Decálogo de autocuidado

Bárbara Bignone, psicóloga social, comparte recomendaciones para el autocuidado del cuerpo.

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Una rutina equilibrada de cuidado personal consiste en atender cuerpo, mente y alma.

Los griegos generaron en la Antigüedad desarrollos importantes en torno al autocuidado con la práctica del “cultivo de sí”, la cual valoriza las relaciones del individuo consigo mismo. En esta cultura se tuvo una visión integral de lo que debía ser el cuidado de sí, que incluía cuidados del cuerpo, ejercicios físicos sin excesos, regímenes de salud y una satisfacción mesurada de las necesidades. Además, se incluían la lectura, la meditación y la reflexión acerca de la verdad.

Así, esta cultura comenzó a darle importancia al autocontrol como una forma de autocuidado.

Dorothea Orem, especialista en este tema, propuso en el siglo XX la siguiente definición sobre autocuidado de la salud: Es una actividad aprendida por los individuos y con un objetivo. Es una conducta que existe en situaciones concretas de la vida, dirigida por las personas sobre sí mismas, hacia los demás o hacia el entorno, para regular los factores que afectan su propio desarrollo y funcionamiento en beneficio de su vida, salud o bienestar.

El autocuidado, entonces, está constituido por las acciones de cuidados que se proporciona una persona para tener una mejor calidad de vida y favorecer el mantenimiento de su salud.

El estado de salud de una persona depende, en gran medida, de los cuidados que se brinde a sí misma, aunque también son esenciales las condiciones sociales de existencia y el acceso a los servicios de salud.

En este contexto de pandemia, acercamos a las personas mayores un decálogo de sugerencias de autocuidado:

  • Establecer una rutina diaria.
  • Quejarse menos.
  • Contactarse con la naturaleza y meditar.
  • Llamar a personas queridas y resaltar sus buenas cualidades.
  • Realizar ejercicio físico.
  • Desarrollar alguna acción altruista.
  • Comer conscientemente.
  • Evitar la sobreinformación y los programas de TV agresivos que provoquen miedo o angustia.
  • Leer un libro por mes.
  • Bailar, cantar, reír, cocinar y realizar otras actividades que generen placer.