Martes 13 de Agosto de 2019

Nuevas Salas Patrimoniales: Colecciones de los siglos XIX y XX

La Casa Fernández Blanco inauguró, además de la sala de indumentaria y accesorios de modas, otras tres salas con el objetivo de exhibir piezas del acervo artístico recientemente restauradas: abanicos, porcelanas, loza, cristalería y platería de los siglos XIX y principios del siglo XX que reflejan la vida cotidiana y evolución de los estilos del período.

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Nuevas salas patrimoniales

Colecciones decorativas de los siglos XIX y XX.
Curaduría: Patricio López Méndez.
Conservación y Restauración: Equipo MIFB.
Coord. Fabian Pieruzzini / Patricia Lissa.
Conservación arquitectónica: Vivian Fernández.

La sala de abanicos: El cuarto de las damas

De las tantas colecciones reunidas por Isaac Fernández Blanco, la colección de abanicos tenía destinado un espacio específico en la distribución de su casa de H. Irigoyen 1420. La colección original y las sucesivas donaciones que incrementaron el lote de abanicos reunidos por Fernández Blanco ameritaron devolver a estas pequeñas obras de arte su lugar en la exhibición permanente.

La sala conserva un sector de las decoraciones originales con sus estarcidos propios de los patrones de 1860/1880, previas a las reformas finiseculares de la casa encargadas por Fernández Blanco en 1901 al arquitecto Christophersen.

La reapertura de esta sala permite al público disfrutar de una importante selección de una colección que hoy cuenta con más de cuatrocientas piezas de una extensa una variedad de formatos, materiales y procedencias y que recorren tres siglos de su producción y consumo.

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El gran comedor

La decoración del Comedor de la Casa fue encargada a los Hermanos Briganti en 1882. Esta habitación era mucho más pequeña y se cortaba para dar paso a los coches hacia el segundo y tercer patio de la vieja casona de planta axial de 1860. Su modernización a cargo de Christophersen en el cambio de siglo la transformó en un palacete de dos plantas que requirió de un comedor de categoría acorde con las circunstancias.

Se optó por un estilo neo-renacimiento italiano, cubriendo sus paredes y techo de tallas debidas al arte de los Briganti. Se lo iluminó con cuatro apliques y un candelero de dieciséis brazos de la casa Perazzo y Cía., se lo dotó de un cúpula y ventanales laterales de vitraux, unos de producción nacional y otro con cristales de Bohemia, probablemente traído de las casas de los Fernández Blanco en Europa.

Se encargaron cuatro tapices a la firma francesa Braquenie et Cie., con motivos bucólicos. Se bordaron los manteles con las iniciales de los dueños de casa y se adquirió la vajilla de porcelana en Limoges y la cristalería fue tallada a mano en Baccarat. El juego de té era de plata de Sheffield y se servía en una mesa del mismo material precioso sobre un doble presentoire y en tazas de porcelana de Meissen.

El proceso de restauración de las carpinterías -boiserie y pisos de roble Eslavonia – la araña central, apliques, reloj, vitreaux de la cúpula y ventanas permiten reproducir el comedor montado rematándonos en un viaje imaginario a los comienzos del siglo XX.

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La educación patriótica

Por último se presenta una sala de exhibición de platería de los siglos XIX y comienzos del XX y colecciones de porcelana. Estos espacios registran el profundo cambio de la Gran Aldea y el asentamiento de un grupo de poder decidido a incorporar lo que concebían como la mayor expresión de la modernidad y refinamiento.

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