¿Hogares de Residencia para Adultos Mayores?

La consigna que prevalece es “En casa mientras sea posible, en el hogar cuando sea necesario”

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Cuando hablamos de institucionalización de Personas Mayores se nos viene a la mente la idea de asilo. Sin embargo, y aunque es probable que aun se conserven algunas cuestiones propias de estas instituciones, tal concepto pertenece al pasado. Ciertamente, es más cercano a la realidad pensar en “hogares” o “geriátricos” que son establecimiento con intervenciones interdisciplinarias, conducción profesional y que resuelven problemas específicos. El médico, el psicólogo, el trabajador social y el asistente gerontológico conforman el personal fundamental para el abordaje que sostiene, apoya y asiste a las personas que residen en los hogares.

Contrariamente a lo que se cree, en la Ciudad de Buenos Aires aproximadamente el 97 % de los Adultos Mayores viven en la comunidad, o sea que sólo un 3 % esta institucionalizado. Esto ocurre, en parte, porque las Personas Mayores además de vivir más años, tienen una mejor salud y mejores condiciones de vida, participan más en la sociedad y desarrollan múltiples actividades.

Lamentablemente, este fenómeno no puede extenderse a los sectores de más edad: a partir de los 80 y más años, las enfermedades que provocan dependencias crecen sustancialmente y, por ende, el número de personas que requerirá cuidados y asistencia.

A modo de resumen diremos, pues, que los beneficios obtenidos en calidad de vida y longevidad tienen dos corolarios: 1) el grupo de los menores de 80 años ha incrementado su expectativa de vida saludable y, a la par, va obteniendo una mayor participación social que pone en duda la entidad de vejez que se le atribuye; y 2) los mayores de 80 años también han incrementado su expectativa de vida; pero, están expuestos a múltiples factores de fragilización y desarrollo de enfermedades. Este último grupo requiere de apoyo y cuidados para poder sostenerse. A veces el cuidado es brindado por la familia; otras, la institución geriátrica debe asumir esa función.

Todo esto nos advierte que en un futuro próximo se incrementará la cantidad de personas que requieran cuidados. La observación de las tendencias sociales hace pensar que los cuidadores informales (casi siempre familiares y mayoritariamente mujeres) no estarán siempre disponibles, y capacitados, para atender su problemática.

Aquí es donde el hogar para Personas Mayores adquiere significativo valor como la organización más apropiada para satisfacer tal necesidad.

Las políticas públicas para la tercera edad deben contribuir a fortalecer la independencia y autonomía de las personas de más edad, deben trabajar en la promoción y prevención de la salud con una visión ampliada de la misma, donde lo social y lo psicológico no sean menos importantes que lo biológico, deben generar y hacer accesible un cúmulo de dispositivos basados en las necesidades diferentes y que contemple la diversidad y dignidad de los adultos mayores, donde la institucionalización no es más que uno de los engranajes de este cuerpo integral, progresivo y apropiado para resolver problemas complejos y específicos de esta población.

La perspectiva de derecho, como vecino y ciudadano de la ciudad, estará presente siempre para garantizar lo establecido en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En la ciudad se dispone de más de 500 hogares para Adultos Mayores, la mayoría privados, pero también los hay de comunidades extranjeras, religiosos y de bien público. El Gobierno de la Ciudad dispone de un área que audita y controla la calidad de estas instituciones; y la Secretaría de Tercera Edad del Ministerio de Hábitat y Desarrollo Humano tienen unas 2000 plazas disponibles en cinco hogares públicos.

Gustavo Ciappa. Sociólogo especializado en gerontología. Matrícula Prof. Nº 550. Director del “Hogar San Martín” dependiente de la Secretaría de Tercera Edad