Viernes 05 de Agosto de 2022

Un recorrido por edificios de la Ciudad que esconden leyendas urbanas

Relatos atrapantes para los vecinos y turistas que quieran conocer historias ocultas en las calles porteñas.

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En la Ciudad de Buenos Aires hay leyendas urbanas con historias de amor, venganza y casas embrujadas. A continuación, un repaso por tres relatos atrapantes para los vecinos y turistas que decidan conocer enigmas ocultos en las calles porteñas.

Iglesia Santa Felicitas

Isabel La Católica 520, Barracas

Este templo fue construido en 1875 en honor a la triste historia de Felicitas Guerrero, una mujer hermosa y pudiente que, a los 15 años, fue obligada por su padre a casarse con Martín de Álzaga, un hombre que la doblaba en edad.

Tuvo dos hijos, uno nació sin vida y el otro murió de niño. A los 26, ya era viuda y el objetivo de la conquista de muchos hombres hipnotizados por su belleza.

Hoy, en leyendas urbanas de la Ciudad, te presentamos la de la Iglesia Santa Felicitas en #Barracas pic.twitter.com/oyIxSPfcNq

— Turismo Buenos Aires (@turismobaok) July 21, 2022


Uno de ellos, Enrique De Ocampo, estaba especialmente obsesionado con Felicitas y, ante la negativa de ella de aceptarlo como esposo, la mató y luego se suicidó.

La leyenda dice que, si el 30 de enero, atás un pañuelo blanco en la reja de la iglesia y se humedece, son las lágrimas de Felicitas y significa que tu amor llegará y se quedará para siempre.


Para conocer más, visitá https://turismo.buenosaires.gob.ar/es/otros-establecimientos/iglesia-de-santa-felicitas

La Casa de los Leones

Avenida Montes de Oca 140, Barracas

La mansión perteneció a Eustaquio Díaz Vélez, un hombre al que le fascinaban los leones. Tanto era así que hizo traer a tres de esos animales desde África para tenerlos como mascota.

La leyenda cuenta que el día del casamiento de su hija, uno de los leones escapó de su jaula y, en medio de los festejos, atacó y mató al novio.

Las #LeyendasUrbanas de #BuenosAires son historias de amor, venganza y casas embrujadas. Hoy, te traemos la de La Casa de los Leones. pic.twitter.com/138YdDuMNr

— Turismo Buenos Aires (@turismobaok) July 27, 2022


La tristeza invadió a la joven y ella terminó quitándose la vida al poco tiempo.

Eustaquio, deprimido, vendió a los animales pero mandó a construir las estatuas de los ejemplares que hoy decoran la mansión.


Mientras tanto, dicen que los fantasmas de los jóvenes novios permanecen en el lugar, penando por su injusta muerte.

Conocé la Casa de los Leones y otros lugares de Barracas en https://turismo.buenosaires.gob.ar/es/recorrido/barracas

La Torre de los fantasmas

Avenida Pérez Galdos, 390, La Boca

En 1608 María Luisa Auvert Aurnaud, estanciera y multimillonaria, encargó a un arquitecto catalán la construcción de un edificio de departamentos para vender. Para decorarlo, ordenó traer de España plantas y muebles.

Al ver la obra terminada, la mujer decidió instalarse allí con sirvientes, perro y loro.


Los problemas aparecieron poco después. Cuenta la leyenda que con los muebles y las plantas también llegaron al hogar duendes que convirtieron la estadía en ese edificio en una verdadera pesadilla. Tanto que la señora Auvert abandonó la casa y se recluyó en su estancia.

La torre más alta fue alquilada a una artista plástica llamada Clementina y se convirtió en un atelier. Su trabajo era tan reconocido que una periodista fue a hacerle una nota y tomó fotografías de sus obras.

Cuenta la leyenda que con los muebles y las plantas llegaron al hogar duendes que convirtieron la estadía en una pesadilla.

A partir de ese día se sucedieron hechos misteriosos y comenzaron a escucharse gritos de terror que venían de la torre. Finalmente, Clementina saltó al vacío desde lo alto de su torre. Una tragedia sin explicación.

Cuando Eleonora reveló las fotos una imagen escalofriante apareció en una de ellas. Era la foto del cuadro en el que estaba trabajando la pintora descubrió tres duendes que rodeaban la pintura.

Para conocer más, escuchá el podcast Buenos Aires Oculta

La periodista entrevistó a María Luisa Auvert, quien le contó sobre las travesuras de los duendes. Poco importaron las explicaciones posteriores sobre hongos alucinógenos escondidos en las plantas traídas de Europa.

La leyenda se convirtió en una maldición para la propiedad, con inquilinos que huían espantados y pocos interesados en mudarse allí.