Viernes 21 de Diciembre de 2018

Mates de tierra adentro

Más allá de la frontera: el mate pampa.

Compartir en Redes

La platería pampa o mapuche del siglo XIX se caracteriza por una técnica simple de originales diseños que es probable haya comenzado en el periodo prehispánico pero se generalizó a partir del siglo XVIII, tuvo apogeo en el siglo XIX y se difundió por la amplia área del norte de la Patagonia, desde el Pacífico al Atlántico y la región central de Argentina.
Fueron los únicos talleres en áreas rurales y más allá de la frontera. Su uso fue símbolo de poder y estaba destinado a reafirmar el prestigio de los jefes y su familia.
Los “retafé”, plateros mapuche, usaron el batido a martillo con el que fabricaron joyas, piezas del apero, mates y tazas para uso ritual utilizando las monedas de plata que obtenían de sus actividades de intercambio o de los botines de guerra. Emplearon las técnicas del repujado, cincelado, y calado en talleres con una infraestructura rudimentaria en los que el ingenio les permitió alcanzar la temperatura para soldar apliques. Su característica son los dibujos abstractos como puntos, cruces y eses sobre una superficie lisa y diseños calados fito y zoomorfos muy simples de singular belleza que representan su cosmogonía.

Un pasaje del libro del General Lucio V. Mansilla (1831-1913) describe un taller de platería ranquel, la etnía mapuche de la región central en la época de la guerra de fronteras con los pueblos originarios.

“En seguida tendí la vista a mi alrededor. En Tierra Adentro yo no había pernoctado bajo techumbre mejor. El toldo del cacique Ramón superaba a todos los demás. Mi alojamiento era un galpón de madera y paja, de doce varas de largo por cuatro de ancho y tres de alto. Estaba perfectamente aseado. En un costado, se veía la fragua y al lado una mesa de madera tosca y un yunque de fierro. Ya he dicho que Ramón es platero y que este arte es común entre los indios. Ellos trabajan espuelas, estribos, cabezadas, pretales, aros, pulseras, prendedores y otros adornos femeninos y masculinos, como sortijas y yesqueros. Funden la plata, la purifican en el crisol, la ligan, la baten a martillo, dándole la forma que quieren y la cincelan. En la chafalonía, prefieren el gusto chileno; porque con Chile tienen comercio y es de allí de donde llevan toda clase de prendas, que cambalachean por ganado vacuno, lanar y caballar. La fragua consistía en un paralelepípedo de adobe crudo. Tenía dos fuelles y se conocía que el día anterior habían trabajado; las cenizas estaban tibias aún. En un saco de cuero había carbón de leña y sobre la mesa se veían varios instrumentos cortantes, martillos y limas rotas. Los fuelles llamaron sobremanera mi atención por su extraña estructura. …me acerqué a la fragua, cogí el manubrio de ambos fuelles, los que estaban colocados en la misma línea horizontal, tiré, aflojé y se levantó una nube de ceniza. Eran feos; pero surtían el efecto necesario, despidiendo una corriente de aire bastante fuerte para inflamar el carbón encendido. Todo era obra del mismo Ramón; invento exclusivo suyo. Con una panza de vaca seca y sobada había hecho una manga de una vara de largo y un pie de diámetro; con tientos la había plegado, formándoles tres grandes buches con comunicación; en un extremo había colocado la mitad del cañón de una carabina y en el otro un tarugo de palo labrado con el cuchillo; el cañón estaba embutido en la fragua y sujeto con ataduras a un piquete. Naturalmente, tirando y apretando aquel aparato hasta aplastar los buches, el aire entraba y salía produciendo el mismo efecto que cualquier otro fuelle..".

Mansilla, Lucio V. Una excursión a los indios ranqueles. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1947. 464 p.

Te esperamos para visitar la muestra El mate y el facón: de la literatura gauchesca a la colección criolla. De martes a viernes de 13 a 19 h. Sábados, domingos y feriados de 10 a 20 h