Sala Rivadavia

Conocé los procesos históricos que dieron paso al surgimiento de las autonomías provinciales

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Fracaso del centralismo. Surgimiento de las autonomías provinciales

La derrota de las tropas del Directorio frente a los ejércitos de Santa Fe y Entre Ríos, condujo al colapso del gobierno central, heredero de la revolución de 1810. Frente a esta situación, las provincias del interior organizaron sus instituciones con independencia de Buenos Aires: cobraron impuestos, reclutaron tropas y la mayoría de ellas aprobaron constituciones propias para regular la vida política interna.

El desarrollo de estos nuevos estados autónomos dependía de los recursos que podían recaudar. La mayoría de las provincias no supo revertir su dependencia de los circuitos comerciales coloniales. Buenos Aires creó también su propio gobierno, y fue su orientación hacia el comercio atlántico y el control de los ingresos provenientes de la aduana lo que le permitieron emprender un proceso de crecimiento económico.
Antes de esto, la provincia de Buenos Aires había tenido que superar un periodo de gran inestabilidad: durante el año de 1820 ningún gobernador parecía ser lo suficientemente fuerte como para mantenerse en el poder. Recién con la llegada de Martín Rodríguez y su ministro, Bernardino Rivadavia, se inició una etapa de estabilidad política.

En 1824, los representantes de todas las provincias se reunieron en Buenos Aires para, otra vez, intentar establecer una constitución común. Lo lograron con éxito pero en 1825 el nuevo gobierno enfrentó un inesperado desafío: las Provincias Unidas entraron en guerra con el Imperio del Brasil por el control de la Banda Oriental. Recién en 1826, el nuevo Congreso creó un Poder Ejecutivo –asumido por Rivadavia– y buscó por primera vez establecer a la ciudad de Buenos Aires y a su campaña como territorios federales. La nueva constitución fue aprobada ese mismo año, pero una vez más las provincias se negaron a aceptarla, ya que implementaba un gobierno de tipo unitario. Con la renuncia de Rivadavia a la presidencia, se disolvió el gobierno nacional y los estados provinciales reasumieron su soberanía. En 1828, en Buenos Aires, el gobernador Manuel Dorrego se vio forzado a firmar un tratado de paz con el Brasil, que concedía la independencia a Uruguay. A los pocos meses, Juan Lavalle, quien lideraba a la mayoría de las tropas que regresaban de la guerra, encabezó un levantamiento en su contra por esa decisión. Esta acción terminó con el fusilamiento de Dorrego.