Viernes 09 de Julio de 2021

De leche, manteca y mazamorra en épocas de la independencia

Costumbre culinarias en las Provincias Unidas del Río de la Plata

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El artista Carlos Morel en su litografía titulada El tambo de la ribera refleja los tambos que se establecen en el verano, en el bajo o en la ribera, ocupando de trecho en trecho una gran extensión en la época de la Independencia.

En la notable composición de conjunto , se observa un caballero con galera y corbata saboreando un vaso con leche ,mientras una señora de elegante tocado y peinetón, da a sus niños la ración correspondiente , más allá otras damas y caballeros esperando su turno ;las negras mazamorreras con sus canastos en la cabeza ; el tambero y sus vacas en plena actividad; a la izquierda de la estampa , las velas flojas de un barco atracado en la ribera, y más allá el caballo criollo con un tarro de cada lado.

En 1823 en las cercanías de San José y Victoria hoy Hipólito Yrigoyen entre Tacuarí y Bernardo de Irigoyen, se estableció el primer depósito de leche pura y fresca ,propiedad de Norberto Quirno, quién la trasladaba todas las mañanas desde su chacra de San José de Flores , en cantidades suficientes para proveer a cafés y a las familias.

La mantequilla llegaba a la ciudad en vejigas de vaca, mantequilla que no podía hacerse en grandes cantidades .Diariamente se iba agregando al depósito de la vejiga con lo que resultaba casi siempre rancia.

La primera manteca fabricada y dividida en panes de una libra fue trabajo de la colonia de Escoceses de Santa Catalina, establecida en 1825 por los hermanos Robertson en Monte Grande.

Paisanos de nuestra tierra se ocupan del abastecimiento en los primeros tiempos, recorriendo de seis a siete leguas hasta la ciudad.

Cuando los hombres fueron reclamados por la revolución, las mujeres hicieron el trabajo. Se veían aquellas lecheras grotescas, con un sombrero del marido o de un hermano, un enorme poncho sobre su vestido, mal calzadas, pero con sobrada voluntad, no dejaban una mañana por cruda que fuera de atender su clientela, dejando a veces un charco de agua donde se detenía, si el día había amanecido con lluvia y había atravesado arroyos, pantanos que abundaban no solo en los suburbios sino hasta en las calles centrales.

Así como la leche era de consumo indispensable, no gozaba de la misma suerte la mantequilla .

En cambio ha pasado a nuestra historia la tradicional mazamorra, pregonada en las calles de la ciudad entre las dos y tres de la tarde.

Este postre se servía abundantemente en las casas y se adquiría a las mazamorreras que tenían el secreto para hacerla sabrosa y suculenta que la propia cocina hogareña .Las señoras solían salir a la puerta de sus casas provistas de una gran fuente , sobre las que volcaba la mazamorrera una , dos o más medidas .

La mazamorra con azúcar y api ,era tradición en las provincias como en Santiago del Estero , quizás haya sido el postre de origen rural que rápidamente se impuso en las ciudades.

Los vendedores ambulantes del mercado en la plaza del fuerte de Buenos Aires , voceaban todos los días muy temprano : Mazamorra espesa para la mesa y mazamorra cocida para la mesa servida.

Sobre Carlos Morel

Hijo de José María Pérez y de Juliana Miró –casada por segundas nupcias con el pintor italiano Cayetano Descalzi, del que se divorció años después.

Morel en 1827-1831 asistió a clases de dibujo de la Universidad de Buenos Aires, con importantes maestros como Joseph Guth y Pablo Caccianiga, entre sus condiscípulos Fernando García del Molino.

Realizó retratos de notables como el de Florentino Escardó o el de Patricio Peralta Ramos, y miniaturas de Juan Manuel de Rosas y de Encarnación Ezcurra en 1836 junto a García del Molino , con escenas costumbristas ,algunas representaciones de enfrentamientos y batallas federales. Además temas religiosos, juzgados como inferiores al resto de sus obras.

En 1830 comienza la actividad de litógrafo .Son de su autoría las escenas del interior de la catedral, basada en acuarela de Carlos Pellegrini, y de 8 láminas que constituyen “La serie grande de Ibarra". .Además ejecuta la técnica en retratos. En 1842 se traslada a Río de Janeiro y en 1844 regresó a Buenos Aires, donde publica, a través de la litografía de las artes de Luis Aldao –su álbum “Usos y costumbres del Río de la Plata”, compuesta de dos cuadernos uno de temas costumbristas y otro de asuntos gauchescos y militares.

La trayectoria artística de Morel toca su fin a los 45 años con un trastorno Psiquiátrico, y deja de pintar. Pasó sus últimos días de vida en la localidad de Quilmes. Falleció en 1894.

Fragmento de la visita guiada realizada por María Vilar del área de Educación del Museo Histórico Cornelio de Saavedra

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