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Alejandro Santos

Desde la edición de su primer álbum, Candombe del Parque Chacabuco (1982), la música del flautista y compositor Alejandro Santos se convirtió en un referente ineludible de la música fusión argentina. Su último trabajo es Visión panamericana (2006), un disco que define su integradora estética musical.
¿Cómo fueron tus inicios?

De chico tocaba folklore con la guitarra, y llegué a presentarme en Cosquín, en 1967. Luego armé grupos de rock con amigos como Gustavo Montesano, su hermano Marcelo, Pino Marrone... Después largué todo para estudiar flauta, en el conservatorio de La Lucila; ellos siguieron y armaron Crucis. Yo estudiaba composición, armonía de jazz; escuchaba a Piazzolla, bossa nova, y comencé a pensar en componer una música que me identificara. Así surgieron los temas que integrarían Candombe del Parque Chacabuco.

¿Cuáles fueron los artistas y los discos que cambiaron tu vida durante la adolescencia, aquellos que te volcaron más al jazz?

Fueron muchos. Músicos como Piazzolla, Jobim, Santana, Chick Corea, el flautista Hubert Laws... Keith Jarret, Pat Metheny, Michael Brecker, Spinetta, Dino Saluzzi y muchos otros.

Sos reconocido por el amplio rango de instrumentos de viento que dominás. ¿Qué motivó tu búsqueda?

La realidad es que me gusta investigar diferentes instrumentos de viento, como flauta, flauta baja en do, piccolo, flauta en sol, saxo tenor y soprano, quena, xicus, moxeño, tarkas... También le doy mucha atención al piano y a los teclados, que son parte fundamental de mi estudio de grabación.

Tus discos 5 Carnavales y Night Reflections fueron grabados en Estados Unidos. ¿Qué cosas sentís que te quedaron de aquellas experiencias, que influyan en tu música actual?

Estuve desde 1985 hasta 1991 en Europa y los EEUU. Obtuve una beca completa en Berklee College of Music y me recibí con un Dual Major en Jazz Composition & Performance en 1990. Realmente me sirvió muchísimo la universidad. Estaba haciendo música desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la madrugada. Luego de las clases, nos quedabamos a ensayar con nuestros propios proyectos o trabajos con salsa, música latina y jazz.

Entre 2001 y 2003 formaste parte de la banda estable de Al Di Meola. ¿Qué recordás de aquella época?

Fue una gran experiencia, muy exigente, con año y medio de giras por todo el mundo. Muchas horas de ensayo, como 14 por día durante diez días antes de grabar el disco Flesh On Flesh, o una gira. Todo era muy serio, hasta los más pequeños detalles tenían que ser interpretados a la perfección.

En Visión panamericana grabaste con grandes intérpretes como Chango Farías Gómez, Osvaldo Fattoruso y Daniel Binelli. El disco además recibió varias menciones. ¿Redondeaste tu concepción musical en este trabajo?

Creo que en ese disco pude sintetizar una fusión original de ritmos americanos, e interpretarlos con soltura, liviandad y espíritu renovador. Y me acompañaron estos músicos excelentes, especialistas en la materia, que ayudaron a redondear la idea de esta Visión panamericana.