Alimentación, ansiedad y cuarentena

Tips muy útiles para organizar nuestra alimentación y manejar la ansiedad durante la cuarentena.

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Por Lic. Josefina Arroyo - Instagram @lic.josefinaarroyo Nutricionista (formada en la metodología No Dieta) MN 3669 / MP 2889

Estamos viviendo una época distinta.

Emocionalmente, cada uno lo transita de forma muy particular. Por eso, es importante hablar de “Cuarentena, Ansiedad y Alimentación”, como una triada significativa. La clave en este entrecruzamiento es aprender a discernir entre hambre real, (aquella que es fisiológica, y que nos lleva a comer por necesidad, para cargar “combustible” en el organismo), y hambre emocional, aquella que es impulsiva y, como lo indica su nombre, nos hace comer según nuestro estado anímico: porque estamos felices, tristes, ansiosos o aburridos.

El primer paso es trabajar la toma de conciencia sobre esto. Estar atentos para distinguir si es que comemos mucho como respuesta al hambre emocional, y en ese caso, evaluar cuántas veces al día y en qué ocasiones sucede. No es una tarea fácil, porque el hambre emocional suele una reacción inconsciente, impulsiva. Pero con atención lo podemos lograr.

Una vez identificado esto, se puede empezar a trabajar con mejores resultados. Para trabajar la toma de conciencia es fundamental que procuremos ‘registrar’ lo que comemos en cada comida, y preguntarnos: ¿cómo estoy comiendo? ¿Solo ingiero comida, o puedo saborear y disfrutar los alimentos? ¿Cómo rápido? ¿Siento saciedad al terminar mi porción? ¿Me siento y uso un plato, o como de pie?

Es esperable que en este tiempo de cuarentena haya aumentado el hambre emocional, como una consecuencia de pasar tiempo guardados en casa, y a pocos metros de la cocina. Por la necesidad de hacer compras de stockeo, puede que nuestra casa esté llena de comida. Llena de alimentos tentadores pero poco sanos. Además, esta situación de pandemia nos puede generar ansiedad e incertidumbre, lo que tampoco ayuda a sentirnos con ganas de saciar estas sensaciones mediante la ingesta excesiva de alimentos que nos gusten. Vamos en busca de comida, pero en realidad vamos en busca del placer que en ese momento nos concede la comida. La comida, muchas veces, no cumple su objetivo de alimentarnos, sino que la utilizamos para calmar la ansiedad momentánea.

El problema está en que esta secuencia de acciones queda grabada en nuestra mente, y llega un momento en que comienza a repetirse con mayor frecuencia. Entonces, puede ocurrir que cada vez que estemos ansiosos la mente nos haga recurrir a la comida para calmarnos. Sin embargo, es más saludable resolver estas cuestiones emocionales de otra manera: trabajando con nuestro cuerpo, haciendo ejercicios de relajación y descargue físico, conversando, haciendo terapia, encontrando actividades satisfactorias.

Este es un buen momento para identificar cuándo comemos llevados por el ‘hambre emocional’, para trabajarlo y tomar conciencia de ello. Hay varias herramientas que ayudan a identificar si estamos comiendo por hambre emocional o real.

Revisemos algunos hábitos sanos para nuestra alimentación. ¿Cuáles serían?

  • Establecer horarios para las cuatro comidas del día, que son los momentos en donde sabemos que vamos a dedicarnos a comer. Aún en medio del caos que la cuarentena pueda implicar en nuestra vida familiar y laboral, debemos tratar de generar una rutina ordenada. No saltear ninguna de las comidas, por más que los horarios puedan estar un poco cambiados. Hay mucha gente que se está levantando más tarde, por ejemplo. ¡Si salteamos comidas arrastramos hambre real, y esa deuda de hambre se pagará con… más comida!

  • Diseñar un menú semanal o quincenal que pueda ser nuestra brújula a la hora de hacer las compras y cocinar.

  • Comprar, en la medida de lo posible, lo justo y necesario: si vamos a stockearnos de paquetes de galletitas y chocolates como si se viniera el fin del mundo, nuestra mente sabrá que tiene toda esa comida a disposición.

  • Antes de acudir al delivery, démosle una oportunidad a la comida casera: a través de ella, nos podemos dar el gusto de comer lo que queremos. Está muy bien mimarse con alguna torta o galletitas hechas en casa. Si no queremos excedernos, entonces la clave está en hacer porciones, y llevar los sobrantes al freezer. Que el foco esté puesto en la porción justa. La porción justa en almuerzo y cena es la medida de un plato playo estándar.

  • Crear una rutina en el sueño: tratar de dormir bien. Esto ayuda también a la correcta metabolización de los alimentos.

  • No estar muy pendientes de los programas de televisión o los perfiles de Instagram que únicamente muestran comida.

Por último…

El hambre emocional se disminuye gestionando nuestro estrés. Si notamos que esta época de pandemia está afectando nuestras emociones, o nos genera más irritabilidad y más ansiedad, lo ideal es no pasarlo por alto, y encararlo, para cuidarnos integralmente.

¿Qué podemos hacer?

Si antes recurríamos a terapia presencial de psicología, o al nutricionista, tratemos de retomar esos buenos hábitos en forma virtual. Y sino, siempre es bueno encontrar a alguien para hablar sobre lo que nos pasa y sobre cómo nos estamos sintiendo. También son buenas opciones:

  • Técnicas de yoga, meditación y mindfulness: Está comprobado científicamente que ayudan a calmar el estrés.
  • Técnicas de respiración.Lo más importante es estar conectados y sintiendo de qué manera respiramos, para renovar nuestro oxígeno.
  • Dedicar un ratito del día a mover el cuerpo, aunque sea bailando o saltando en el lugar.
  • Incursionar en alguna actividad manual o creativa. Pintar mandalas, acuarelas, tejidos, rompecabezas...

Esta es una oportunidad para reinventarnos. De hacer las cosas que, con el ajetreo de la vida cotidiana, fuimos postergando. Si estamos derivando nuestras ansiedades en la ingesta innecesaria de alimentos, nos podemos detener un segundo para preguntarnos: ¿Qué me gustaría hacer? Y respondernos a esa pregunta para que surja una motivación, que se transforme en una actividad de distracción y distensión.