Martes 16 de Julio de 2019

Adopción adolescente: una historia de prejuicios derrotados y mucho amor

Pablo y Roxana adoptaron a un chico de 13 años y afirman que es más fácil que criar a un niño pequeño. Sus deseos, sus miedos y cómo lo lograron tan rápido.

Compartir en Redes


Pablo Spontón (45) y Roxana González (48) no pueden ocultar la emoción. Hace pocos meses se convirtieron en padres tras vencer un prejuicio muy habitual a la hora de adoptar: los adolescentes son más difíciles de criar porque no los podes “moldear”.

Son vecinos de la Ciudad de Buenos Aires que se conocieron en 2010. Él es empleado de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y ella, psicopedagoga y maestra de primaria. Dos años después, contrajeron matrimonio y comenzaron a pensar en la posibilidad de agrandar la familia.

“De chicos siempre soñamos con ser padres. Y antes de casarnos, entre esas múltiples charlas que tienen las parejas durante los preparativos, acordamos que si pasado cierto tiempo los hijos no venían en forma natural, adoptaríamos”, contó Pablo, a quien se lo ve tranquilo y cómodo en su nuevo rol.

Y así fue. En 2015, se anotaron en la lista de espera del Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA), con expectativas de encontrar a un niño o niña de no más de dos o tres años. Y hoy, son padres de un niño que ya tiene 14 años, fanático del fútbol y encantador, según lo describieron.


El proceso

“Trabajamos mucho en nuestras expectativas con la gente del RUAGA y del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires. Al principio hicimos una búsqueda para niños de entre dos y cinco años. Pero las búsquedas que iban llegando eran de chicos más grandes y entonces dijimos: “¿Por qué no?”- recordó, Pablo.

A diferencia de muchos padres, que se anotan y sólo esperan, Roxana y Pablo hicieron una búsqueda activa. Participaron de una asociación que se llama “Ser Familia por Adopción", que organiza jornadas y charlas, y se pusieron en contacto con otras personas en su misma situación. Esta forma de encarar el proceso, con alegría y esperanza, los preparó mejor para la llegada del nuevo integrante.

“La primera vez que nos llamaron desde el juzgado fue el 19 de marzo de 2018 y nos citaron para dos días después. Al llegar nos esperaba la trabajadora social y el juez. Y de golpe nos dijeron que lo íbamos a conocer al otro día”, contó Pablo, sorprendido.

La noticia los había sobrepasado. “Salimos a la plaza de Tribunales a gritar. Y después bajamos al subte y ¡yo quería parar el subte con la mano, como si fuera un taxi!”, continuó, emocionado.

Al otro día fueron a conocerlo al hogar de zona sur donde J.-como él mismo pidió que se lo mencionara-, vivió por cuatro años. “Fue un encuentro de tres extraños, supervisado por las autoridades del hogar. Sabíamos que le gustaba el fútbol así que le llevamos una pelota y empezamos a hablarle del mundial, que justo se venía“.


Se animaron a lo que pocas personas en busca de un hijo se atreven: adoptar a un chico adolescente.

“La noche anterior no pude dormir”, recordó Roxana. A diferencia de Pablo, ella tenía mucho temor. “Tenía miedo de qué íbamos a sentir al verlo; miedo a que el nene saliera corriendo, a quedarnos paralizados, a que nos pareciera demasiado grande o si íbamos a saber de qué hablar. Pero nuestro hijo estaba muy deseoso de tener una familia. Las autoridades del juzgado nos contaban que llamaba todos los días para ver si le habían conseguido a sus padres”, agregó.

Mientras para la mayoría de los testimonios que se dan a conocer en los medios de comunicación ese momento fue mágico, a ella no le sucedió. “Nos encontramos con un niño encantador pero que nos era ajeno; con una historia que no conocíamos. Y me preguntaba cómo podía uno llegar a sentirse padre de un extraño”, continuó.

“Hay días que son maravillosos y uno toca el cielo con las manos. Y días que son terribles y decimos ¿qué hacemos con él? Uno empieza a armar una familia desde el dolor porque son chicos que vienen de historias difíciles. Pero el dolor va sanando mientras nos vamos conociendo y estableciendo un vínculo que empieza con la confianza”, explicó Roxana, psicopedagoga, a quien su profesión le dio ventaja para comprender y aceptar el proceso con más facilidad.


Hoy, a poco más de seis meses de tener a su hijo en casa, reconocen los beneficios de adoptar a un adolescente y desmitifican aquél prejuicio habitual. “Un chico de 13 años sabe su historia; no hay que armar un relato para introducirlo en su familia y puede verbalizar qué es lo que está pasando. Con un chico más chiquito eso es mucho más difícil”, sostuvo con vehemencia, Pablo.

“Los problemas que tenemos ahora son los mismos que tiene cualquier padre con un adolescente. Por ejemplo, cómo hacer para ponerle límites a este interesante elemento y cómo usarlo para potenciar el estudio”, explicó entre risas, Pablo, señalando el celular.

Roxana sonrió y con ojos vidriosos concluyó: "Nuestro hijo es un nene feliz. Que nos abraza muy fuerte. Que a cada rato nos repite cuánto nos quiere. Que también nos pregunta si lo queremos. Que nos pide que no le apaguemos la luz porque no quiere sentirse solo. Ya no quiere sentirlo más. Un nene con mucho amor, que-como dijo Pablo- sabe su historia y a quien no tenemos que ocultarle nada. Que sabe lo que quiere y también lo que ya no quiere".

La situación en la Ciudad de Buenos Aires

La adopción es un camino para garantizar el derecho de los niños, niñas y adolescentes a crecer en el seno de una familia. En la Ciudad de Buenos Aires, el organismo encargado de realizar las inscripciones al RUAGA es el Consejo de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, que preside Karina Leguizamón.

Cada año, en la Ciudad se buscan familias para aproximadamente 200 niños. De cada 10 personas que quieren adoptar, 8 piensan en un niño de menos de tres años. El problema es que "La mayoría de los niños en estado de adopción tienen más de seis años o son grupos de hermanos", afirmó Leguizamón.

Del lado de los adultos, la mayoría de las personas que buscan adoptar piensa en niños más pequeños. Este desencuentro aumenta los tiempos de espera de grandes y chicos. “Si lográsemos construir una mirada más amplia e inclusiva, habría más familias y nuevas oportunidades para chicos y grandes", continuó.

La mayoría de los chicos que esperan su familia son mayores de seis años y tienen hermanos.

Para revertir esta situación, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, anunció hace poco más de un año una serie de modificaciones que agilizan el proceso de adopción. Los cambios incluyeron mejoras en el sistema de inscripción y de evaluaciones, búsquedas más exhaustivas, mayor articulación con la Justicia y un acompañamiento de cerca a las familias durante todo el proceso. Los resultados fueron positivos: la inscripción en el RUAGA, que hasta 2016 tardaba aproximadamente un año y medio, hoy no supera los seis meses.

“Nuestro objetivo es hacer más fácil todo el trámite de adopción, menos burocrático, pero sobre todo, más personalizado. Es demasiado importante como decisión en la vida, para los chicos, como para que sólo sea un expediente o un número”, sostuvo Rodríguez Larreta en aquél momento.

Más información: línea 102 o www.buenosaires.gob.ar/adopcion.

El trámite de adopción en cinco pasos

¿Quiénes pueden inscribirse?
Puede inscribirse una única persona o ambos integrantes de un matrimonio o de una unión convivencial que hubieran cumplido los 25 años de edad. Cuando uno de los peticionantes sea menor de 25, podrá hacerlo si su cónyuge o conviviente que se inscribe conjuntamente cumple con este requisito.

Además, quienes deseen inscribirse en el Registro deben tener residencia permanente en el país. En caso de que la persona no sea de nacionalidad argentina o naturalizada en el país, deberá acreditar que ha residido en la República Argentina durante los últimos cinco años.

Cada persona que decida iniciar su proyecto adoptivo debe inscribirse en el Registro de aspirantes a la adopción de la jurisdicción en la que viva. En el caso de los vecinos y vecinas de la Ciudad de Buenos Aires, deberán hacerlo en Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA), que se ubica en Tte. Gral. Juan Domingo Perón 3175.

Los pasos
1.
Realizar la inscripción online y asistir a los tres Encuentros Informativos Obligatorios (EIO): es requisito para la inscripción al Registro Único de Aspirante a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA), acreditar la previa asistencia a estas reuniones informativas.

Los certificados de asistencia a los EIO tienen una vigencia de dos (2) años para poder anotarse en el RUAGA. Es obligatoria la inscripción a cada uno de los EIO para poder asistir a los mismos. Se dispondrá de dos opciones de fecha y horario por Encuentro para facilitar la asistencia. Si es una pareja la que se inscribe, será requisito que ambos miembros se registren y asistan (pueden presenciarlos en forma conjunta o separada)

En los EIO se entregarán certificados de asistencia, que tienen una vigencia de dos años, para poder inscribirse en el RUAGA.

2.
Subir online, a través de la plataforma de Trámites a Distancia del Gobierno de la Ciudad, la documentación personal requerida para la inscripción al RUAGA.

3.
Ser evaluados por el equipo técnico del Registro. La evaluación se realizará a partir de una entrevista en la sede del RUAGA y otra en el domicilio de los postulantes.

4.
Ante un requerimiento específico, se remiten los legajos a los juzgados para que realicen la elección de los postulantes de acuerdo a los niños que se encuentran en estado de adoptabilidad.

5.
Cuando un Juzgado Civil de Familia declare la situación de adoptabilidad de un niño, niña, adolescente o grupo de hermanos, solicitará al RUAGA la remisión de legajos de postulantes que se adecúen a las particularidades y necesidades de esos niños, de acuerdo al orden de prelación en la nómina. De los legajos que se remitan, el juez seleccionará uno y así se iniciará un proceso de vinculación cuyo fin es consolidar los lazos de la nueva familia. Este proceso es acompañado por un equipo especializado del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Este camino culmina con el juicio de adopción por el que se resuelve que los niños y niñas se emplacen jurídicamente como hijos/as.

Información e inscripción