Jueves 07 de Abril de 2022

Las islas Malvinas en la memoria escolar

La memoria de las emociones posibilita acceder a la historia desde una perspectiva cercana a la vida cotidiana de las escuelas.

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Jorge Ibáñez nos cuenta que escuchaba hablar de las islas Malvinas cuando era estudiante del colegio Reconquista del barrio porteño de Villa Urquiza. El entonces rector del Colegio, Juan Carlos Moreno, era autor del libro Nuestras Malvinas. Cuando Jorge fue a la guerra por la recuperación de las Islas sentía que las conocía.

Jorge en esta ocasión regresó al Colegio y con emoción se encontró con el Libro de Actas abierto en la página donde estaban sus calificaciones, las que había logrado cuando era estudiante.

Ibáñez se desempeñó como médico en Malvinas, y dice que al momento de la rendición, los ingleses se quedaban con los cascos de los soldados argentinos pero que a él se lo dejaron porque atendió y curó a soldados ingleses malheridos.

Jorge compartió el acto homenaje en el colegio N.° 12 Distrito Escolar 15 “Reconquista” como ex combatiente y como ex alumno. Allí llevó su casco y la distinción que le entregaron cuando regresó de las Islas y los colocó junto al libro Nuestras Malvinas escrito por el ex rector Juan Carlos Moreno.

Huellas de la escuela comparte este testimonio y con él rinde homenaje a los ex combatientes al cumplirse 40 años de la guerra en las islas Malvinas.

Disponer de espacios para la rememoración en las escuelas y poner en valor los documentos, archivos y la memoria emotiva de los protagonistas permite que la comunidad educativa evoque y estudie la historia de la institución escolar en relación a la historia de la Ciudad y del país.

Les compartimos el poema escrito por Jorge L. Borges publicado en el libro Los Conjurados publicado en 1985:

Juan López y John Ward

Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.

Jorge Luis Borges