Miércoles 08 de Abril de 2020

La Pasión de Jesús en 10 obras de la colección

En esta Semana Santa les presentamos 10 obras de la colección de arte hispanoamericano del Museo Fernández Blanco que representan distintos momentos de la Pasión de Jesucristo.

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La Pasión de Jesús en 10 obras de la colección

Por Gustavo Tudisco (Investigador del MIFB)

La imagen del Cristo Crucificado, signado por su Pasión y Muerte, es el eje indiscutible de la devoción católica. La idea de un Dios encarnado, sufriente, venerado en su aspecto más humano, suplantó al Pantocrátor o Rey del Universo, entronizado en su corte celestial, de la antigua Cristiandad. Fue el Concilio de Trento (1545-1563) el que reformó sustancialmente la interpretación de la imagen religiosa, las pautas por él determinadas generaron un nuevo prototipo de santidad y España fue el mayor soporte de la religiosidad post-tridentina. Así, por vez primera, los artistas fueron asimilados como medio transmisor de los nuevos criterios pastorales. La espiritualidad barroca intentó, mediante el ritual y la representación, la recreación más fidedigna de la Encarnación de Dios en la Tierra y buscó revivir el impacto emocional de todos sus protagonistas. Las imágenes, presas de sufrimiento, meditación o arrobo, podían trasmitir la ilusión de esa magnífica presencia, en espera de una nueva Epifanía. Los pasos de la Semana Santa, los Via Crucis y otras escenas de la Pasión de Cristo llegaron a ser verdaderos arquetipos en la concreción de esta idea. Estos conjuntos de figuras, a veces monumentales y siempre expresivas, inspiraban y conmovían a una feligresía ávida de misticismo y redención.

América, en pleno proceso evangelizador, requirió de un consumo de imágenes religiosas, tanto en tallas como en pinturas, imposible de satisfacer sólo con la importación. Fue así que la Iglesia promovió la creación y el desarrollo de escuelas artísticas regionales que pronto adquirieron características singulares. Por su parte, los maestros europeos, radicados en las principales ciudades coloniales, generaron, también, en torno de sí, grupos de discípulos, ayudantes y aprendices que, con las técnicas adquiridas, hicieron propia esa tradición. Los artistas indígenas y mestizos reelaboraron los modelos occidentales y, con el correr de las décadas y centurias, se fueron apartando del realismo renacentista inicial, adquiriendo una mayor estilización y exagerando los efectos naturalistas para provocar mayor patetismo y teatralidad. Los cuerpos flagelados, torturados, sufrientes y sangrantes de los Cristos americanos, las expresiones dolorosas y compungidas de María, las santas, los santos y otros personajes evangélicos no sólo funcionaron como medios de concentración en la oración o como guías y ejemplos durante los ejercicios espirituales, también pudieron ser reflejo de situaciones, creencias, cambios, injusticias y fisuras de una sociedad desigual, surgida durante el proceso de conquista y evangelización del territorio americano.