Herramientas para padres en el retorno a clases

Algunas ideas para acompañar a nuestros hijos en este nuevo desafío.

Compartir en redes

Retornar a la escuela: un nuevo desafío

Por la Lic. Paula Chumbita

Vuelven los alumnos de 5° año, vuelven los de 7° grado… 1° grado y sala de 5. Luego de casi 8 meses sin asistir a la escuela, la posibilidad de volver se hizo realidad. Sin embargo, esa “realidad” es muy diferente a aquella que dejamos al despedirnos un viernes lejano del mes de marzo. Como sabemos, la asistencia de los alumnos y alumnas es optativa y voluntaria: es decir, cada familia podrá decidir sobre ello. Como papás, aparece un nuevo desafío por delante. No es sencillo, como no lo es ninguno de los que se nos vienen presentando.

Compartimos algunas ideas para pensar juntos esta “vuelta al cole” tan particular:

Construir seguridad

O, al menos, bajar el nivel de incertidumbre que manejamos los adultos responsables. Nosotros somos la fuente más confiable que tienen nuestros hijos. Nuestra palabra, nuestro accionar ayuda a leer lo que sucede a su alrededor, ayuda a comprenderlo, interpretarlo y ayuda a hacerlo más o menos tolerable. Cuando crecen, se diversifican los referentes pero, aún así, seguimos siendo una referencia para ellos. ¿Cómo construir seguridad frente a tanta incertidumbre? Obteniendo información (conociendo los protocolos, por ejemplo), preguntando y consultando a fuentes fiables, aunque las mismas seguramente tampoco tengan todas las respuestas. Asistamos a las reuniones de padres que ofrezca la escuela, pidamos entrevistas en caso de que necesitemos conversar sobre otras particularidades, hagamos preguntas sobre los comunicados que nos envíen, consultemos al pediatra de cabecera...

Conversar sobre la escuela que verán cuando regresen

La imagen mental de su jardín, de su escuela, seguramente sea distinta de aquella que los esperará su primer día o los días subsiguientes. Es bueno que podamos hablar sobre esas “diferencias” identificando, al mismo tiempo, aquello que “seguirá igual” que es, a su vez, lo que les genera seguridad, identificación, pertenencia. Por ejemplo: la escuela sigue ubicada en el mismo lugar; podremos usar el mismo guardapolvo o uniforme; seguiremos siendo de la misma sala o grado; seremos los mismos compañeros aunque podamos compartir presencialmente sólo con algunos de ellos, entre muchas otras que ellos o ellas puedan encontrar. Esas diferencias necesitan de ser explicitadas y, en lo posible, también visibilizadas. Asimismo, compartirles que aquello que realizarán en esta vuelta no está estrictamente vinculado a lo pedagógico, a “sólo hacer tarea”, sino a reencontrarse paulatinamente con su jardín o con su escuela, con sus pares y que, seguramente, continuarán en casa realizando las actividades como lo venían haciendo.

Anticipar las medidas de cuidado

Por suerte, ya vienen teniendo cierto “entrenamiento”, pero es bueno volver sobre ellas. Hay un límite muy fino entre la alarma o el miedo y la precaución y el cuidado. Queremos que ellos comprendan la importancia de mantener las medidas más allá de nuestra mirada, que realmente estén “convencidos” y que puedan generar hábitos en torno a ellas. Para ello, tenemos que trabajar desde su fundamento que es el cuidado, propio y de los otros. No nos saludamos con un beso, no porque no nos queramos, sino justamente porque nos queremos y nos importamos, buscamos otras maneras de hacerlo cuidándonos. Allí se abre la creatividad infinita que tienen: inventar bailes o coreos, crear “códigos secretos”, etc.

Concretizar esas medidas

El objetivo es que las características de esta “nueva realidad” no los tomen por sorpresa, sino que hayan podido ensayar, practicar, haciéndolas más familiares y, por qué no, amigables. Mostrarles fotos de las máscaras que utilizarán los profes o las seños; hacerles recordar el lugar del cole en el cual estarán cuando asistan (qué patio, qué aula o sala, etc.); reforzarles cómo lavar sus manos y darles pistas para ello (cantando el feliz cumpleaños, contando hasta 60, etc.); nombrarles aquellos compañeritos o compañeritas con los cuales compartirán grupo, como también el referente adulto a cargo dentro del cole; pasar algunas veces por el establecimiento si nos queda cerca para que puedan verlo (o recurrir a nuestra gran amiga, la web). Para los más chiquitos, posibilitarles jugar con algunos de estos elementos de protección, colocándoselos a ellos mismos o a algún muñeco, hablar de aquello que sienten o les pasa (le queda incómodo, no sabe cómo ponérselo, le da miedo, etc.).

Fomentar la autonomía

Puede parecer un chiste luego de estar tantos meses todos juntos en casa… sin embargo, esta convivencia tan extensa nos dio la posibilidad de hacer varios ensayos de autonomía (colaborar con las tareas de la casa, encontrar espacios diferenciados aunque compartiendo físicamente el mismo techo, entre muchos otros). El saber cuidar y cuidarse también será un objetivo de autonomía, por eso necesitamos previamente mostrarles, compartirles, “convidarles” información y modelos para que puedan apropiárselos… ¿para qué? Para que puedan ellos mismos ganar confianza, ganar seguridad, afianzar su “yo puedo”, “yo me cuido y cuido a otros”. Es así como los ayudamos a que se apropien de sus elementos, guardar su alcohol en gel, colocarse y sacarse solitos el tapabocas, elegirlo, personalizarlo, pensar algún saludo manteniendo la distancia, etc.

Hacer comprensible la nueva jerga

“Burbuja”, “distanciamiento”, “sanitización”, “máscara”... todos nuevos términos que no solían estar en el vocabulario cotidiano de los chicos y chicas. Los adultos ya los incorporamos y a veces no solemos detenernos a explicarles de qué se trata cada uno de ellos. Necesitamos manejar todos el mismo lenguaje. Antes de aterrizar con nuestra explicación está bueno preguntarles si conocen estas palabras y qué piensan o saben acerca de ellas. Usar ejemplos, buscar nuevamente apoyos visuales (imágenes) concretos puede ayudar; por ejemplo, imaginarme que esos dos metros es como tener una mesa bien larga entre un amigo y yo.

Relatar aquello que sabemos que posiblemente pueda suceder

Quién lo llevará o buscará, en qué momento, dando referencias concretas (por ejemplo, “saldremos después de desayunar”, “te voy a buscar antes de almorzar”, “llegaremos justo para ver tales dibujitos”, etc.); con quiénes se podrán encontrar allí mismo; qué acciones se darán en la entrada (por ej. la toma de la temperatura y sanitización de manos). La información que brindemos intentaremos que respete las 4 “C”: correcta - clara – concreta – concisa. En el caso de los más grandes, preguntarles qué imaginan ellos de lo que sucederá en el cole, qué expectativas tienen, qué les gustaría que ocurra y qué no, validando y empatizando con sus emociones al respecto.

Reforzar el vínculo con el referente adulto dentro del cole

Poder contarles quién será (dado que puede no ser su seño o profe) invitándolos a que accedan a él o ella cada vez que lo necesiten. Si bien no pueden hacerlo a través del contacto físico, la presencia va más allá de ello: estamos con la palabra, con la mirada, con los gestos…

Mantener algunos de los “rituales” de cierre

Que puedan llevar los buzos, remeras, identificaciones que los que cierran ciclos hayan diseñado. Compartir con ellos que esta instancia también es una forma de poder despedirnos (del jardín, de la primaria, del cole en general en el caso de los alumnos del último año de la escuela secundaria).

Estar dispuestos y disponibles

Atentos para escuchar, para “pesquisar” posibles inquietudes o simplemente para hablar una y otra vez sobre el regreso, sobre qué sintieron el primer día (y los siguientes), qué les gustó más y qué menos.

Hasta marzo los ayudamos a preparar la mochila con todos aquellos elementos que iban a necesitar para arrancar un nuevo año lectivo. Hoy, confiemos en que se llevan dentro de ella todos los aprendizajes que construyeron en estos meses: cuidado por su salud, flexibilidad, creatividad, esperanza y deseos de reencontrarse con su escuela.