Crónica de los días

Este texto es una recopilación de reflexiones, impresiones e ideas surgidas en el contexto de pandemia actual.

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Así de golpe, como una ola, como una guerra muda, apareció. Silenció las calles, escondió a los niños, amenazó a los ancianos y al resto los dejó a su suerte. El tiempo corría sin pausa y entre los árboles se escuchaba una risa imperturbable, mientras que filas de carros de supermercado conducidos por desconfiados seres esperaban su turno. Las personas se quedaron en sus casas y pasaban las horas y los días como una sucesión de domingos hasta confundirse en un elástico repetido de veinticuatro horas. Luego comenzaron los rituales, a las nueve salimos al balcón, repartimos aplausos, cantamos, nos emocionamos, gritamos fuerte, tuvimos ataques de risa, lloramos, prendimos la tele y nos preguntamos, ¿Qué veremos hoy? ¿Imágenes de campos de trigo, playas desoladas, migraciones de aves, series o películas viejas? A medida que el tiempo transcurría sentíamos apariciones y resurrecciones, también todas las ausencias. Miré por la ventana y allí estaban ellos, pidieron dos cafés pero no les trajeron, buscaron un cine, pero lo no encontraron, entonces más unidos que nunca se tomaron de las manos y se fueron. Quisieron besarse pero uno de los nudos del barbijo se enredó en su pelo y desistieron. Se miraron un rato antes de que se empañaran sus anteojos, fue allí cuando una de las manos fue tironeada. Entonces se dieron cuenta que habían transitado varias cuadras y que el perro quería regresar a casa.

Gabriela Ferrario