¿Escuchás el compás? Es el corazón / Entrevista a Amalia Flores

Amalia Flores es mujer, afrodescendiente y mayor. Una suma de factores difícil de imaginar a la hora de querer desarrollarse en nuestra sociedad. A lo que hay que agregar el haber elegido profesiones “de hombres”: futbolista y albañila. Esta vida, de decisiones fuertes y a contramano, cargada de aprendizajes y de bastante sacrificio, merece ser puesta en palabras.

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Para entrevistar a Amalia flores convocamos a Inés Williams, docente, pionera en la conformación del primer Consejo de la Mujer y la primera Comisaría de la Mujer en la Provincia de Buenos Aires en allá por inicios de la década de los 90. Hoy, a sus 76 años, es nadadora, madre y abuela. Entrevistada y entrevistadora. Gambetas y brazadas. Un entrecruce de vidas que dan cuerpo a esta nota.

Ines Williams: ¿Siempre te gustó el fútbol?
Amalia Flores: Siempre. Aprendí con mis cuatro hermanos varones y jugábamos juntos en los clubes de barrio en San Martín y en los potreros de la villa. Los lugares más lindos para jugar. Ellos después siguieron mi carrera, me iban a ver. Decían que eran mis representantes. Entienden menos que yo de todo eso.

Ines Williams: Además del fútbol, ¿qué otra cosa te gusta?
Amalia Flores: Bailo un montón, muy bien. En Villegas se celebra siempre el candombe y nos juntamos con los tambores a bailar.

Ines Williams: ¿Cómo fue tu educación?
Amalia Flores: Terminé la primaria, pero no la secundaria. Fui dos semanas pero cuando empezaron a pedir cosas ya tuve que dejar porque no tenía cómo pagarlo.

Ines Williams: ¿Alguna vez sentiste una presión fuerte de la sociedad? ¿Sentiste que te discriminaran?
Amalia Flores: Presión no, pero que me discriminaran sí. Querer pasar a un baño en un bar y que no me dejen. Estar sentada en un colectivo y que haya gente que no se quiere sentar. Por ser futbolista me miraban mal porque una mujer que jugaba a la pelota era rarísima. “Andá a lavar los platos”, me decían. Haces una jugada bien y unos te aplauden y otros te putean.

“De chicos mi papá le compraba pantalones a mis hermanos y a mí vestidos. Yo solo quería una pelota. Una vez me regaló una muñeca grande y le saqué la cabeza para jugar al fútbol”, Amalia Flores.

Ines Williams: Tenés un trabajo de albañila. ¿Cómo te formaste?
Amalia Flores: Con un vecino fui aprendiendo. A mi me gusta, hoy sigo haciendo trabajos. Estoy haciendo la casa de mi sobrina. Ahora también hay mujeres que son albañiles pero los hombres lo tapan, porque no quieren que los superemos. A veces voy a una casa a trabajar y cuando entro creen que no sé hacerlo porque soy mujer.

Ines Williams: ¿Cuál fue el primer equipo de fútbol de mujeres en el que jugaste?
Amalia Flores: Estaba jugando en la plaza y me vino a buscar una amiga: “queremos que juegues en un campeonato”. Era en el Club Cinco de Noviembre y, en el medio del partido, comenzó una pelea entre los varones que miraban. Discutían si yo era varón o mujer, porque jugaba mejor que todas. Y quisieron entrar a la cancha a desnudarme. El réferi paró el partido y zafé, pero la pase re mal. De ahí fui a Mariano Acosta, otro club. Y de ahí a Yupanqui, ahí me hice amigas de verdad.

Ines Williams: La primera vez que entraste a Yupanqui, que ya era un club más conformado, ¿cómo te sentiste? Ahí empiezan a salir notas de tus famosas jugadas.
Amalia Flores: Luis Garay fue el que nos ayudó a conocer el club. Era el director técnico. Hasta hoy es como un padre para todas nosotras. No nos pagaban nada, y nosotras no teníamos plata para pagar el colectivo para ir a entrenar, así que ahorrábamos toda la semana y el domingo llegábamos una hora antes para poder entrenar un poco, y ahí mismo jugar el partido de la semana.

Ines Williams: ¿Cómo fue tu llegada al Nápoles?
Amalia Flores: Un día, jugando en Yupanqui, nos avisaron que “viene un hombre que las va a ver” pero no sabíamos de dónde era. En el partido todas me tiraban la pelota a mi y me eligió para ir a jugar al Nápoles en Italia. Nadie me explicó nada, ni en ese momento ni después. Llegué y, a la semana, querían que me ponga a trabajar para mantenerme porque el club no andaba bien de plata. ¿Cómo iba a trabajar si no sabía ni el idioma? Los del hotel me decían que no vaya a jugar porque no tenía ni seguro médico, así que dejé de ir a practicar. Me contacté con la hermana del tipo que me había convocado y me ayudó a volver a Argentina. Estuve 4 meses y medio en Nápoles y no jugué ningún partido. Si me hubieran dicho lo que iba a ser, yo me hubiera organizado y por ahí todavía estaría allá, pero nadie me dijo nada. Ni de Yupanqui ni del Nápoles.

Ines Williams: ¿Aprendiste algo ahí?
Amalia Flores: Fue frustrante para mí porque no aprendí mucho. Fui a ver tres partidos y conocí algunas jugadoras, pero nada más. Yo volví en el 91 y acá el fútbol femenino no era profesional. Me quedé en Yupanqui, hasta que se desarma el club y me fuí a River, ahí nos pagaban sólo un viático.

Ines Williams: ¿Cuál fue el gol que más te gustó de todo lo que hiciste?
Amalia Flores: El que le hice a River, no me acuerdo bien la jugada. Creo que fue desde mitad de cancha y el resto de las jugadoras no me podían parar. También gané un mundial que se jugó en Ushuaia con la Selección.

Ines Williams: ¿Alguna vez te hicieron un homenaje?
Amalia Flores: Nunca, nada. Ahora llaman a todas las del 71, que jugaron el mundial.

"Yo soy igual a los hombres, merezco lo mismo. Con mis compañeras de Yupanqui aalentamos a las chicas a que sigan jugando al fútbol, no importa lo que les digan. Porque cuanto más buena sos, los varones más te quieren bajar"

Ines Williams: A principios de los 90 yo tuve un problema con varones por ese tema. Estábamos haciendo el primer curso con oficiales mujeres y, el primer día, empezamos a hablar y a decirles a las mujeres que las queríamos convocar para el proyecto. Y la habitación estaba llena de hombres que me miraban raro mientras hablaba. Al rato viene una señora de las policías y dice que lea el artículo 13 infine. Lo busqué, era de 1989: "habiendo masculinos de mayor o menor grado, las mujeres tienen que solicitar permiso para poder hablar" Ahí cambiamos esa ley.

Ines Williams: ¿De dónde sacaste esa fuerza para derribar tantos estereotipos, para hacer siempre lo que querías más allá de lo que te imponían?
Amalia Flores: Siempre tuve fuerza. Desde chiquitita cuando le saqué la cabeza a la muñeca. Salí así. Yo sentí que hice siempre lo que a mi me gustaba. Siempre le digo a las chicas “siempre hay que ir para adelante, nunca para atrás”.