Como eran las cosas

Como eran las cosas es un relato breve de la historia de la humanidad hasta este momento. Fue escrita para el Campeonato Mundial de Escritura, el 02 de abril por Verónica Eggers.

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Al principio la gente andaba de aquí para allá, mataba un animal, lo comía, vestía sus pieles, dormía en cuevas. Un día descubrió el fuego, otro, la rueda, la agricultura, la pintura, las danzas y en algún momento, la palabra.Cerca de ríos armó poblados que devinieron ciudades. Las cuevas fueron casas y las casas obras de arte. Las toscas pieles cambiaron a telas suaves, de los tonos del arco iris más el brillo del sol y las estrellas. Los árboles fueron mesas, sillas, camas, techos. De los animales y las cosechas, devinieron manjares.

Las palabras formaron poemas, la voz, canciones; los dibujos sobre piedras, pinturas; se entrenaron los cuerpos para danzar y plasmaron los dramas de la vida, representándolos.No había dioses, nadie agradecía la caza o la supervivencia. Luego hubo quienes se hicieron venerar en la tierra, y otros designaron un Dios a cada aspecto de la vida. Después decidieron que era uno solo y quisieron imponérselo unos a otros con violencia. Antes la tierra no era de nadie y era de todos. La gente erraba según el clima, buscando alimento. Pero un día unos dijeron que era de ellos y construyeron castillos, naciones fronteras. Hubo hombres que se adueñaron del suelo. Y de otros hombres.

Se inventó la electricidad, el teléfono, el automóvil. El cielo fue surcado por gente trasladándose en construcciones de metal. Se concibieron máquinas que reemplazaban a las personas en sus tareas, máquinas para hacer telas, comidas, máquinas para fabricar otras máquinas, máquinas para matar. Todo se fue transformando, algunas personas engordaban mientras otros morían de hambre; los bosques desaparecieron y los ríos ya no llevaban agua fresca ni peces. El sol empezó a hacer daño.

Hasta hace poco la gente iba a trabajar, los niños al colegio, los jóvenes a la facultad. Luego podían reunirse con amigos, compartir la copa, besarse, festejar su cumpleaños. Estaban quienes quejándose de las injusticias llenaban las calles con cantos y carteles. Había momentos de sosiego, llamados vacaciones en que se escapaba con la prole a descansar o a cumplir un sueño en un paisaje remoto. Hubo un tiempo en que si uno se sentía solo, salía a caminar por la ciudad, y si se cruzaba con otros, se miraba a los ojos. Hubo un tiempo en que los viejos se morían de viejos, y los chicos, de risa.

Verónica Eggers