Década del '30: afiches del Banco Ciudad

Con esta exposición queremos transmitir una visión de la vida cotidiana de aquella Buenos Aires que no aparece en los libros de historia, de aquella que empeñaba y compraba cotidianamente en el Banco Municipal todo tipo de objetos.

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Sala de Exposiciones Temporarias, Defensa 223.
Apertura: martes 5 de septiembre.
Cierre: domingo 1° de octubre.
Entrada libre y gratuita.

El afiche publicitario, nacido en Francia hacia mediados del siglo XIX de la mano de Jules Chéret, apareció con fuerza sobre muros y carteleras porteñas a inicios del 1900.

Para esa época muchas empresas e instituciones advirtieron que estas piezas se prestaban perfectamente para el desarrollo de una estrategia de comunicación novedosa, en tanto permitían llegar a un público masivo de manera directa. Así, con mensajes sencillos, claros y de diseño atractivo, transeúntes, paseantes y hasta el ama de casa que se dirigía al cercano almacén, fueron crecientemente informados, intrigados y hasta sorprendidos por productos o servicios cuyos nombres, características y bondades se comunicaban desde afiches fijados por doquier.

El Banco de la Ciudad – la institución financiera porteña más importante – tampoco fue ajeno a este fenómeno y desde entonces y a lo largo del siglo, integró a los afiches a su sistema de comunicación con la comunidad.

Estas piezas se convirtieron en reflejo de usos, costumbres y del devenir social de un época en particular. La colección que el Museo Monte de Piedad y el Museo de la Ciudad tienen el gusto de presentar, nos permite acercarnos a una historia cotidiana que no siempre aparece registrada en los libros.

Para el tiempo en que Antonio Berni pintaba “Manifestación” y “Desocupados”, Enrique S. Discépolo escribía “Yira-Yira” y Canaro y Pelay creaban “Donde hay un mango” – el duro momento de la crisis de los ’30 – los ilustradores gráficos de la Oficina de Propaganda del Banco, comunicaban de manera elocuente y directa, las ventajosas condiciones y características de los remates del Banco, a los que acudían clientes de todos los estratos sociales.

Y este aporte, que resultó fundamental para que muchos porteños pudieran sobrellevar esos años, es reflejado por estas piezas, las que tanto ponen en perspectiva condiciones sociales y económicas de un momento de nuestra historia, como el recurso de “empeño” y de la compra de objetos en remate del Banco Municipal, práctica que acompañó a generaciones de porteños en su cotidianeidad y quedó registrada en una amplia literatura ciudadana y hasta en las letras de numerosos tangos.

Cada uno de estos afiches fue parte de una campaña de comunicación, de un mensaje de la institución dirigido a los porteños, pero también fueron y son imágenes que nos permiten “explicar el sentir de una sociedad en un momento determinado de la historia”. Carlos Velasco; coleccionista de afiches, Madrid, España.