GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES - MINISTERIO DE EDUCACIÓN - DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN ARTÍSTICA

ESCUELA DE CERÁMICA N°1 Bulnes 45 (Altura Av. Rivadavia al 3600)
INFORMES: TE: 4865 8489 - 4863 3844


FERNANDO ARRANZ

Desde el 23 de diciembre de 1897, día de su nacimiento en Madrid, hasta el 7 de junio, día de su muerte en Buenos Aires, la vida del ceramista Fernando Arranz, entre dos inviernos, transcurrió como un lento incendio de trabajo, de pasión sostenida, como un acto de fe.
Tenía 14 años cuando recibió magistrales enseñanzas de Daniel Zuloaga, y no era mayor de edad cuando se emancipó de su mentor, para recorrer, en España, los centros tradicionales de la artesanía popular, calando hondamente en el carácter de la manifestación artística más antigua de la humanidad. Instaló su taller a la vera del río Clamores, al pie de la muralla en una antigua capilla románica de la ciudad (de Segovia. Jamás abandonaría la arcilla, Esperaba en largas vigilias junta al temblor esotérico del fuego, la deslumbrante epifanía del color, rodeado por Valle Inclan, Azorin, Victorio Macho, García Maroto, Antonio Machado, Emiliano Barral, amigos y artistas, integrantes todos de una secreta comunidad nominada, al servicio de la alegría, la verdad y la belleza.
Realizó exposiciones en Europa, y en 1928, beneficiario de una beca, cargó sus cerámicas y llegó a Buenos Aires. Ya no se iría más. Expuso su obra. Y ya no volvería a exponer. Continuó diariamente creando sus piezas pero un Indescifrable designo lo llevó a la enseñanza. Fue profesor (1933-37) de la Escuela Nacional de Bellas Artes y, en 1937, contratado por el gobierno provincial do Córdoba creó la primera escuela de cerámica que tuvo el país. De allí en más fundó otras en Buenos Aires (1940), Mendoza, Tucumán, Mar del Plata, Jujuy, Chilecito (La Rioja) y el departamento de cerámica de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de La Plata.
Fernando Arranz, es el alto responsable de la cerámica argentina. Directa o indirectamente, por acción inmediata o proyectada, sus discípulos, los discípulos de sus discípulos y el ámbito ceramístico argentino gestado por ellos, se remiten necesariamente a su presencia y a su obra.
Durante 27 años, desde la fundación, hasta su muerte, fue el director de la Escuela de Buenos Aires, ubicada en un chato local de la calle Bulnes en el barrio Almagro. Allí convergían notables plásticos y escritores atraídos por el diáfano misterio de su amistad, por su honestidad empecinada y Por su sencillez generosa.
Eligió a sus colaboradores muchos de los cuales lo siguieron desde Córdoba, en el año 37, hasta hoy. Con ellos integró un cuerpo de profesores y colaboradores del más alto nivel profesional y supo inocularle un incansable amor por su arte predilecto al servicio de la enseñanza. A ellos compete continuar su trabajo propicio para bien de la cultura de la republica.
Con la muerte del español Fernando Arranz, nuestro país pierde un auténtico constructor.
La dimensión de su tarea se mide por generaciones de estudiantes, muchos de ellos ya artistas consagrados, muchos de ellos artesanos del más alto nivel. Quizás ellos, muchachas y muchachos argentinos, hayan sido la materia que modeló con más afecto.


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