Desde los comienzos de mi historia en lo que a educación secundaria atañe; que también puede ser la historia de cualquiera con tan sólo modificar particularidades, uno se ve en un enredo de falta de voluntad, pereza explícita(en algunos casos) o quizás lo que le pasa a casi todos: no tener total conocimiento de las posibilidades a tomar.
Luego de tener un transcurso no muy ejemplar en el ciclo de alumno regular en la edad correspondiente a realizarse; existen circunstancias propias que dan como resultado no comprometerse con la dedicación básica y justa para concluir satisfactoriamente los ciclos lectivos y/o, en el peor de todos los casos, repetir por ausencia total de empeño.
Con el transcurso del tiempo y la voluntad de redimir pasos en falso, uno va buscando alternativas que provean soluciones instantáneas con el menor saldo de sacrificio posible; ya sea por diferentes circunstancias que absorben sacrificadamente acaparando la concentración cotidiana y rutinaria de todos  los días.
En el período de la  adolescencia uno subestima demasiado el paso del tiempo, minimiza demasiado el rigor de cualquier acción o acciones postergando una solución de raíz y absoluta para quien sabe cuándo y cómo. En mi  humilde opinión, en el transcurso de esta posibilidad fui asumiendo que es una constante cuenta regresiva en la cual no vale la pena disminuir las condiciones de uno mismo, ni acrecentar  la complejidad ante una notoria exigencia; tampoco pretender que se nos regalen las cosas por el simple hecho de ser uno.
En un aspecto personal (creo que vale la pena mencionarlo) posiblemente le haya sucedido lo mismo a otras personas días antes me ví  limitado a perder el año a causa de no tener el dinero para pagar matrícula y cuota de cualquier de estos colegios que empapelan la ciudad entera.
No pretendo ser el San Agustín del estudiantado, pero....lo único que puedo decir es: “Si hubiese sabido”