El Gran Comedor

El salón comedor de la Casa Fernández Blanco, de estilo neo-renacentista italiano, fue parte de las reformas realizadas a fines de la década de 1880 por Alejandro Christophersen.

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El Gran Comedor

Historia


El comedor hacia 1910, luego de las reformas de Christophersen.

A finales de la década de 1880, Isaac Fernández Blanco convocó al arquitecto Alejandro Christophersen para emprender grandes reformas en la casa familiar.

La casa original contaba con una sola planta y una distribución axial en torno a tres patios. El ingreso centralizado permitía entrar con carruaje hasta el primer patio, pasar por el segundo de servicios y llegar al tercero donde estaban las caballerizas.

Las habitaciones públicas y privadas de la familia no tenían circulación interna, razón por la cual, al comenzar las modificaciones de 1880 se abrieron puertas de comunicación que cortaron la decoración más antigua y que hoy rescatamos como registro de aquella etapa y que siempre permaneció oculta tras revestimientos de madera y entelados.

El gran comedor que cerró el paso al segundo patio, fue la pièce de résistance de las reformas de Christophersen.

Las tallas comenzaron a producirse hacia 1888 en los talleres de escultura de Antonio Briganti y Cía, en la calle Medrano 279, según reza en el recibo del adelanto de $1500 del 14 de junio. Una factura de octubre 12 de 1892 cancela el pago de $9.000 por trabajos hechos en el comedor desde el 28 de noviembre del año anterior. Los revestimientos de madera de paredes y techo, los paneles decorativos en relieve, el frente de estufa con trumeau, los muebles aparadores, la mesa y las sillas y hasta el reloj de Atlas, sosteniendo el globo terráqueo, fueron parte de esos trabajos.

Las iniciales entrelazadas de los esposos Isaac y María Reyna de Fernández Blanco fueron bordadas por ella misma en el mantel y las servilletas de hilo que vistieron la mesa.

La vajilla fue encargada en Royal Limoges. La cristalería, tallada a mano, también provino de Francia y fue producida por la Société de Baccarat.

Buena parte del servicio de plata fue realizado por el platero catalán José Pallarols, el primero de la dinastía de orfebres que se radicó en Buenos Aires. La mesa y el servicio de té de plata tienen sello de Sheffield.

Los cuatro tapices se tejieron en Demy-Doineau et Braquenié, Manufacture Royale de Tapis et de Tapisseries.

La puerta principal del comedor fue ensamblada con cristales de Bohemia esmaltados y los vitreaux de la lucarna y el que se alza sobre el mueble cristalero se fabricaron en Buenos Aires, a comienzos del siglo XX.

También de factura vernácula son la araña y los apliques de bronce, realizados por la Casa Perazzo y Cía.