kosice. Los Perceptistas se consideraron diferentes a los demás movimientos abstractos y concretos por haber tenido en cuenta -según ellos- algo que había sido hasta ese momento ignorado: el contexto donde se instalaba la obra, ya que los tonos cambiantes de la pared condicionan el color y la forma de esos objetos estéticos.

Encuentro con las obras

El recorrido por la muestra comienza con la obra Composición abstracta de Yente (Eugenia Crenovich, 1939), de corte geométrico en la que desaparece la pincelada subjetiva de la artista. Su obra atraviesa diversas fases que la vinculan a distinto movimientos como constructivismo geométrico y la abstracción libre. Las abstracciones pintadas al temple y al óleo, así como otros trabajos de Yente destacan por una plasticidad sencilla de colores planos. En obras posteriores practicó también una gestualidad en la que empleó los gruesos empastes matizados con tonalidades sutiles y transparencias.

La obra de Raúl Lozza, creador del Movimiento Perceptista, parte de la reflexión acerca de la integración entre color y forma. En su teoría resulta esencial “la separación de la forma color en el espacio real y el descubrimiento de una relación entre la cualidad y la extensión de la forma y el valor lumínico del color, que permiten construir una unidad estructural cuya característica esencial es la disposición coplanaria y su integración con el plano ofrecido por la pared”. Otra de las características de su pintura, al igual que los concretos, es la ausencia de texturas o de registros de la individualidad creadora sosteniendo la construcción científica y racional. Buscó también una actitud dinámica por parte del espectador que superase el simple acto de observar.

Un importante animador del diseño moderno fue en ese momento, Tomás Maldonado. En su obra y textos se encuentra gran parte de la justificación estética y filosófica del arte concreto argentino. Para este artista “la forma tiene por misión, no solo alcanzar un alto nivel estético, sino también hacer evidentes determinados significados y resolver problemas relativos a la fabricación y el uso de los objetos.” Dentro de Arte Concreto Invención su actividad se focalizó en el problema del espacio, el marco recortado y la creación de objetos estéticos no tradicionales.

En el caso de Manuel Espinosa una vez alejado del grupo y de las auto-impuestas limitaciones del Arte Concreto, se acercó a los planteos de la geometría sensible. Sin embargo, coherente con sus ideas de sus inicios, su obra se mantuvo en los límites de la abstracción geométrica con una pintura caracterizada por la búsqueda de dinámica espacial, que logró creando ilusiones cinéticas. Avances, retrocesos y desplazamientos fueron generados gracias a la seriación de las composiciones, la repetición, superposición y el empleo de planos traslúcidos. Estos últimos, resultado de un riguroso uso del color.
De las creaciones concretas el espectador se desplaza hacia las producciones que entran dentro de las tendencias abstractas más matéricas y emotivas, como es el caso de Abstracción tropical de Juan Del Prete, de 1957 quien, según Jorge López Anaya, en 1947 “como respuesta a la aparición de los primeros grupos de arte abstracto en el país”, comenzó a pintar obras no figurativas llevando a cabo composiciones con formas geométricas sobre fondos pintados con tintas planas. Pero lo que lo diferenció de los concretos, fue que en sus telas se ven pinceladas y hasta hay grumos de materia.

Expresiones más sensibles

Con respecto a la abstracción, podemos afirmar que ésta dio origen a numerosos referentes que transitan por sus modalidades más sensibles o más geométricas. Este recurso se manifiesta hacia dos polos diferentes: una denominada abstracción lírica y la otra geométrica. Siendo la primera la expresión de los sentimientos, en la que se construyen formas libres como una necesidad interior del artista que rige la selección de colores y, la distribución de las formas. Y por otro lado la abstracción geométrica, que resulta intelectual, estructural y rectilínea.
Hacia mediados de la década de los 50, algunos artistas argentinos se inclinaron hacia una abstracción al margen de las poéticas constructivas que se desarrollaban en el Rio de la Plata desde los años 40, quienes se mantuvieron ajenos a la afirmación de una estética científica basada en una ideología materialista, como la de los concretos. En esa vía desarrollan un tipo de abstracción geométrica más libre. Según el crítico de arte Jorge López Anaya, en algún momento llegaron a ocupar una zona intermedia entre el arte concreto y el informalismo.
En ese momento la obra de Sarah Grilo se caracterizaba por la composición de planos ortogonales y por los elementos circulares incluidos en los cuadrados o rectángulos. La geometría en estas telas es intuitiva, los limites de las formas libres, predomina lo espontaneo y el color subjetivo.

Leopoldo Torres Agüero, cuyas producción pasó por tres diferentes etapas: figuración, abstracción lírica y por último llegó a la geometría sensible. Con la etapa geométrica, la belleza del color y la sensibilidad de la línea, adquieren particular relevancia. Si a primera vista observamos círculos, rombos o cuadrados pintados con un sistema de líneas rectas, al acercarnos descubrimos una línea con accidentes e irregularidades. Este artista riojano elaboró su propio discurso plástico en diálogo con los desarrollos de la tendencia abstracta y óptico-cinética pero, al mismo tiempo, fue buscando un método de trabajo acorde con su propia sensibilidad.

Desprendimientos

En la década de los 60 la mayor parte de los artistas se inclinó hacia un género de arte que continuó en cierta manera con las investigaciones de los concretos pero sobre la base de los principios esenciales de la percepción visual. En el caso de la producción de esa época de Miguel Angel Vidal, se observa que el autor impulsa movimientos a través de formas lineales creadas según un orden serial, logrando con ello efectos ópticos, vibraciones cromáticas con un sentido poético y visual.
Al comenzar los 70 varios artistas jóvenes continuaron con un género de pintura, contraponiéndose a las búsquedas matéricas y al gestualismo informal prosiguiendo la línea de investigación de los concretos. Ahondaron en el análisis de los principios esenciales de la percepción visual. La vitalidad de esa tendencia se vio en los años siguientes, cuando se desarrollaron, por una parte, las corrientes ópticas, cineticas y neoconcretistas.
La obra de María Martorell, por ejemplo, se inserta entre los lenguajes abstractos de la segunda década del siglo XX, los de la difusión de las teorías de la forma (Gestalt) que llevaron a investigar sobre las condiciones de la percepción humana y las leyes que la rigen. Los colores y el dinamismo de la vigorosa cultura popular urbana de los sesenta, década cargada de optimismo y renovación, se refleja en la producción de Martorell. Continuó trabajando en esta línea a lo largo de su extensa carrera, probando nuevas series temáticas, pero siempre alrededor de la exploración de los efectos del color. Alfredo Hlito fue uno de los iniciadores de la vanguardia constructivista en el país. Su participación en el grupo “Asociación Arte Concreto-Invención” marcó el tipo de estética a la cual estuvo ligada toda su producción, un arte “no representativo”. Su obra, en este período, como la del resto de los integrantes del grupo se basó en una imagen geométrica, la “buena forma”, concepto tomado de Max Bill, que dependía de las ideas de regularidad, unicidad y simplicidad. Hlito viajó a Europa y allí se conecta con la obra de Max Bill, de František Kupka su interés también se centró en la cuestión del color practicada por el impresionismo. Así de regreso al país su obra se modificó, abandonando la rigurosidad geométrica para comenzar a trabajar con pequeños toques de color, es el período de las “Líneas tangentes” y de “Espectros” donde prevalece la superposición de diferentes capas pictóricas. En 1963 se estableció en México, de este período surgió la serie de las “Efigies”, caracterizadas por formas verticales centrales, de apariencia monumental, que interactúan con el fondo y la serie de los “Simulacros, donde las figuras verticales abiertas establecen un juego de interpenetración con el fondo. En cuanto a la escultura podemos observar que si bien Enio Iommi fue uno de los principales precursores del arte Concreto-Invención en nuestro país, resultó ser el autor del primer logro de la escultura concreta. Asimismo desde 1950, en que se disgregó el grupo hasta 1976 desarrollo su obra más representativa que transitó por distintas etapas ya no encuadradas dentro de lo que fue la estética concretista, pero sí de la abstracción. Numerosos fueron sus trabajos e imperceptibles los cambios experimentales durante esos años que obedecieron a acentos puestos en el logro de una obra caracterizada por su pureza formal. Sistemáticamente rehuyó a los planteos de volumen, buscando comunicar formas aéreas a través de la presencia de los planos y la línea. En esos años, según sus palabras comprendió la razón de sus realizaciones trato de trabajar el plano que le proveía la lámina del metal elegido para inmaterializarlo para incorporar en él al espacio. El término “espacio” en la escultura constructivista es capaz de representar un volumen al igual que otro material solido.

Corolario

Si bien para la década del ´20 la tensión máxima se vio registrada entre los grupos de artistas más modernos y los más conservadores, para la década del ´30 las incursiones plásticas se desplazaron hacia el arte y la política. Por otra parte, en la década del ´40 vimos que la discusión se movió entre la figuración y la abstracción.
A partir de 1945 con los grupos de artistas Concretos el arte se convirtió en participativo y en un campo comunitario, mostrando objetos reales y no ficticios, cuya idea fundamental fue la de: inventar.
Para la década de los años 50 los autores abstractos optaron por propuestas cada vez más flexibles en sus planteos pero a la vez. Las técnicas mixtas y la dinámica efímera de los grupos, no impidieron que la década transcurriera haciendo visible posiciones abstractas cada vez más radicales que eventualmente a partir de 1956 dieron paso al arte informalista.
La adhesión a estas tendencias continúa aún hoy en la obra de los artistas más jóvenes y en las renovadas versiones de los autores históricos.

Lic Ivana Sicolo
Área de Investigación y Archivo del Museo Sívori