En verdad, no estoy muy atento al rubro prestigio, un parámetro que en nuestro medio se gana y pierde con demasiada facilidad. Lo cierto es que sí he trabajado y trabajo mucho en la música y por la música. Y si hay buenas cosechas, es porque ha habido duras siembras, mas allá del género o estilo musical. Siempre digo que "nada de lo musical me es ajeno". Entiendo lo popular en el sentido contrario a vulgar, y lo clásico como ajeno a la moda.
Siempre hubo jóvenes y los sigue habiendo, como lo demuestra mi mismísimo caso, y el de tantos miles de millones. No creo que la juventud sea un mérito en sí misma. Tampoco creo que lo nuevo pueda considerarse algo positivo de antemano. En cuestiones artísticas, son muchos los casos de músicos que lograron alcanzar su mayor juventud en la etapa final de su producción y de sus vidas; o sea que artísticamente llegaron a jóvenes a edades avanzadas, y en sus años jóvenes fueron artísticamente muy ancianos.
Gracias! En efecto, somos un trío al cubo que evita ser cuadrado, y nos cuadra y divierte pasear por los distintos instrumentos que podemos sumar a nuestro sonido y repertorio, que consta sobre todo de obras especialmente concebidas para el conjunto. En este caso, lo esencial es bien evidente: escuchando al trío es obvio que Pablo Marcovsky y Diego Arnal son músicos excelentes. Y unos tipos maravillosos.
Bueno, cada obra tiene su personalidad y genera sus propios recursos musicales. Dispongo de elementos y procedimientos que provee el antiguo oficio de la composición, en cuyo manejo me entreno duramente. Y también, seguro, son muchas las experiencias auditivas y de otros órdenes que inadvertidamente nutren mis obras, las que a su vez se combinan. Así que la cuestión está abierta, a ver quien encuentra qué en cada una.