Cultura

PREGUNTAS A BUENOS AIRES por Rep

 

EL HUMOR DE SANTIAGO VARELA
Biografías espantosas

Heliogábalo – CA

En el siglo , en plena decadencia, Roma se las ingeniaba para hacer cada día las cosas peor. En esa época el Imperio supo de un personaje siniestro: Heliogábalo. Gracias a intrigas de su abuela, Heliogábalo accedió al sillón imperial con solo ¡catorce años Su verdadero nombre era Vario Avito y al llegar a Emperador lo cambió por Cesar Marco Aurelio Antonino Augusto. Pero como corría el riesgo que sus soldados no lo recordaran completo, y dado que en su Siria natal había sido sumo sacerdote del culto solar del dios El-Gabal, tomó el seudónimo de Heliogábalo que, modestamente, quiere decir: dios-sol y por el cual se lo reconoce.

Adolescente de costumbres un tanto extrañas, llegó a Roma vestido de seda púrpura, los labios pintados de carmín, las pestañas teñidas, collar de perlas, brazaletes en muñecas y tobillos. Aunque que los romanos, a esta altura, ya no se sorprendían de nada, suponemos que debe haber llamado la atención.

Ni bien llegó al trono, Helio, un tanto edípico tal vez, mandó a matar al amante de su mamá y permitió que su abuelita se hiciera cargo del imperio, mientras tanto él se dedicaba, full time, a fiestas y orgías. Realmente aún era un niño, por lo que nadie se extrañaba de verlo jugar por ahí. Sin embargo debemos decir que sus juegos eran distintos. Por ejemplo: instaló un prostíbulo en pleno palacio, en el cual él mismo se mostraba, desnudo, en la puerta. Organizaba casamientos en los que él podía oficiar de novio o de novia, indistintamente. Y parece que hacía bien ambas cosas. También casó a su dios El-Gabal, representado por una roca negra, con Juno, la diosa de las rameras del panteón romano. O sea, desposó a una piedra con una estatua. ¡Muy loco este chico!

Hombre de profunda fe religiosa, ingresó en el santuario sagrado de las vestales para tener sexo con Aquilia Severa, una de ellas, con la idea de tener hijos divinos con ella. El problema estaba en que según señalaba la ley, la vestal que perdiera la virginidad sería condenada a ser enterrada viva. No obstante el hecho de ser el Emperador quien la desflorar, suavizó un poco las cosas y Heliogábalo, con la anuencia de una corte adicta, terminó casándose con la ex virgen.

Casamiento que no sería el primero, pues si bien era un homosexual declarado, se casó tres veces: con Julia Paula, Faustina, (nieta de Marco Aurelio) y con esta chica, la vestal.

Muchacho de gustos finos, prefería los tules y las sedas. Pero claro, como un emperador vestido con tules y sedas podía aparecer como un mamarracho, se vestía de mujer y así todo el mundo contento; también era coqueto y tenía como costumbre depilarse todo el cuerpo para luego pintarse como una puerta. Pero no todo era felicidad. Él sabía que para ser realmente una nena, había algo por ahí que le sobraba. Por eso pensó en autocastrarse, aunque luego terminó circuncidándose, tal vez como una especie de castración simbólica.

Uno de sus caprichos consistía en invitar gente a comer, pero a la vez, a él le gustaba comer solo. ¿Como resolver esta contradicción? Sencillo, a los invitados les servía platos de cera que imitaban los manjares que él comía, y los otros eran obligados, bajo pena de muerte, a simular que estaban comiendo. Realmente un tipo jodón.

Se cuenta que creó un grupo de elite cuya misión no era combatir al enemigo, sino recorrer los baños públicos en busca de muchachos bien dotados que luego hacía llevar al palacio donde él mismo les rasuraba las partes pudendas. Piense usted en un muchacho que entra en un baño a hacer pis, vienen cuatro soldados, lo miran, aprueban, se lo llevan al palacio, lo dejan en un salón y aparece el mismísimo emperador con una navaja en la mano mirando fijamente sus genitales. Realmente había que tener coronarias de acero para vivir en Roma en esos tiempos.

Esta afición por los efebos mejor dotados lo llevó a enamorarse de Hieracles, un esclavo corpulento y muy amable con él, con quien terminó casándose con vestido de novia, ramo y todo lo demás; pero sucedió que Heliogábalo se enamoró en serio de este esclavo. Es más, se convirtió él en esclavo del esclavo: hacía las tareas de la casa y, como buena esposa, estaba siempre lista/listo al más mínimo requerimiento de Hieracles. Incluso llegó a pensar en abdicar a favor de su marido esclavo para convertirse él en Emperatriz, cargo que pensaba que le quedaba mucho mejor que el de Emperador.

Cuando su abuela se dio cuenta que este muchacho se estaba poniendo demasiado loco, y ella no lo había puesto al frente del Imperio para que se dedicara a la joda, se hizo cargo del asunto y, al mejor estilo de la época, lo mandó a matar. Pero, hombre de vida disoluta, y muy odiado, tampoco tuvo una muerta muy digna Los pretorianos lo ahogaron en una letrina y quisieron tirarlo por la cloaca, pero como no pasaba por la cañería lo arrastraron por las calles de Roma y terminaron tirándolo al Tiber. Heliogábalo, que había sido emperador a los 14 años, dejó de serlo a los 18 años.

Esta historia demuestra dos cosas: Una; solo un imperio en descomposición, podía generar emperadores como Heliogábalo, Y dos; todos los imperios suelen terminar en una decadencia sin atenuantes.