Lugares / La Fuente de las Nereidas

Conocé la historia de esta obra creada por la escultora Lola Mora.

Compartir en redes

La Fuente de las Nereidas hoy está emplazada en la Costanera Sur, aunque ese no fuera su destino inicial. Creada por la escultora Lola Mora, muestra el nacimiento de Venus, Diosa romana del amor, rodeada de seres mitológicos.

Lola nació en 1866 en Tucumán aunque el nuevo siglo la encuentra en Buenos Aires, sólo como escala para llegar a Italia con el fin de perfeccionarse. Es entonces cuando cambia los pinceles por la escultura.

El Gobierno Nacional aprueba su proyecto de la Fuente de las Nereidas, el cual realiza íntegramente en mármol blanco de Carrara en la misma Italia. Y tras dos años de trabajo lo trae en el barco en el que ella viaja.

El colosal grupo escultural debía ser colocado en la Plaza de Mayo como ornamentación. Pero, cuando lo descargan, se corre la voz de que las esculturas femeninas están totalmente desnudas. Esto provoca un escándalo, la sociedad porteña se opone a que se ubique tan cerca de la Catedral. Una obra que muestra cuerpos sin vestir realizados además por “una mujer que usa pantalones y dirige a ayudantes hombres”. Les resulta inmoral y sin valor a tal punto que, las mujeres avergonzadas y ofendidas, no asisten a la inauguración de la fuente.

El reconocimiento para la progresista Lola Mora llega mucho tiempo después. El Congreso de la Nación declara el 17 de noviembre (día de su nacimiento), Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas y el Gobierno de CABA entrega anualmente el premio Lola Mora a aquellos que, en distintos medios de comunicación, muestran una imagen positiva de las mujeres que rompen con los estereotipos de género, promueven la igualdad de oportunidades y sus derechos.

Hoy, con muchos años y no menos luchas de por medio, Venus naciendo de las aguas, cuidada por los dioses romanos, me hace pensar en la mujer que nace con el siglo XX, abriéndose camino, desprovista de ropas y ataduras. Mirar la obra es conectarnos con nuestro propio cuerpo y sentirlo en libertad.

Por Luisa Giovo Fernandez, Técnica de laboratorio y participante del taller de producción periodística CEG (70)