Viejo es el paradigma

Por Georgina Paladino.

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¿Qué pasa con los años? Cambiemos la frase popular de “viejos son los trapos” por “viejo es el paradigma”. Antes de irme por las ramas, cosa que me encanta, quiero que observemos nuestros propios conceptos de la vejez.

Nuestra cabeza aún no se adapta a las nuevas vejeces y el imaginario asocia “abuelita” muy mayor, sentada en la mecedora tejiendo o “abuelo” en cancha de bochas. ¿Qué pasa si no hay abuelazgo, habilidades para el tejido o las bochas? ¿Qué sucede si esa persona mayor tiene más vitalidad que un joven de 30? ¿Es menos persona por eso?

El mundo del marketing sabe que esas poblaciones consumen y están activas, por eso no es casual que cada vez veamos más publicidades con actores/actrices de edad. Si bien no contribuye a ningún fin altruista, ayuda a construir otro tipo de imaginarios.

En las tribus originarias la figura de la persona mayor era venerada por su enorme sabiduría y se la respetaba por eso. En ese momento no se cuestionaban las arrugas, ni la dentadura, ni el pelazo. Pero en nuestra sociedad actual las cosas son muy distintas y las publicidades lo saben. Apuntan al público adulto mayor donde más le duele: el cuerpo. Encontraron un nuevo nicho de consumo y nos bombardean con infinidad de mensajes para que compres la crema, la pastilla o la última tecnología para que nadie ande por el mundo con el ceño fruncido ¡Qué tragedia!

Debemos reconocer que también somos parte de esa red de discursos impuestos, como de tantos otros, y por eso es importante detener un segundo el tic - tac y cuestionar las formas conocidas. ¿Está mal admirar la juventud? Para nada. Es una etapa digna como cualquier otra. El problema radica en el desequilibrio y forzar algo natural o vender lo que no es.

Cuanto más se visibilice a las personas mayores como seres activos y deseantes, se hará más cotidiano y, de a poco, menos cuestionado.

Cada tanto hay alguna nueva polémica cuando Susana Giménez sale en su revista mostrando un cuerpo de 20 a sus 70 o cuando Mirtha Legrand decide ponerse algo un poco escotado. Sea el lado que sea, el cuerpo de una persona grande molesta y todo lo que genera esa sensación, en esta sociedad, se excluye, no se habla. Por eso es importante poner el foco en los mensajes que sí construyen.

En la serie Grace & Frankie, hay un episodio donde Jane Fonda no quiere convivir con su pareja porque se tiene que mostrar tal cual es: mayor. Y ella misma va desandando los propios prejuicios sobre su cuerpo.
En la película cubana Candelaria, se ilustra la historia de amor de dos adultos mayores y se muestra la intimidad de sus cuerpos al desnudo. La belleza y las dificultades que encierra esa etapa, como cualquier otra de la vida.

Hay una influencer brasilera, adulta mayor, que se llama Dirce Ferreira que entendió a la perfección el juego capitalista y muestra su cuerpo sin tapujos, se ríe e invita a la fiesta.
La rareza que nos generan los cuerpos de las personas mayores pareciera relacionarse con la falta de representaciones que permitan darle un sentido a lo que vemos.

¿Cuántas veces al día vemos personas mayores como seres activos y deseantes?
Es nuestra idea sobre lo estético que habilita a ciertos cuerpos, y no otros, para desear y ser deseados. Es por eso que vale la pena darle el espacio a este tipo de producciones que nos muestran otros tipos de relación con el cuerpo mayor. Cuanto más se visibilice, se hará más cotidiano y, de a poco, menos cuestionado.

Georgina creó Palabras Mayores, un espacio que busca recuperar el valor ancestral y la sabiduría de nuestros queridos mayores a través de sus historias.