Jueves 19 de Diciembre de 2019

Atlas des Kommunismus, un cierre de lujo

En un Teatro San Martín repleto, la obra de la directora argentina Lola Arias le puso el broche al 12º FIBA con una producción de alto vuelo.

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Para lo que ya vieron alguna vez una obra de Lola Arias, Atlas des Kommunismus les debe haber resultado original, interesante, conmovedora. Pero lo que nunca vieron algo de ella, ¿qué habrán pensado? Lo que hace esta joven directora y dramaturga argentina no lo hace nadie y por eso sus obras dan vueltas y vueltas por el mundo. Así, el Festival Internacional de Buenos Aires tuvo un cierre de lujo, con el Teatro San Martín repleto.

Atlas des Kommunismus profundiza la línea de lo que Arias viene ensayando hace más de 10 años, un biodrama en el que un grupo de personas cuenta historias de sus vidas en relación a un tema específico, a través de distintos formatos: actuación, narración oral, cine, música en vivo. Primero fue el turno de la “hijos de la dictadura argentina” en Mi vida después; luego exploró el mundo de los ex combatientes de Malvinas en Campo minado. Esta vez, Arias aborda la historia de la Revolución Rusa a través de siete mujeres y un hombre de entre 10 y 86 años que, de manera directa o indirecta, vivieron el conflicto de las dos Alemanias y la caída del Muro de Berlín.

Esta obra, que cuenta con la producción del Maxim Gorki Theater de Berlín, muestra ya desde la puesta en escena el conflicto que se quiere mostrar, porque en la obra hay dos públicos: uno es el convencional, sentado en la platea de la Sala Martín Coronado, y otro está en el escenario, justo de lado de enfrente. En el medio hay una gran pantalla que sube y baja como si fuera un muro o una cárcel. Los actores están ahí, en el medio, tironeados por dos formas de ver el mundo.

Las vidas y los relatos por momentos se vuelven escalofriantes, como el caso de Salmonea, que cuenta que fue parte de la Stasi, la policía secreta de la Alemania Oriental que se dedicaba a vigilar a la gente (la forma en que operaban se puede ver en una gran película que se llamó “La vida de los otros”). O la vida de Mai Phuong Kollath, que vino de su país, Vietnam, para ser contadora y ganar dinero, y terminó trabajando de cocinera durante 5 años, sin poder tener contacto con otra gente que no fueran sus compatriotas. También aparece la historia de una cantante punk que cayó presa por ofender a la patria con sus letras; una actriz del Teatro Gorki, una traductora judía que fue “joven pionera comunista”; un militante de la LGBT; una activista política que trabaja con refugiados y una niña de 10 años que no sabe por qué está ahí, ella solo quiere ser actriz. Y que al final de la obra pregunta: ¿por qué se llama Atlas del Comunismo? Algunos están de acuerdo con ese título y otros no, porque lo que se buscaba era “un socialismo”. Pero en lo que sí están todos de acuerdo es que el resultado fue “un callejón sin salida que da a un muro”. La batería empieza a sonar y los actores, con megáfonos en mano, cantan a los gritos.