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Sabato

Ernesto Sabato. Vigencia de una obra

Sabato y su obra como inmersión en la existencia del hombre

La obra de Ernesto Sabato (24 de junio de 1911 - 30 de abril de 2011), tanto la ensayística como la literaria, es una profunda inmersión en el alma del hombre, en los pliegues más íntimos y recónditos de su existencia, en las desoladas profundidades del espíritu. También en los problemas definidos por su tiempo, en las encrucijadas y disyuntivas que lo aquejan, en los interrogantes tantas veces carentes de respuestas que lo asolan. Estamos en presencia de una obra compleja, gravitante, lúcida, que instala la preocupación constante por "el hombre concreto" y por ciertos temas recurrentes -como la irremediable soledad, la (im) posibilidad de comunicación, o el rol del artista y el papel de la ciencia, entre otros-. una obra atravesada por múltiples niveles de lectura y que suma a ella misma otro componente complejo, que es la naturaleza polémica del mismo Sabato, una condición insoslayable para entender el fenómeno oscilante de su recepción. Su muerte, acaecida poco antes de que cumpliera cien años, vuelve a instalar el debate y la revisión de su obra, la cual -por cierto- estaba desde hace un tiempo sumida en el desinterés de la crítica y también, en algún punto, del olvido.

La poética sabatiana

Cuando nos concentramos en la poética de Sabato, desde El túnel (1948), pasando por Sobre héroes y tumbas (1961) hasta Abbadón el Exterminador (1974), encontramos en ella una decidida actitud de indagación de la realidad, presentada como aquello definitivamente inaccesible que está envuelto en el halo del misterio. La indagación se asume a través de la escritura como práctica y experiencia rotundamente catártica, y que vehiculiza dicha aspiración en un género literario sobre el cual el autor ejerce una verdadera apropiación: la novelística. ¿Por qué la novela? Entre otras cosas, porque el amplio abanico genérico que puede contener la novela se constituye para Sabato en una vía de acceso privilegiada para aquello que se escapa a toda racionalización u objetivación, es decir, la realidad más profunda e íntima de lo existente. Cabe recordar el ejercicio ensayístico que Sabato dedica al género novelístico, en el cual encuentra la posibilidad de decir el "lado nocturno del hombre", esto es, su ilogicidad, el tiempo interior/subjetivo, la inmersión en el yo, el irracionalismo. Desde esta posición, parece incluso paradójica su formación en las ciencias duras, la cual fue abandonada -después de sufrir varias crisis- en pos de la literatura. Aunque estaríamos en condiciones de afirmar que pervivió en él cierta reminiscencia de esa actitud inicial propia de los griegos -a los que discutió- de admiración de la phisis, de indagación de lo real y de profunda vocación filosófica que lo transportó desde siempre a la más amplia preocupación metafísica. Por eso, filosofía y literatura se funden en Sabato, puesto que esta última, a través de las posibilidades de la novela, se convierte en una privilegiada herramienta de penetración en los insondables misterios de la existencia humana. El proyecto literario sabatiano no se preocupa por la unicidad ni la organicidad, por el contrario, parece inclinarse más bien por la descentración y lo rizomático, para lo cual retoma y se vale de toda la influencia de la novela psicológica y las técnicas narrativas propias del siglo XX, como el monólogo interior, la ensoñación, el ilogismo, las manipulaciones genéricas y temporales.

Lenguaje, personajes, temas

Fiel al carácter más propio de lo literario, no hay mensajes unívocos en su novelística. Más bien esta porta el relieve de la ambigüedad, dada especialmente por la presencia de lo simbólico. Por eso, la sumersión en su poética implica asistir a la convivencia entre pares contrarios y contradictorios tales como luz y tinieblas, pureza y crimen, visión y ceguera, el bien y el mal, donde uno y otro término se intercambian o emplazan su lugar. El lenguaje poético de Sabato está revestido de una compleja amalgama simbólica, pero envuelto a la vez de una configuración sintáctica y discursiva que no deja de invitar rápidamente a la lectura. Algunos comienzos memorables de sus obras, como El túnel, o el vértigo episódico de su Informe sobre ciegos, lo comprueban. Sin embargo, son la lectura atenta y cierta actitud de "ceguera" en la lectura -que merece todo un apartado en el proyecto poético sabatiano- las que permiten ingresar a la complejidad simbólica que está operando en el fondo de las redes de su lenguaje. Esto se corresponde en cierta medida con su concepción filosófico-literaria, en la que el lenguaje literario definitivamente simbólico (asociado más al mythos que al logos) se constituye en lo opuesto al par claridad/visión (como símbolo del modelo científico), y es lo que posibilita el acceso a la realidad más viva. De allí podemos inferir que los personajes de sus obras están en permanente movimiento tratando consciente o inconscientemente de buscar y hallar su propio destino. Ese destino -al que buscan desesperadamente acceder- suele ser el espacio de convergencia de los contrarios que habitan, y se realiza de manera implacable en la medida en que misteriosamente se entraman el propio mundo interior inconsciente y la exterioridad que los rodea. La soledad y la imposibilidad de comunicación entre una existencia y otra son motivos frecuentes y presentes en las tres novelas de Sabato. Los intentos de comunicación son frustrados la mayor parte de las veces, y cuando suceden, son pasajeros. Sin embargo, mientras las representaciones de la soledad se re-actualizan una y otra vez, en cada una de las obras adquieren un sesgo distinto. Puede advertirse un cambio en el tratamiento de la soledad según las obras, como es el caso de la soledad desesperada en El Túnel o de la soledad conciente e interiorizada de Abbadón, el Exterminador.

La recepción de su obra

Una gran cantidad de escritores y críticos han destacado la influencia de Sabato en la propia biografía lectora y han hecho referencia a cómo han sido cruciales sus obras en la vertebración de sus experiencias e imaginarios. Sin embargo, desde mediados de la década del '80 hasta la actualidad, la obra de Sabato ha sufrido un revés en su recepción; no sólo paulatinamente se dejó de hablar de ella, sino que además fue perdiendo su estatus de objeto tantas veces predilecto para la crítica. Las razones son múltiples, quizás la más fuerte tiene que ver con la polémica que se tejió en torno de su rol como intelectual en los años oscuros de la dictadura militar, así como la calidad de su participación en la CONADEP. Se alzan voces de apoyo y voces críticas de todo tipo. Más allá de la perspectiva que se adopte en torno de su figura y de su obra, lo cierto es que ellas mismas invitan permanentemente a la reflexión y al debate crítico. Independientemente de estas tensiones presentes en su recepción., aquel lector que decida leer (o re-leer) sus obras, probablemente no permanecerá impávido ante ellas. La acotada posibilidad de suscitar indiferencia que poseen las novelas de Sabato nos habla en cierto modo de su valor. Pero también nos dice algo decisivamente relevante, a pesar de los avatares de su recepción: nos habla, por sobre todo, de su absoluta actualidad y vigencia.

Mayo de 2011

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