Martes 20 de Noviembre de 2018

Calderas y pavas

De hierro, cobre o plata.
Para el mate lo importante es que el agua no hierva.

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Al poco de fundar el fuerte Nuestra Señora Santa María de la Asunción (Paraguay) los españoles adoptan el hábito de los pueblos guaraníticos de tomar mate. Hacia el siglo XVIII la ciudad crece y aparecen algunos cambios significativos en los utensilios para beber la infusión.
La calabaza obtenida de la matera (Lagenaria siceraria) es recubierta en parte de plata y la bombilla natural de hierbas es reemplazada por otras de metal.
El cuenco de cerámica de los guaraníes para calentar el agua es sustituido por recipientes metálicos. Así aparece la caldera de cobre que viene de Cataluña (España) y es un recipiente de gran demanda que traen las casas importadoras puesto que se adaptaban perfectamente para cebar el mate y se comenzaron a vender por millares.
En el año 1879 cuando José Hernández contrata a Clérice para ilustrar La vuelta de Martin Fierro le indica como representar la caldera y el lugar del recado donde la llevaba el gaucho. El dibujo de Hernández coincide exactamente con la pieza de la colección criolla de Carlos G. Daws que pertenece al MAP.
De Bélgica venían también calderas de cobre que según nos cuenta Erica Baumann conservadora del museo ya retirada, se usaban originalmente para calentar el chocolate y fueron adoptadas por el gaucho porque su forma la hacía más adecuada para llevar en el caballo. Cuando el mate es costumbre de las familias acomodadas de la ciudad se reviste de plata y la pava que originalmente era de hierro, cobre o hierro enlozado se transforma por obra de maestros plateros en un objeto de lujo. La línea evolutiva entre la primitiva caldera y la pava actual pasó progresivamente de recta a cónica, incorporó la tapa que a veces tenía cadenita. La pieza más curiosa resulta la pava de hornillo del Perú, que tiene un recipiente en la base al que se le agregaban brasas para mantener el agua caliente. Es la antecesora del termo que usamos en la actualidad.

Según las fuentes jesuíticas los guaraníes tomaban la bebida tibia. Españoles y criollos aumentaron la temperatura y hasta el día de hoy no hay variantes en el tema. El agua no debe estar tibia ni dejarse hervir: para tomar un buen mate la temperatura del agua aconsejable es de entre 70 a 80°C. En Chile a la pava se la llama tetera, en Uruguay caldera. Mates y pavas de plata con el correr del tiempo se van trasformando en objetos de adorno en las casas de la alta burguesía. Pero en el campo persisten hasta entrado el siglo XX las calderas y pavas de cobre y hierro fundido tal como las que forman parte de la colección criolla de nuestro museo.

Bibliografia:
Scutellá, Francisco N. El mate. Bebida nacional argentina. Buenos Aires: Lancelot, 2013. 249 p. ISBN 987-22621-9-5.
Seoane, Rafael; Seoane, Juan Manuel. El mate. Una tradición y una realidad social. Buenos Aires: Pixel Multimedia, 2011. 106 p. ISBN 978-987-26489-0-9.