Sábado 12 de Noviembre de 2022

La Defensa de la Eucaristía por Carlos III o Carlos IV

El tema de este cuadro potosino es conocido como Defensa de la Eucaristía. Fue creado a fines el siglo XVII durante la guerra con los turcos. Luego de sofocada la revolución indígena de 1780 en los Andes fue utilizado como recordatorio para los pueblos americanos de que si se rebelaban contra el orden monárquico español, atacaban también a la Verdadera Fe, transformándose en herejes y apóstatas, comparables a los antiguos musulmanes.

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La Defensa de la Eucaristía por Carlos III o Carlos IV

Por Gustavo Tudisco (MIFB)


Artista no identificado. La Defensa de la Eucaristía por Carlos III o Carlos IV.
Óleo sobre tela. Potosí, hacia 1782-1790. Legado María Teresa Ayerza de González Garaño.

Ya en el siglo XVI la Sagrada Forma o Eucaristía se había convertido en un símbolo de la Monarquía española y existían varios grabados europeos donde se representaba a los monarcas desenvainando la espada junto a una custodia. No obstante, fue durante el reinado de Carlos II y en el Virreinato del Perú que la representación pictórica de la Defensa del Santísimo Sacramento por la Monarquía Hispánica tomó su sentido iconográfico y simbólico definitivo. Más allá de las muchas obras del teatro barroco en las que se dramatizaban diversos hitos históricos de la Reconquista de España y de las luchas permanentes contra el Imperio Turco, en las principales ciudades virreinales se organizaban grandes procesiones para la celebración del Corpus Christi que incluían, entre diferentes rituales y espectáculos, la “Danza de moros y cristianos”, en la que los bailarines, mayoritariamente indígenas, iban disfrazados de españoles y árabes. También se levantaba algún altar efímero con una gran custodia y sendos simulacros del rey español y el sultán de turno. Tanto en unas como en otros, los personajes musulmanes eran descritos con tendencias al pillaje, tramposos, sacrílegos y básicamente heréticos y que, por codicia o simple maldad, buscaban la profanación de los símbolos sagrados del Cristianismo y la Hispanidad como el Santísimo Sacramento.

De igual manera, en estas pinturas andinas, surgidas a finales del siglo XVII e inspiradas en estas danzas, esculturas y autos de fe, los personajes se hallan caracterizados con los mismos tópicos. Indefectiblemente, a la derecha de la custodia -apenas sostenida sobre una columna - se presenta al monarca como “paladín de la cristiandad”, acompañado por la alegoría de la Fe y la Justicia, resumida en una figura andrógina, vestida de cruzado.  A la izquierda, del lado del mal, el Gran Turco como epítome del musulmán y, junto a él, la representación del Engaño de la Herejía como un ser bifronte, mitad mujer, mitad lobo, y sosteniendo un libro del que caen sierpes y alimañas.

Si bien la tradicional rivalidad entre España y el Imperio Otomano se desplegó principalmente bajo el gobierno de la dinastía Habsburgo, la versión existente en la colección del Museo Fernández Blanco pertenece ya al último cuarto del siglo XVIII y representa a un rey Borbón, probablemente Carlos III o Carlos IV. Como vemos, los reyes borbónicos, de origen francés, intentaron mantener vigentes ante los habitantes del imperio español los principales símbolos y tradiciones que los entroncaban con sus antecesores de la casa de Austria, entre ellos la defensa del misterio eucarístico como principal propósito de la monarquía hispánica. Además, el levantamiento independentista indígena de 1780 en los Andes desencadenó en una sangrienta revolución que obtuvo como respuesta una violenta represión y a la vez que desató una nueva guerra de imágenes. Así, a partir de 1781-1782, la tradicional representación conocida como Defensa de la Eucaristía tomó un nuevo significado al ser utilizada como recordatorio para los pueblos americanos de que si se rebelaban contra el orden monárquico español, atacaban también a la Verdadera Fe, transformándose en herejes y apóstatas, comparables a los antiguos musulmanes.