En aquella época, primeras décadas del siglo XX, la industrialización de la construcción y los incipientes estudios sobre el hábitat, abrieron la posibilidad de repensar el modelo de ciudad, impulsando grandes operaciones de renovación, las cuales edificaron “literalmente” el futuro de la civilización humana. El espíritu de la época promulgaba la necesidad de transgredir aquellos límites físicos y mentales, explorando nuevos horizontes, donde el ser humano se convertía en el gran beneficiario de todo este progreso tecnológico.
Hoy en día, y probablemente con la misma intensidad vivida en el pasado, somos testigos de cambios revolucionarios que impactan en los estilos de vida, contribuyendo de forma decisiva a la evolución de nuestra gran obra de arte colectiva: la ciudad. Transitamos el camino de la urbanización mundial a gran velocidad, navegando en una superautopista de avances tecnológicos, donde aquella visión futurista, antes reservada para la ciencia ficción, hoy es completamente palpable, en mayor o menor medida, en nuestras ciudades.
Según proyecciones de las Naciones Unidas, “para 2050 el 70% de la población mundial (más de 6.000 millones) vivirá en ciudades: 64,1% de las personas en los países en desarrollo y 85,9% de los habitantes en los países desarrollados”. Estos datos nos invitan a reflexionar sobre los desafíos emergentes en materia urbana, si bien, la calidad de vida en las ciudades ha aumentado significativamente desde aquella temprana modernización, también es necesario destacar que aún persisten y se acentúan problemáticas como la segregación socio espacial, el aumento de la contaminación, la vulnerabilidad social ante los efectos del cambio climático, el déficit en la gestión de recursos sólidos urbanos, etc.
Ante este panorama, acudimos nuevamente a los avances tecnológicos como herramientas para contribuir al cambio, desarrollando instrumentos que permiten, no solo implementar acciones más eficientes, sino también, comprender las causas y los efectos de las problemáticas estudiadas, todo esto con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de millones de personas que convivimos en entornos urbanos.
De la implementación integral, eficiente y sostenida de tecnología para la solución de problemáticas urbanas, nace el término Smart City o Ciudad Inteligente: “aquella que coloca a las personas en el centro del desarrollo, incorpora Tecnologías de la Información y Comunicación en la gestión urbana y usa estos elementos como herramientas para estimular la formación de un gobierno eficiente que incluya procesos de planificación colaborativa y participación ciudadana. Al promover un desarrollo integrado y sostenible, las Smart Cities se tornan más innovadoras, competitivas, atractivas y resilientes, mejorando así las vidas de las personas”.
De esta manera, en la actualidad contamos con un profuso conjunto de herramientas tecnológicas que, aplicadas en sincronía, pueden llegar a contribuir de forma notable en la superación de situaciones críticas, o no deseadas, entre ellas tenemos:
*Empleo de TIC´s
*Automatización de Edificios - Domótica
*Planificación Urbana Eficiente - Digital Twin
*Movilidad Urbana y Transporte Público Sostenible - Desarrollo Orientado a Transporte (DOT)
*Gestión Inteligente de residuos sólidos urbanos
*Sostenibilidad Medio ambiental - Uso de energías renovables
*E-commerce
*Transparencia en la gestión gubernamental - Gobierno en Línea
*Big data / Open Data
Las Smart Cities actuales como New York, Londres o Singapur, sirven de inspiración para que más centros urbanos se apoyen en la tecnología como fuente de soluciones. Mientras que San Francisco, EE.UU., apuesta al Transporte Eléctrico público y privado para superar sus problemas de contaminación ambiental, o Singapur, con el desarrollo de Smart Health TeleRehab, un programa que gestiona atención personalizada a población de la tercera edad mediante dispositivos electrónicos, la Ciudad de Buenos Aires emprende este desafío de modernización tecnológica, transformación cultural y actualización de procesos a partir del uso de Big Data y Open Data, robusteciendo las bases de datos y mejorando los análisis de información que procuren mejores decisiones que impactan en la vida de las personas.
Sin duda el camino que nos espera es prometedor, pero el presente que vivimos nos inspira y nos llena de motivos para no desistir en ideas que incrementen y democraticen el bienestar público.
