+ Poesía: “Crawl” (fragmento)

Un poema y todo su mundo cada 15 días: ¿Quién lo escribió? ¿Cuál es la historia detrás del poema? ¿Qué otras voces evoca?

Compartir en redes

En esta tercera cápsula vas a conocer un fragmento del libro “Crawl” (1982), escrito por Héctor Viel Temperley. Poeta de gran singularidad, Viel (1933 - 1987) nació dentro de una familia acomodada de origen inglés. Trabajó como publicista hasta que decidió vivir de lo que dejaba el campo materno y dedicarse a escribir. Siempre se mantuvo al margen de los círculos literarios y así fue construyendo una obra muy extraña para el campo poético argentino.

Su obra va de poemas clásicos y de temas supuestamente argentinos (el paisaje, el campo, los caballos) a lo que escribió a partir de Carta de marear (1976). Sus dos libros fundamentales son Crawl (1982) y Hospital Británico (1986).

El poema

de Crawl (1982)

Vengo de comulgar y estoy en éxtasis
aunque comulgué con los cosacos
sentados a una mesa bajo el cielo

y los eucaliptus que con ellos
se cimbran estos días bochornosos

en que camino hasta las areneras
del sur de la ciudad
–el vizcaíno,
santa adela,
la elisa–

(a la sombra hay un loco, y hay un árbol
muy alto
y alguien dice “cristo en rusia”)

e insolado hablo al yo que está en su orilla,
ansío su aventura
en otro hombre,

y a la hora en que no sé si tuve esclava,
si busco a dios,
si quiero ser o serme,

si fui vendido a tierra o si amo poco,

sé que El quiere venir pero no puede
cruzar –si no lo robo como a un banco
pesado de galeote–
esa balanza

que es tanta hacia ambos lados
atrancando mis puertas:

la abierta, marginal, no interrumpida
matriz sin cabecera
donde gateó la vida,
donde algunos gatean

y su alma sólo traga lo mismo que el mar traga:
aletas, playas solas e iguales, hombres débiles
y una pared espesa
de cetáceo y de fábrica.


Sobre el poema

Por Carolina Esses, curadora de + poesía:

Leer a Viel suele tener el efecto de una revelación. Es como leer a Alejandra Pizarnik o a Arthur Rimbaud. El lector, la lectora que se acerca a ellos por primera vez a ellos siente que está leyendo a un iluminado. Se trata de poetas que no trabajan un sentido único, sino que invitan a que nos acerquemos, a que nos dejemos llevar por imágenes, por sensaciones. Analizarlos permite desentrañar los mecanismos que hacen a estos poemas tan potentes.

En Viel, esto tiene que ver con cierto misticismo –todas las referencias que aluden a lo religioso- atravesado por imágenes surrealistas, “una pared espesa/ de cetáceo y de fábrica”, por ejemplo. Pero hay que sumarle bastante más. El libro en cuestión se llama Crawl. Viel viene a decirnos que escribir puede ser, también como nadar –en “El nadador”, dice: “Soy el nadado, Señor, soy el hombre que nada”-, sobre todo escribir poesía, donde se puede cortar el verso y generar así un ritmo, es decir, una respiración precisa. El poeta da brazada tras brazada, sacando rítmicamente la cabeza afuera del agua para tomar aire. Y este efecto se logra gracias a la repetición de un leitmotiv. “Vengo de comulgar y estoy en éxtasis” : verso que repite en cada uno de los poemas del libro; aquí sólo transcribimos el primer poema pero son ocho. Este trabajo con la repetición es lo que hace que sintamos que se trata de un poema larguísimo –como “Cadáveres”, de Néstor Perlongher-, en lugar de una sucesión de poemas más cortos. Además, dispone los versos en la página para generar un avance y un retroceso visual. Si bien trabaja con el verso libre (no hay una métrica preestablecida) se genera una cadencia, una música: los versos se despliegan como brazadas que entran en una música mayor. Cuentan que Viel se pasaba horas mirando la diagramación de los versos en la hoja para ver si transmitían el efecto de la brazada de Crawl.

La figura de Cristo es al mismo tiempo la de un marinero, un legionario, un cosaco y es un tópico que visita en muchos de sus libros. Siempre hay hombres reunidos, siempre se trata de comunidades cerradas de hombres. Si hay una mujer presente en sus versos es su madre –“mi madre es la risa, la libertad, el verano” dirá en Hospital Británico. En Crawl Viel juega también con la oración, el rezo. Entonces lo que leemos es algo así como una letanía. Es interesante también el trabajo con el desdoblamiento: el poeta le habla a otro yo, se desdobla: “hablo al yo que está en su orilla”, dice. Es un recurso muy visitado por la poesía. El escenario también es otra constante de Viel: el mar, la playa. Se trata, sin lugar a dudas, de un poeta particularísimo. Es difícil pensarlo en relación a un linaje, a una escuela. Y sin embargo todos los poetas que empezaron a escribir a partir de los años 90 lo admiran y reconocen en él y en su metáfora de la natación y del esfuerzo físico una manera de concebir el ritmo poético.


Viel por Viel

  • “Yo me destrozo en cada imagen para esconderme pero dejo citas y personajes que hacen de distintos poemas un solo poema.”

  • “¿Un poeta religioso? No, de ninguna manera. Seré un místico, un poeta surrealista, cualquier cosa, pero no religioso.”

Extraídos de la única entrevista que dio. La hizo Sergio Bizzio en 1987, para la revista Vuelta Sudamericana, y se reproduce aquí


Si te gusto la recomendación:

Si te gustó Viel Temperley te invito a conocer la obra del artista plástico Santiago García Saenz, un pintor argentino que tiene un universo visual muy parecido al de Viel.

También podés leer a Jacobo Fijman, en el que vas a encontrar también un trabajo con la tradición mística, reelaborada. O a Marina Serrano, una poeta con varios libros publicados. Formación hospitalaria (Edit. Sigamos enamoradas, 2007) tiene muchas resonancias a Hospital Británico.


Más poesía forma parte de la programación de #BACulturaEnCasa, la web del Ministerio de Cultura que reúne todo el contenido cultural de la Ciudad. Mirá todo lo que tenés para hacer: www.buenosaires.gob.ar/culturaencasa