+ Poesía: “Cantora nocturna”

Un poema y todo su mundo cada 15 días: ¿Quién lo escribió? ¿Cuál es la historia detrás del poema? ¿Qué otras voces evoca?

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En esta cuarta cápsula vas a conocer el poema de Alejandra Pizarnik: “Cantora nocturna”, del libro Extracción de la piedra de la locura (1968). La poeta (1936-1972), ganadora de varios premios y becas, escribió más de siete libros de poesía y después de su muerte se publicaron cartas, diarios y algunos textos inéditos. Tradujo a Henri Michaux, Yves Bonnefoy, Antonin Artaud, entre otros. Olga Orozco, otra de nuestras grandes poetas, fueron muy amiga de ella y es a quien le dedica el poema.

Para quienes empiezan a interesarse en la poesía, Alejandra suele ser de las primeras poetas que se leen. Sus primeros poemas, breves, con la potencia de un látigo, deslumbran. Es difícil no leer su obra como producto de una vida angustiada y tortuosa. Y si bien es cierto que tuvo un final trágico, también es interesante correr el foco y analizar sus poemas como pequeñas máquinas de sentido (o sin sentido).

El poema

Cantora nocturna

Joe, macht die Musik von damals nacht

La que murió de su vestido azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Adentro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta.

A Olga Orozco.

Sobre el poema

Por Carolina Esses, curadora de + poesía:

Lo primero que salta a la vista es que se trata de un poema escrito en prosa. Si en general es el corte de verso lo que genera el ritmo en un poema, aquí es la sonoridad interna de las frases. Esta música está dada por la repetición de ciertas palabras –“imbuida de muerte” y “latidos de su corazón muerto”- o familias de palabras –“está cantando”, “canción”, “canta”-. Pero el poema no sólo tiene dentro de su lógica un tanto surrealista una unidad sonora. También hay una cohesión generada por las imágenes visuales, “vestido azul”, “caballo blanco”, “niebla verde”, “frío gris”.

Fíjense que empecé por acá, por la construcción del poema en lugar de arrancar por el sentido, porque justamente, el sentido es más complejo de asir en Alejandra, está en un segundo plano. Podríamos referirnos a la muerta que canta, a que hay una mujer que canta desde su propia muerte. Decir esto, sería insuficiente. Está también el tema del doble, tan presente en los poemas de Alejandra: “ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte”. Es decir: para disfrutar de la poesía de Alejandra tenemos que corrernos de la clásica búsqueda del sentido. Sus poemas invitan a establecer relaciones más de superficie, relaciones entre versos de otros poemas. Como si armara un mapa en el que se plasman sus obsesiones, sus leimotivs. “explicar con palabras de este mundo/ que partió un barco llevándome”, dice en otro poema. Siempre: el tema de la muerte sobrevolando, y el de la poeta que se desdobla. O: “El poema que no digo,/ el que no merezco./ Miedo de ser dos/ camino del espejo:/ alguien en mí dormido/ me come y me bebe”. En estos poemas, que pertenecen a Árbol de Diana, un libro de 1962, están los mismos temas que en el que acabamos de leer. Se trata de una poética de la acumulación: de imágenes, de sensaciones. Como si fuese un surrealismo pautado de antemano. Porque el surrealismo busca la conexión entre cosas y situaciones inconexas. Alejandra, por su parte, utiliza este modo de composición pero con una lista de palabras acotadas, esas que forman parte de su universo: niña, muerte, lila, espejo, bosque; recurre una y otra vez al oxímoron: la muerta viva, la palabra muda, etc.

Además de dedicarle el poema a su gran amiga Olga Orozco, hay un epígrafe en alemán: pertenece a un poema de Bertolt Brecht musicalizado por Kurt Weill, “Bilbao Song”.

Interesante también pensar el tema del canto en relación a la Cápsula 2, la de Irene Gruss. Tanto Irene como Alejandra invocan el canto. Alejandra desde un lugar más sombrío, más oscuro. Pero ambas celebran ese canto que es, en definitiva la posibilidad de poder decir el poema.

Leer a Alejandra Pizarnik es iniciar un viaje. Sus versos permanecen en la memoria. Una vez leído, quién puede olvidar este verso, el primero de Árbol de Diana: “He dado el salto de mí hacia el alba” o, “cuando vea los ojos que tengo en los míos tatuados.” Para quien no la leyó es un viaje sin retorno. Si la han leído siempre es bueno volver a estos poemas cuidadosamente compuestos que tienen el efecto de iluminar el sentido en ráfagas, como relámpagos.

Alejandra por Alejandra

  • “Siento que los signos, las palabras, insinúan, hacen alusión. Este modo complejo de sentir el lenguaje me induce a creer que el lenguaje no puede expresar la realidad; que solamente podemos hablar de lo obvio. De allí mis deseos de hacer poemas terriblemente exactos a pesar de mi surrealismo innato y de trabajar con elementos de las sombras interiores. Es esto lo que ha caracterizado a mis poemas.”

  • “Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura”

de una entrevista realizada por Martha Isabel Moia, publicada en El deseo de la palabra, Ocnos, Barcelona, 1972.

Si te gustó la recomendación

Si te gustó este poema, tenés toda la obra de Pizarnik para leer. Te recomiendo empezar por Los trabajos y las noches (1965) y Árbol de Diana (1962). También, por supuesto, podés leer a esa gran poeta que es Olga Orozco, de quien Alejandra se nutre tanto. También podés leer a los franceses que le gustaban tanto, como el Conde de Lautremont, o Antonin Artaud.

Si te interesa su vida podés buscar el libro Alejandra Pizarnik, una biografía, de Cristina Piña, publicado por Corregidor.

Si te interesa la lógica detrás de sus poemas podés leer Alejandra Pizarnik, de César Aira publicado por Beatriz Viterbo.

También podés buscar las traducciones que hizo Alejandra. Leer a grandes escritores como Marguerite Duras por ejemplo, a través de la mirada y la pluma de Alejandra.

Si querés ver más entrevistas de ella podés buscar los documentales de canal Encuentro


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