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Archivo fílmico-pedagógico

Rollo girando
Los marginados
Una mirada cinematográfica.
por Diana Paladino


Comienzo y aprendizaje (los años sesenta)
Mientras completa su formación cinematográfica en las aulas de la Universidad Californiana de Los Angeles (UCLA), Francis Ford Coppola se entrena en la dirección de films para una serie nudie (porno soft-core) y en la asistencia de Roger Corman en películas clase B. En 1963, logra que Corman le produzca Dementia 13, un largometraje de terror considerado por la crítica como su verdadera opera prima. A mediados de la década, realiza su segundo film como director (Ya eres un hombre) y se dedica a la escritura de guiones para otros cineastas: ¿Arde París? (1965, René Clement), Una mujer sin horizontes (1966, Sidney Pollack) y Patton (1969, Franklin Schaffner), por el que obtiene el Oscar a Mejor Guión. (1) Ese mismo año inicia su faceta de productor con la creación de la American Zoetrope; una compañía independiente con la que producirá films propios y, también, de amigos como George Lucas y Peter Bogdanovich. Sin embargo, su debut como productor no resulta alentador. El camino del arco iris (1969) es un rotundo fracaso de taquilla y para recuperarse financieramente acepta el ofrecimiento de la Paramount de llevar a la pantalla El padrino, sobre el libro de Mario Puzo.

Éxito y prestigio (los años setenta)
Con El padrino se inicia una nueva etapa en la obra del cineasta. Pues, además del éxito comercial (recauda cerca de trescientos millones de dólares) y del reconocimiento de la crítica y de la industria (gana tres premios Oscar), con este film consigue consolidarse como autor.
Contradiciendo la creencia de que "segundas partes nunca fueron buenas", en 1974 continúa la saga de la familia Corleone en El padrino II. El éxito se redobla. Seis premios Oscar y la venta del film en todo el mundo dan a Coppola un lugar de privilegio dentro del panorama cinematográfico. El restablecimiento económico le permite encarar la realización de Apocalypse Now, una superproducción épica sobre la guerra de Vietnam. Con exteriores rodados en Filipinas, plagado de conflictos y contratiempos que duplican la cifra del presupuesto original (en total costó 31 millones de dólares) y tras cinco años de trabajo, finalmente, en 1979 se estrena Apocalypse Now y obtiene la Palma de Oro del Festival de Cannes. Paralelamente, Coppola también gana prestigio como productor patrocinando a cineastas como Wim Wenders (Hammett, 1980) y Akira Kurosawa (Kagemusha, 1980).

Años fecundos (los años ochenta)
En 1981, dirige Golpe al corazón, una costosísima comedia romántica protagonizada por figuras de segunda línea, que resultó un fracaso de crítica y público. Una vez más los vaivenes creativos se enlazan con los financieros. La Zoetrope tambalea y decide, entonces, concentrar sus esfuerzos en un film de bajo presupuesto (en comparación con los de sus películas anteriores) y de rédito comercial más o menos seguro. Para ello, elige una historia simple, basada en una novela de Susan Hinton (The Outsiders) sobre el tema de la lucha entre pandillas, contrata a actores casi desconocidos (2) y consigue el aporte financiero de la Warner. Los marginados resulta un film formalmente prolijo, con cierta tendencia al melodrama y con un cuidadoso trabajo de climas y de personajes. Sin alcanzar los éxitos de otrora, con él logra, no obstante, recomponer momentáneamente las cuentas de la compañía. A continuación, adapta una segunda novela de Hinton (Rumble Fish) sobre las pandillas juveniles de los años cincuenta. Prescindiendo de los dictámenes comerciales esta vez Coppola opta por el blanco y negro y por enfatizar el claustrofóbico fatalismo que rige a los personajes sin idealizaciones pero con una alta dosis de poesía.
Cotton Club, en 1984, logra una inspirada semblanza del submundo jazzístico de los años veinte mediante la recreación del mítico night-club que da título al film. La película es mal recibida por la crítica y da serias pérdidas en la taquilla. Este golpe pone definitivamente en jaque a la Zoetrope. Coppola, entonces, acepta un contrato con la Fox para hacer una comedia ligera protagonizada por su sobrino Nicolas Cage y por la carismática Kathleen Turner (Peggy Sue, Su pasado la espera). Sin la grandilocuencia ni la espectacularidad de otras películas del cineasta, esta refrescante y nostálgica visión de fines de los años cincuenta suscita el apoyo del público dentro y fuera de los Estados Unidos. Pero, no ocurre lo mismo con sus films siguientes: Jardines de piedra, otra vez con el escenario de la guerra de Vietnam, y Tucker, el hombre y su sueño, sobre la vida de un empresario norteamericano que desafió al establishment de la industria automobilística en los años cuarenta. Sin excepciones, las críticas del estreno de Tucker señalan analogías entre el espíritu inconformista y pujante del protagonista y el del propio Coppola, el productor-cineasta que desde hace tres décadas, sistemáticamente, cae, se levanta, vuelve a caer y sigue adelante. Al respecto, el cineasta señaló: “Si uno no apuesta, no tiene chance alguna de ganar. Es una tontería, en la vida, no perseguir lo más alto que uno pueda imaginar, incluso si corre el riesgo de perderlo todo, porque si uno no lo persigue, lo perderá de cualquier manera. No se puede ser artista y vivir seguro". (3)

¿Clausura de un ciclo? (los años noventa)
Para recuperarse del traspié financiero que significó Tucker, echa mano a El padrino y completa la trilogía con una dignísima tercera parte. Sin embargo, en términos económicos, el espaldarazo definitivo sólo llega dos años después con la particular adaptación que hace de Drácula. Una versión romántica y cinéfila que, pese al énfasis que se puso en el título (Drácula de Bram Stoker), poco tiene que ver con la novela original. En lo que resta de la década, Coppola sólo dirige un par de títulos menores (Jack; El poder de la justicia) y continúa con su labor de productor.
Desde Dementia 13 hasta hoy han pasado cuarenta años. Cuarenta años de una carrera prolífica e intensa en la que el productor y mecenas se confunde con el director de última tecnología y el sensible soñador de otros mundos. En este sentido, Coppola representa un caso único. Pese a los altibajos y las irregularidades, su obra siempre interesa, siempre concita expectativas. Siempre entusiasma saber que se anuncia un nuevo film suyo.

[1] El premio fue compartido con Edmund H. North, coguionista de Coppola en Patton. Subir
[2] Una década después, esos jóvenes (entre quienes se encontraban Matt Dillon C. Thomas Howell, Ralph Macchio, Patrick Swayze, Emilio Estevez y Tom Cruise) constituyen parte del olimpo hollywoodense. Subir
[3] Entrevista con Lillian Ross, citado en: Homero Alsina Thevenet, Cine sonoro americano y los Oscars de Hollywood. 1991. Corregidor. Buenos Aires. Pag. 428. Subir

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