JubiloAcción: El movimiento y el coraje, como antídotos contra la adversidad - Edición #3

Luego de varias décadas de inactividad física, Hugo Martínez puso su cuerpo en acción a partir de su jubilación laboral. A días de las fiestas, comparte su balance de este año plagado de dificultades y también sus deseos para el 2021.

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Vos no te vas a quedar todo el día en piyama porque, así, te vas a morir, me advirtió mi esposa, con una sonrisa cómplice, unos días después de mi jubilación.

Ella dio el primer paso para poner en marcha mi envejecimiento activo: se puso en contacto con el Centro Cultural Génesis, ubicado en Villa Urquiza, a pocas cuadras de nuestro hogar. Luego, yo me acerqué para tantear qué actividades se podían realizar, y arranqué con talleres de memoria, de yoga y de gimnasia.

Tengo 68 años y soy una persona bastante inquieta, pero no realizaba actividad física desde hacía unos 8 millones de años. Por cuestiones laborales, no tuve tiempo para el deporte durante décadas

Viajaba mucho al interior del país por mi trabajo y no me quedaba demasiado tiempo libre. Cuando me jubilé, mi cuerpo estaba un poco oxidado y necesitaba ponerlo en movimiento.

A raíz de la pandemia, el centro Génesis cerró sus puertas en marzo y, como muchas otras personas mayores, me quedé sin esos talleres presenciales, tan importantes en esta etapa de mi vida. Por recomendación de mi profesor de gimnasia, Julio, busqué en internet la oferta de actividades a distancia que había puesto en marcha la Secretaría de Integración Social para Personas Mayores de la ciudad.

Las clases me parecen fantásticas, estoy muy enganchado con yoga y gimnasia. Tenemos la posibilidad, además de realizar la actividad física, de interactuar con los profesores. Este es un momento muy difícil para las personas mayores y, por eso, necesitamos estar en comunión permanente los unos con los otros.

Aunque extraño los talleres presenciales y muchas otras actividades que realizaba antes, debo admitir que estoy entusiasmado con los talleres que se desarrollan a través de la plataforma Zoom. Este contacto diario tiene un valor incalculable, nos hace muy bien a la salud, en lo físico y en lo anímico.

Este año tan difícil se cierra con unas celebraciones que serán muy distintas respecto de las anteriores, ya que se reducirá el número de familiares con los que solemos compartir. En mi caso particular, seremos en la cena los tres convivientes habituales y para el brindis de las 12 habrá una videoconferencia con el resto de la familia. Tanto mis hijos como mi nuera trabajan en continuo contacto con otras personas, consideran que nos podrían exponer a algún tipo de riesgo y desean cuidarnos. En ese sentido, son muy responsables.

Normalmente, hago un balance a fin de año porque eso me permite proyectar cosas a futuro. Pongo en la balanza las metas que pude cumplir y me desafío a cumplimentar las pendientes con el agregado de otras nuevas. Este año, la balanza tiene unos ingredientes distintos porque han pesado mucho los temores, la tristeza, la incertidumbre; pero rescato como positivo el coraje para enfrentar esos aspectos negativos. También rescato la posibilidad que tuve de conocer nueva gente y de hacer nuevos amigos, incluso de amigarme con la tecnología: si no lo hubiese hecho, mi aislamiento hubiese sido mucho mayor.

Mis deseos para el 2021 son que se alcance la victoria sobre esta pandemia, que la familia vuelva a estar junta, que la buena salud nos sonría, que haya recuperación laboral y que se respire verdadera justicia.


El nombre del título fue cedido por Jorge Emilio Alonso