Miguel Carlos Victorica

Un príncipe en la República de La Boca.

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Fecha: 11/10/2015 al 07/12/2015
Sala: Sala Alfredo Lázzari, 2°piso

El Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín en acción conjunta con la Fundación OSDE, realiza una exposición antológica de Miguel Carlos Victorica: Un príncipe en la República de la Boca, con la curaduría de Sabrina Díaz y Víctor Fernández. La muestra se inaugura el viernes 11 de octubre a las 13 hs. en la Sala Lázzari, Av. Don Pedro de Mendoza 1835 y podrá ser visitada hasta el 7 de diciembre.

Atractiva propuesta, que invita a visitar un recorrido por las obras del reconocido artista como también dibujos, documentos y objetos personales que se presentan por primera vez al público.

Huellas muy significativas de su mundo íntimo, objetos y documentación, generosamente donados al Museo por el Dr. Oscar Cavarra, que nos aproximan tanto a datos de alto valor documental, como a pintorescas anotaciones domésticas. Objetos que formaron parte de sus naturalezas muertas, libros de cabecera e imágenes de santos que reflejan el fervor religioso de Miguel Carlos Victorica.

Así como los sumarios apuntes realizados a lápiz o carbón, configuran un conjunto de “instantáneas” capaces de graficar la biografía del artista, y las íntimas pulsiones a partir de las cuales construía su tan particular modo de ver el mundo, es decir, su obra.

Victorica fue un artista de gran oficio, que comenzó a recibir lecciones de pintura a edad muy temprana. Más adelante estudió en la Academia de la Asociación Estímulo de Bellas Artes, donde tuvo como mentores a De la Cárcova, Sívori, Della Valle, Giudice, entre otros. Gracias a una beca, continuó sus estudios en Europa y allí completó su formación, alternando las lecciones en el taller de Desiré Lucas con visitas a los grandes museos.

Como explica Victor G. Fernández, Director del Museo, “Una vez de regreso a la Argentina iba a seguir sus propios caminos. Ya no habría huellas para continuar sino horizontes por explorar”. Su producción, siempre figurativa, se ajustará a los géneros tradicionales: retratos, paisajes, naturalezas muertas, desnudos y temas religiosos. Su originalidad radicará menos en el “qué” pinta, que en el “cómo” lo pinta. No habrá soluciones o recetas uniformes; era su inspiración, pero siempre acompañada por su oficio, que le permitía abordar con igual eficacia los rumbos que sus búsquedas le dictaban.